El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 6 de diciembre de 2011

Encadenados



Encadenados (Alferd Hitchcock, 1946) es uno de los films más famosos del director británico, considerado por la crítica como una de sus películas más logradas. Siendo, es verdad, una buena película, creo que no es sin embargo de lo mejor de Hitchcock, si bien contiene algunas escenas memorables.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el padre de Alicia Huberman (Ingrid Bergman), un espía nazi, es condenado en los Estados Unidos por traición. Aprovechando esta circunstancia y sabiendo el rechazo de Alicia por la ideología de su padre, los servicios secretos norteamericanos le proponen a la joven inflirtarse en las filas de los nazis afincados en Brasil para conocer sus planes y poder detenerlos.

El principal problema de Encadenados reside en su desafortunado comienzo; imagino que buscando la simplicidad de la trama y el no demorarse demasiado con los prolegómenos, el principio de la historia me resulta un tanto precipitado y no del todo convincente. En unas breves escenas, Hitchcock nos presenta al agente Devlin (Cary Grant) reclutando y enamorando a Alicia. Y es esta precipitación, esta excesiva simplificación lo que no termina de convencerme. Por un lado, no sabemos nada de los protagonistas y ya se nos presenta el conflicto entre ambos con unas rápidas alusiones al pasado de ella que resultan cuando menos que forzadas. Incluso los diálogos parecen torpes y poco naturales y hasta Cary Grant parece en exceso acartonado en su papel.

Afortunadamente, una vez pasado este momento, en cuanto entra en acción Claude Rains y su grupo de nazis, la película se mueve ya por terrenos más firmes. Se diría que Hitchock se ha desembarazado de la parte que menos le interesaba para poder centrarse ya en la intriga, que es donde se muestra más seguro y más convincente. En este sentido no podemos dejar de ensalzar el dominio que tenía el director del lenguaje cinematográfico, lo que se demuestra en cómo nos presenta las situaciones con el sólo uso de las imágenes y cómo sabe potenciar los elementos clave en cada preciso momento. Un ejemplo de ello serían las escenas con la famosa llave de la bodega: como desaparece del llavero, como la retiene nerviosa en su mano Alicia, la entrega a Devlin y como sirve para confirmar las sospechas de Alex al volver a aparecer en su llavero. Otro magnífico ejemplo de lo mismo lo tenemos con las tazas de café; sin necesidad de ninguna explicación añadida, a base de primeros planos, Hitchcock nos cuenta cómo está siendo envenenada Alicia y, con los mismos recursos, cómo descubre ella a sus asesinos. Sin duda, este inteligente uso de la capacidad narrativa de las imágenes es lo mejor de toda la cinta.

También Encadenados contiene uno de los "Mac Guffin" más famosos del director y del que se sentía más orgulloso. Un "Mac Guffin", recordémoslo, no es más que la disculpa que utilizaba el director británico para sostener la intriga de sus películas y era algo a lo que no daba demasiada importancia, pero que sabía que el público necesitaba para poder dar sentido a la historia. En este caso se le ocurrió utilizar el uranio como el elemento clave de la historia. Lo curioso del caso es que aún no se había fabricado la bomba atómica, por lo que el verdadero significado y utilidad del uranio era aún desconocido; motivo por el que el productor rechazará la película al considerar que una historia basada en uranio para fabricar una bomba atómica era sencillamente absurdo. Así que esa fue la causa de que el proyecto llegará finalmente a la RKO.

Encadenados también cuenta con otro elemento a su favor de primera importancia: el reparto. Hitchcock se lamentará a menudo de no haber podido contar con los actores que hubiera deseado para sus películas. En este caso, el reparto es de lujo. Cary Grant e Ingrid Bergman son una pareja de muchos quilates y su romance es de una plasticidad perfecta. Pero la presencia de Claude Rains es también impagable: da vida al malo de un modo perfecto y con una característica añadida muy interesante, es un malo que despierta compasión porque está realmente enamorado de Alicia y la cree sin reservas y resulta engañado por ella, no sólo por espiarlo, sino también en su amor. Su pequeña estatura, que obligó tener que recurrir a unas calzas y a falsos suelos que se elevaban en los planos junto a Ingrid Bergman, añade un plus de fragilidad a su personaje. Junto a Rains, destacar al personaje de su madre, magníficamente interpretado por Leopoldine Constantin, una mujer inquietante y dominante que llena la pantalla con su presencia y que es, desde mi punto de vista, la verdadera mala de la película, por encima incluso del grupo de nazis, donde destacan Reinhold Schünzel, encarnado al doctor Anderson, e Ivan Triesault, como el frío ejecutor.

Pienso que Encadenados es en cierto modo, y por encima de cualquier otra cosa, una gran película romántica a la que se le ha puesto un decorado de film de espionaje. Desde el comienzo sentimos que lo que mueve a los personajes, tanto a los buenos como a los malos, es el amor: el de Alicia por Devlin; el de éste por ella, aunque ensombrecido por el amor al deber; el de Alex, pobre Alex, por una Alicia inalcanzable y el de la madre de éste por su hijo, más fuerte que las conspiraciones y las lealtades. Pienso que a Hitchcock se le fue la mano sin querer, o tal vez queriendo, y la intriga no sólo pasó a un segundo plano en muchos momentos, dejando paso a un triángulo amoroso donde el más débil siempre es quién más ama.

Preciosa la fotografía en blanco y negro. Simpáticas las transparencias, donde se aprecia el paso irremediable del tiempo.

Encadenados obtuvo dos nominaciones: al mejor secundario (Claude Rains) y al guión, si bien no se llevó ninguna recompensa de la Academia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario