El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Catwoman



En la línea de películas inspiradas en personajes del mundo del cómic nace Catwoman (Pitof, 2004), film del que podemos decir, en un radical resumen, que solo tiene un aspecto interesante: Halle Berry.

Patience Philips (Halle Berry) es una mujer apocada que intenta estar a bien con todo el mundo, en especial con su despótico jefe, George Hedare (Lambert Wilson), el director de una poderosa compañía de cosméticos que prepara el lanzamiento de un producto revolucionario. Sin embargo, Patience descubre accidentalmente que ese producto tiene peligrosos efectos secundarios para la salud, a pesar de lo cuál va a salir al mercado.

Catwoman es, originalmente, un personaje aparecido en los cómics de Batman, siendo una rival o enemiga del superhéroe. A lo largo del tiempo, el personaje irá evolucionando hasta llegar a nuestros días con una atrevida vestimenta felina, como habíamos visto en Michelle Pfeiffer en Batman vuelve (Tim Burton, 1992). En el caso que nos ocupa, Catwoman no guarda relación alguna con Batman y se presenta como un personaje independiente del universo del murciélago.

El principal problema de Catwoman es su simplicidad. Todo en esta film aparece reducido a la más elemental expresión: trama, personajes, diálogos y acción. El resultado es una película sin entidad ni identidad que pasa sin pena ni gloria.

En primer lugar, la historia es de lo más sencilla: una mujer tímida descubre un fraude peligroso, es asesinada y revivida por un gato. Dotada entonces de superpoderes felinos, busca vengarse de quién intentó matarla. Añadimos un romance sencillo y muy ortodoxo por el medio y punto. El problema es que tanta sencillez hace del film algo plano, previsible, sin gracia ni interés y, lo que es peor en un film de estas características, aburrido por momentos. La historia transcurre de manera lineal y sin nada que varie el previsible discurrir de los acontecimientos, de manera que el interés se va diluyendo en una sucesión de secuencias más que adivinadas y que no tienen el mínimo de originalidad o pasión o garra. Incluso algunos momentos resultan hasta absurdas y el colmo está en el enfrentamiento fianl de Halle Berry y la todavía hermosa, a pesar de la edad, Sharon Stone: es tal la fuerza y agilidad de Catwoman que esa lucha final resulta inverosímil, absurda y casi inútil. La fuerza excepcional que da al rostro de Sharon Stone la crema antiedad que utiliza se parece más a una chapuza de última hora que a algo realmente serio.

Y la misma simplicidad la encontramos en los personajes, esquemáticos, planos, sin interés alguno. El policía enamorado de Patience y que persigue a Catwoman, Tom Lone (Benjamin Bratt), está reducido a lo mínimo: sin pasado alguno, es un personaje sin personalidad, y sin futuro tampoco, pues Catwoman lo despacha, renunciando a su amor, en otra escena resuelta con lo mínimo y tan vacía de sentido como el resto de su relación. Lo mismo pasa con los malvados, interpretados con ciertas tablas por Sharon Stone y Lambert Wilson, pero con una presencia tan concreta y sin matices que tampoco es que puedan hacer más que aportar su presencia, fría y atractiva en el caso de Sharon Stone y muy vociferante en el caso de su marido en la pantalla. La única que deslumbra es Halle Berry, embutida en un traje de cuero muy sexy y contoneándose por la pantalla. No es que su interpretación sea excepcional, pero su belleza es lo único que se puede salvar de su personaje. Personaje que, por otra parte, es el único que tiene un mínimo de interés, si bien tampoco se le saca todo el partido que encierra. La mujer tímida, apocada y miedosa que se transforma en una felina de armas tomar que, por momentos, parece no poder dominar su lado salvaje, daba mucho más juego que el que supo sacar un guión tan elemental y tan poco elaborado como este.

El director, el francés Pitof, parece querer echar el resto con los efectos especiales, centrados especialmente en dotar al personaje de Catwoman de una agilidad bestial. Para mi gusto, el resultado no es del todo convincente. Técnicamente, los efectos especiales están bien hechos, pero son tan exagerados que no convencen y hay momentos en que los movimientos de la protagonista, unidos a una cámara nerviosa, parecen acercarnos demasiado al mundo de los dibujos animados. Algo menos de espectacularidad pienso que le habría ido mejor a la película. Dejar que nos recreáramos más con la figura de Halle Berry y no basarlo todo en los ordenadores hubiera sido más eficaz.

La película tuvo una acogida muy mala por parte de la crítica y tampoco a nivel de taquilla resultó un éxito, no llegando a recuperar los más de cien millones de dólares que costó. Incluso el film tuvo el dudoso honor de recibir cuatro premios Golden Raspberry, más conocidos como Razzies o Anti-Oscar, entre ellos a la peor película y a la peor actriz (Halle Berry).

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