El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 10 de julio de 2013

Antes del amanecer



Dirección: Richard Linklater.
Guión: Richard Linklater & Kim Krizan.
Música: Fred Frith.
Fotografía: Lee Daniel.
Reparto: Ethan Hawke, Julie Delpy.

Jesse (Ethan Hawke) es un joven norteamericano que va camino de Viena, donde debe tomar el avión que le lleve de vuelta a Estados Unidos tras un período de tiempo por Europa. En el tren en el que viaja conoce a Céline (Julie Delpy), una muchacha francesa que regresa a París tras visitar a su abuela.

Película modesta, con solo dos personajes y una cámara siguiéndolos por Viena. Esto es Antes del amanecer (1995), una película sin demasiadas pretensiones que sin embargo caló entre el público y dio lugar a una curiosa saga de films que van desarrollando esta relación amorosa entre Jesse y Céline a lo largo de los años en Antes del atardecer (Richard Linklater, 2004) y Antes del anochecer (Richard Linklater, 2013).

En Antes del amanecer asistimos al nacimiento de todo, por casualidad, durante un viaje en tren. Los dos jóvenes se sientes atraídos y comienzan a hablar, a contarse cosas, a buscarse, a intentar descubrirse. Es el juego del amor, la seducción a veces torpe, la atracción que puede más que la lógica o la razón. Jesse y Céline tienen que seguir juntos, lo necesitan. Por ello ambos deciden pasar la noche que precede el regreso de Jesse a Estados Unidos en Viena.

Básicamente, Antes del amanecer es un film romántico, la historia de amor que nace entre sus dos protagonistas, su lucha por hacer de su encuentro algo especial, aún sabiendo que puede ser la única noche que pasen juntos en su vida. El acierto del guión es presentarnos ese encuentro sin caer en el romanticismo facilón y lacrimógeno. El riesgo era evidente y hay muchos momentos en que el guión podría decantarse por lo sensiblero. Pero no es así. Linklater prefiere contarnos una sencilla historia de un modo más distante, más moderno quizá, más realista. De aquí nace un film sincero, directo y un tanto frío también. Por ello, este tratamiento algo distante, con algún abuso de los tintes intelectuales, demasiado repetitivo en muchos momentos, lleva al tiempo que su acierto su penitencia. Y es que a veces las conversaciones de los dos enamorados se vuelven intrascendentes o confusas o repetitivas y es entonces cuando el ritmo decae y el film parece entrar en una vía muerta. Se echa de menos un poco más de vida, un cambio de decorado, un poco más de sentimiento y mucha menos conversación. Y es que mantener la emoción y la tensión a base dos personajes que se pasan el noventa por ciento del film charlando no es nada sencillo y Richard Linklater pierde el pulso por momentos.

No obstante, en lo esencial, Antes de amanecer permanece como un film sincero, como una propuesta honesta de contar una historia real, que podría pasarle a cualquiera. Y aquí está gran parte del éxito del film, en el hecho de que muchos espectadores se han sentido identificados con los que se cuenta, bien por haber vivido algo semejante o por haber deseado vivirlo alguna vez. Y es que el amor tiene un mensaje universal fácilmente reconocible. De ahí que cuando se cuenta una buena historia, directa, verosímil y sincera, el resultado es una buena acogida general.

Además, Antes del amanecer cuenta con dos protagonistas que quedan perfectos en la pantalla y transmiten mucha química. Son dos actores bastante guapos, pero sin ser empalagosos. Resultan además completamente creíbles y es relativamente sencillo ponernos en su piel y sentir la emoción de un encuentro tan mágico como furtivo, lleno de promesas y de sueños. ¿Cómo no dejarse llevar por el encanto?

El desenlace abierto me pareció además una bonita manera de rematar la historia. Puede que algo brusca, pero dejando libertad absoluta al espectador para buscar el final que más le gustase. Sin embargo, el hecho de continuar la historia nueve años después en Antes del atardecer parece poner ciertas dudas sobre la verdadera utilidad o sentido de semejante desenlace. A pesar de ello, las películas de esta serie admiten verse de una manera exclusiva, al menos las dos primeras, sin necesidad de tener que completar el ciclo que nos propone el director.

En todo caso, sin ser un film completamente redondo, Antes del amanecer nos ofrece un nuevo y moderno tratamiento del romanticismo en el cine, menos apasionado, más actual, pero sin duda bastante acertado, porque trata el encuentro romántico de una manera certera y convincente.

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