El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 14 de julio de 2013

El extraño



Dirección: Orson Welles.
Guión: Anthony Veiller (Novela: Victor Trivas).
Música: Bronislau Kaper.
Fotografía: Russell Metty (B&W).
Reparto: Edward G. Robinson, Loretta Young, Orson Welles, Philip Merivale, Richard Long, Konstantin Shayne, Billy House.

Wilson (Edward G. Robinson) es un agente de la Comisión de Crímenes de Guerra que anda tras la pista de Franz Kindler (Orson Welles), uno de los cerebros de los campos de exterminio nazis. No hay ningún dato ni fotografía que permita identificar a Kindler, por eso Wilson decide poner en libertad a un antiguo camarada de Kindler con la esperanza que lo lleve hasta él.

Orson Welles tiene el mérito de haber dejado una profunda huelle en el mundo del cine. Antes de ser desterrado de Hollywood, y después también, Welles demostró su gran talento, rozando la genialidad. El extraño (1946), con ser un film en apariencia menor dentro de su filmografía, nos demuestra una vez más el dominio que tenía Orson Welles del lenguaje cinematográfico.

El extraño fue una película de encargo de la RKO que Orson Welles decidió realizar para demostrar a los estudios que era capaz de ceñirse a un presupuesto y hacer una buena película. Sin embargo, parece ser que el film sufrió bastantes cortes que no gustaron a Welles, que terminó renegando de la película tal y como salió de la sala de montaje. Fue ésta la primera y última película que dirigió en estas condiciones. Más adelante, cuando necesitaba dinero para financiar sus proyectos, Welles trabajaba en films ajenos pero sólo como actor.

El extraño es un film de intriga política con un argumento perfectamente hilvanado que nos engancha desde el principio y cuya tensión crece sin parar hasta el climax final. Y ello con muy pocos elementos: una trama sencilla, escasos personajes y un escenario único, el pueblo de Harper, donde transcurre casi toda la película. Y es precisamente en el dominio de estos pocos elementos y en cómo Welles sabe sacarles todo el partido posible donde podemos comprobar la genialidad del director. Y es que Orson Welles demuestra de nuevo, como había hecho ya en su debut cinematográfico con Ciudadano Kane (1941), su comprensión de las claves del lenguaje cinematográfico y su explotación al máximo como recurso narrativo. La película está repleta de pequeños detalles visuales que actúan como un narrador silencioso (el detalle de la pipa rota, por ejemplo), al tiempo que Welles incide en el uso de la fotografía para crear una atmósfera amenazadora y tétrica a base de claroscuros y se sirve de la cámara, con planos forzados o contrapicados, como un recurso expresivo más. Con todo ello, consigue crear un ambiente único en la película y que es una de las claves que hacen que de El extraño una pequeña maravilla a nivel narrativo y visual.

Con ello, Welles consigue insuflar de vida, de carácter, a una historia bastante sencilla que quizá en manos de otro hubiera dado lugar a un film menor y sin demasiado interés. Pero Welles saca petróleo del guión y consigue crear una atmósfera amenazante que va creciendo lentamente con una graduación medida al milímetro. El control de los tiempos, el ritmo perfecto que le da al relato son otra de las claves de El extraño.

A menudo se reconoce a Welles como uno de los más grandes directores de la historia del cine. Sin embargo, para mí se trata también de uno de los mejores actores y ello queda más que patente en este caso. Si bien la película cuenta con la sólida presencia de Edward G. Robinson y muy buen trabajo de Loretta Young, sin duda es el propio Orson Welles el que nos hipnotiza con su poderosa presencia. En cada secuencia en que aparece, roba por completo el protagonismo a cualquiera que se le acerque.

Al final, El extraño termina imponiéndose como un apasionate film de intriga dominado por una atmósfera sobrecogedora, un ritmo perfecto y un control total por parte del director de todo lo que implica el lenguaje cinematográfico. Algo al alcance de muy pocos directores a lo largo de la historia del cine. 

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