El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 15 de enero de 2017

El amor en los tiempos del cólera



Dirección: Mike Newell.
Guión: Ronald Harwood (Novela: Gabriel García Márquez).
Música: Antonio Pinto.
Fotografía: Alfonso Beato.
Reparto: Javier Barden, Giovanna Mezzogiorno, John Leguizamo, Laura Elena Harring, Benjamin Bratt, Catalina Sandino Moreno, Hector Elizondo, Ana Claudia Tarancón, Liev Schreiber, Angie Cepeda, Unax Ugalde.

Siendo aún un muchacho, Florentino Ariza (Javier Barden) conoce a Fermina Daza (Giovanna Mezzogiorno) y se enamora de ella al instante. A través de cartas, le declara su amor y ella llega a corresponderle. Sin embargo, su padre (John Leguizamo), al conocer el romance, decide llevarse lejos a su hija para que se olvide del joven.

Adaptación de la célebre novela de García Márquez, El amor en los tiempos del cólera (2007) parece que ha puesto de acuerdo a la crítica en cuanto a que se trata de una fallida adaptación de la novela. Resulta evidente, sin embargo, que nunca se deben hacer comparaciones entre dos géneros dispares, con sus propias leyes y principios. Si bien siempre es complicado mantener la distancia entre literatura y cine, se hace siempre imprescindible, por lógica y justicia.

Centrándonos por lo tanto en El amor en los tiempos del cólera exclusivamente como un producto cinematográfico, analicemos sus méritos intrínsecos, y sus deméritos, mayores que los primeros me temo.

A favor de esta producción podemos reseñar el esfuerzo puesto en todo lo relativo a ambientación, vestuario y puesta en escena, con una fotografía por momentos preciosista y una banda sonora con buen gusto. Se adivina a las claras que Mike Newell abordaba con cierta ambición este proyecto, tal vez por el peso del modelo, que merecía evidentemente una cuidada y meticulosa adaptación.

Sin embargo, los aciertos de la película prácticamente se quedan reducidos a esto, a la parte técnica, además del buen trabajo de Javier Barden, un actor excelente al que tampoco considero responsable de la poca entidad de su personaje, algo más achacarle al guión que a las dotes interpretativas del actor.

El gran problema de El amor en los timepos del cólera es que, siendo como es un film decididamente romántico, al menos en sus intenciones, Mike Newell no logra captar la esencia de lo que encierra el argumento, contagiar al espectador de la pasión de Florentino, hacer cercanos y vivos a los personajes, conseguir que nos olvidemos de que se trata de una ficción y vivamos la historia como en un suspiro. El fracaso de Newell es que Florentino parece un fantoche, un alma en pena y no un amante fiel. Cuesta entender que las mujeres se sientan atraídas por él e incluso que sea un hombre capaz de guardar esa lealtad incondicional a su primer amor. Por momentos, incluso nos provoca risa, lo cuál es realmente demoledor.

Fermina, por su parte, es presentada como una mujer fría, casi sin sangre en las venas y es difícil entender cómo puede alimentar una pasión de más de cincuenta años. Es más, ese amor juvenil se queda en muy poca cosa, pues no llega a concretarse de manera que podamos vivirlo con Florentino, que compartamos su pasión y su fe en su amada. Tampoco se hace del todo claro el motivo por el que ella, de pronto, cambia su amor por Florentino en desprecio, en un segundo. Ni por supuesto, se ofrece una explicación profunda de los problemas de Fermina en su matrimonio, episodio por el también se pasa de manera superficial y ligera. Hemos de adivinar la pertenencia de los esposos a dos mundos distintos como una de las causas de su distanciamiento, pero también la falta de espíritu de un médico dominado por su madre, que solo valora lo práctico, lo bien visto por la sociedad, el estatus... y la estabilidad de un matrimonio aburrido frente a lo que se intuye que desearía ella.

Y es que en realidad, el guión parece quedarse en la superficie de las cosas, pasa por encima de los sentimientos y los personajes sin lograr captar su esencia, de manera que la historia se nos queda en un mero relato superficial, que a veces parece más una especie de broma o una caricatura de los sentimientos que intenta reflejar. Newell se recrea en lo banal, carga las tintas en lo absurdo o lo grotesco y nunca consigue llegar al corazón o al alma de los personajes.

El resultado es una película plana y repetitiva. Solo en muy contados momentos el guión se detiene en explicar o mostrar lo que se supone que late debajo de los ropajes y los decorados suntuosamente recreados. Tan solo recuerdo un par de frases que llegan en realidad a traspasar lo meramente decorativo y eso es muy poco para un film tan largo y que cuenta tan poco.

Es bastante triste constatar como las formas acaban devorando el contenido. Cómo parece que ni guionista ni director han sabido entender qué tenían entre manos, bien por dejadez o ignorancia, los que nos deja como resultado una película preciosista pero fría, un romance que hace aguas porque no logra conmovernos, contagiarnos de lo que quiere ser un amor incondicional y maravilloso, de esos por los que vale la pena vivir y morir, y que se queda en algo casi mecánico, de costumbre, rutinario y frío. Una idea que se merecía muchísimo más.

2 comentarios:

  1. Hola manuel. Le recomendé esta película a un amigo pero no salió del todo bien, a mi amigo no acabó de gustarle al igual que a ti por lo que leo en tu comentario. A mi, sin embargo, sí me gustó. Tal vez porque me transmitió la idea de un amor incombustible y aunque el personaje ciertamente es muy apocado y contradictorio, es curioso como la protagonista se sorprende de la duración de ese sentimiento durante tantos años y acaba sucumbiendo a tanto tesón tras recordar los tiempos de idealización del personaje y la profundidad,entonces, de sus sentimientos. Es una historia curiosa también por el planteamiento final de sus vidas, intentando a toda costa recuperar el tiempo perdido como si fuesen
    adolescentes. Es algo diferente aunque reconozco que en el aspecto formal del guión no se profundiza mucho en los personajes y sus sentimientos. Un saludo

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    1. Yo la vi como un quiero y no puedo. Una gran idea que no supieron plasmar convenientemente. Un saludo y de nuevo gracias por tus comentarios.

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