El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 8 de enero de 2017

Caza a la espía



Dirección: Doug Liman.

Guión: Jen Butterworth, John-Henry Butterworth (Biografía: Valerie Plame).

Música: John Powell.

Fotografía: Doug Liman.

Reparto: Naomi Watts, Sean Penn, Sam Shepard, Ty Burrell, Bruce McGill, Michael Kelly, Brooke Smith, David Denman.

Valerie Plame (Naomi Watts) es una agente de la CIA encargada de investigar la existencia o no de armas de destrucción masiva en Irak, un extremo que sus indagaciones parecen desmentir sin lugar a dudas. Sin embargo, desde la Casa Blanca se afirma todo lo contrario, contradiciendo sus informes.

Caza a la espía (2010) se basa en los libros escritos por la verdadera Valerie Plame para denunciar cómo miembros de la Casa Blanca desvelaron su verdadera identidad como espía de la CIA como venganza contra su marido, Joseph Wilson, por denunciar en un artículo en The New York Times las falsedades con las que el mismísimo presidente de Estados Unidos quería justificar su guerra contra Saddam Hussein, encubriendo y falseando los datos que demostraban que no había armas de destrucción masiva en Irak.

Normalmente, este tipo de argumentos puede dar lugar a historias complejas, alejadas de los guiones más o menos sencillos a los que nos suele tener acostumbrados el cine de Hollywood. Y esta película no es una excepción. Hay multitud de personajes, datos, fechas y acontecimientos que en algunos momentos pueden dificultar la completa comprensión de los detalles a que se refiere la película. Sin embargo, la trama principal queda perfectamente explicada en todo momento, con lo que el hecho de que algunos detalles puedan quedar en el aire tampoco afecta para nada al hilo fundamental de la historia que, al tiempo, gracias a la profusión de esos detalles, adquiere la densidad necesaria, lo que contribuye a que nos sintamos en medio de una trama auténtica, como es el caso.

Caza a la espía es una denuncia lúcida y certera de cómo un gobierno puede manipular los datos y engañar a su propia gente aprovechándose de un clima de histeria colectiva fomentado también por ellos mismos. Es la mentira perfectamente orquestada con el fin de llevar a cabo sus planes, sin importar a quién se puedan llevar por delante. La frialdad con la que se decide el futuro de civiles inocentes resulta especialmente alarmante y dolorosa.

Pero además, la película es una advertencia clara y muy creíble, sin caer en patriotismos baratos, de los peligros reales de cualquier democracia cuando el gobierno decide manipular y engañar a sus propios conciudadanos, fomentando la mentira y una especie de caza de brujas encubierta asentada en difamaciones y falsedades. El discurso final de Sean Penn es revelador, conciso y rotundo, y lamentablemente más cercano de lo que será deseable.

Doug Liman consigue además aumentar la sensación de realidad con una dirección sencilla y jugando con la cámara, a veces demasiado nerviosa y a veces con planos algo forzados, es cierto, pero aportando una dosis de espontaneidad y naturalidad que contribuyen a dar esa sensación de improvisación acorde con las intenciones de darle al film un tono cercano que refuerce el hecho de que estamos ante una historia basada en hechos reales.

Fundamental también es el trabajo de Naomi Watts y de Sean Penn, con unas interpretaciones muy realistas e intensas, al tiempo que naturales. Sin duda, ambos contribuyen decisivamente a que sus personajes resulten totalmente creíbles.

Caza a la espía es un film con un mensaje muy actual y muy interesante, especialmente inquietante por cuanto no se trata de una mera ficción más o menos probable, sino de algo que sucedió realmente y que en España también vivimos muy de cerca, con aquella alianza contra el mal de tristísimo recuerdo. Muy recomendable.

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