El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 29 de enero de 2017

Resacón en Las Vegas



Dirección: Todd Phillips.
Guión: Jon Lucas y Scott Moore.
Música: Christophe Beck.
Fotografía: Lawrence Sher.
Reparto: Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis, Justin Bartha, Heather Graham, Sasha Barrese, Jeffrey Tambor, Ken Jeong, Rachael Harris, Mike Tyson.

Cuatro amigos se van a Las Vegas para celebrar la despedida de soltero de uno de ellos. A la mañana siguiente, se despiertan en la habitación del hotel con un tigre, un bebé, sin el novio e incapaces de recordar nada de la noche anterior.

El cine actual tiene cosas como Resacón en Las Vegas (2009), que inesperadamente se convierte en la comedia para adultos más taquillera de la historia en los Estados Unidos. Son fenómenos extraños, aquí en España tenemos algún caso reciente parecido, que vienen a explicar el nivel del cine actual, acorde con las expectativas mayoritarias de un público fácil y poco exigente.

Y es que Resacón en Las Vegas no deja de ser una nueva versión de esa comedia golfa, con recurso al humor más básico, algo escatológica, con referencias continuas al sexo, que funciona porque hay una parte del cerebro, muy elemental, que parece disfrutar con bromas de lo más básicas y que, aunque repetidas, siguen teniendo un público más o menos fiel.

Sin embargo, hemos de reconocer algunos méritos que, si bien no explican el tremendo éxito de la película, al menos ayudan a entenderlo en parte. Y es que el guión, por ejemplo, tiene la habilidad de mantener la intriga de lo sucedido en la despedida de soltero de Doug (Justin Bartha), un detalle muy inteligente que despierta de inmediato nuestra curiosidad, consiguiendo nuestro interés hasta no tener la completa explicación de lo acontecido, y más cuando se añaden elementos tan surrealistas como la presencia de un tigre en el baño, un amigo al que le falta un diente o la aparición de un bebé en un armario. Y más detalles curiosos que irán añadiendo confusión e interés a una comedia que toma prestados ciertos elementos de un film de intriga.

Y también la manera en que Todd Phillips va desvelando lo sucedido no está exenta de cierta originalidad, con momentos divertidos, es cierto, y sorpresas constantes, con lo que la película va transcurriendo de manera ágil y amena. Pero también es verdad que algunos momentos parecen un tanto forzados y algunas bromas caen en lo vulgar y no son precisamente muy inteligentes. Es el peaje que hay que pagar en el cine actual, donde a veces se elige el camino más fácil y, por lo que se ve, termina funcionado.

Quizá el problema más serio que le encuentro a la historia es que toda la locura de la fiesta en Las Vegas y lo políticamente incorrecto del guión se disipa de pronto en un final en que todo termina encajando de modo muy civilizado. Las ovejas descarriadas vuelven mansamente al redil y parecen convertirse en ciudadanos sensatos, dispuestos a aceptar sus responsabilidades conyugales y sociales. Para aquellos que creían haber avistado ciertos elementos de crítica social o rebeldía, el final de Resacón en Las Vegas podría resultarles un tanto descorazonador. Y es que en el fondo, es un film sin pretensiones, una comedia para pasar el rato, con algún que otro acierto, pero en general bastante simple, sin verdadero ingenio, y más bien intencionada de lo que podríamos suponer.

Siguiendo la tendencia mercantilista actual, la película dio lugar a un par de secuelas, como no podía ser de otra manera.

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