El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 6 de septiembre de 2018

La sombra de la sospecha



Dirección: Clark Johnson.
Guión: George Nolfi (Novela: Gerald Petievich).
Música: Christophe Beck.
Fotografía: Gabriel Beristain.
Reparto: Michael Douglas, Kiefer Sutherland, Eva Longoria, Kim Basinger, Martin Donovan, Gloria Reuben, David Rasche, Ritchie Coster, Blair Brown.

Pete Garrison (Michael Douglas), un veterano en el servicio secreto de la Casa Blanca, recibe el soplo de que hay un topo entre los miembros de la escolta presidencial que planea matar al presidente. Por una serie de circunstancias, las sospechas recaerán sobre él.

La sombra de la sospecha (2006) quiere jugar a ser un apasionante thriller político aderezado con asuntos personales e íntimos de su protagonista, en un intento de resultar más apasionante y emotivo. Pero, por desgracia, no convence en ninguno de estos capítulos.

Para empezar, las películas que implican la seguridad del presidente de los Estados Unidos suelen ser un tanto inverosímiles, en general por simplistas. Para cualquier espectador resulta siempre dudoso la facilidad como se suelen plantear este tipo de tramas, donde llegar a la alcoba misma del presidente parece casi un juego de aficionados.

Y es exactamente lo que sucede con La sombra de la sospecha, que arranca con cierta emoción e intriga pero que, cuando se va descubriendo la conspiración, va perdiendo fuerza hasta caer en una sucesión de banalidades y un desenlace chapucero. Y es que una buena intriga no se logra con cuatro estereotipos y unos malos de chiste. Da la impresión de que los guionistas no se estrujaron demasiado el cerebro, limitándose a una trama demasiado elemental y nada convincente, más propia de un film de serie B.

Pero tampoco a la hora de mostrarnos los problemas personales de Pete Harrison los guionistas se muestran mucho más inspirados. Su relación amorosa con la esposa del presidente, papel que recae en una inexpresiva Kim Basinger, se despacha también con un par de escenas banales y la declaración de Pete de que la ama expuesta casi de pasada. Ni resulta convincente dicha relación ni tampoco se sabrá nada de quién ha descubierto el romance y le envía fotos acusadoras. Otro aspecto de la historia que se queda en tópicos superficiales.

Y su conflicto con David Breckinridge (Kiefer Sutherland), un colega del servicio secreto, tampoco llega a concretarse demasiado. Se habla de una infidelidad, pero también de pasada, solamente para crear un punto más de tensión dramática, pero que de cualquier manera no parece que se tenga la intención de profundizar en él, como en todo lo anterior.

El resultado de tanta falta de concreción es que la trama, en su dos vertientes, está mal expuesta, superficialmente, y no consigue convencernos y, mucho menos, interesarnos. Es más, el guión ni se molesta en aclarar todos los cabos sueltos, no sé si a propósito o simplemente por dejadez.

Para colmo, las escenas cruciales de la historia se filman de manera confusa, sin imaginación y con total falta de emoción. Da igual que Pete resulte herido, porque es todo tan burdo que no logra implicarnos en absoluto.

En cuanto al reparto, Johnson cuenta con Michael Douglas, un veterano todo terreno que, sin embargo, nunca terminó de convencerme como actor y eso que en esta película no me resulta tan artificial como de costumbre. Kiefer Sutherland creo que tiene potencial, pero su papel no permite gran cosa. Eva Longoria parece que está ahí más como objeto decorativo y Kim Basinger resulta demasiado rígida, como acartonada.

Definitivamente, un film fallido en cuanto a argumento, tensión y emoción. Un cúmulo de simplicidades que resulta confuso, como si el guión no hubiera terminado de concretarse y se quedara a medias.

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