El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Safe



Dirección: Boaz Yakin.
Guión: Boaz Yakin.
Música: Mark Mothersbaugh.
Fotografía: Stefan Czapsky.
Reparto: Jason Statham, Catherine Chan, Robert John Burke, James Hong, Anson Mount, Chris Sarandon, Sándor Técsy, Joseph Sikora, Igor Jijikine.

La pequeña Mei (Catherine Chan) es una niña superdotada para las matemáticas, por lo que la mafia china la utilizará como medio para trasmitir información confidencial de manera segura. Un día, su camino se cruza con el de Luke (Jason Statham), un ex agente caído en desgracia que decide proteger a la niña de las mafia rusa que la persigue.

Un film más de acción para lucimiento de la figura emergente de Jason Statham que, si somos sinceros, se mueve como pez en el agua en este tipo de papeles que solo requieren músculo y una mirada implacable. Statham, por méritos propios, ha heredado el primer puesto como duro del barrio.

Por lo demás, pocas novedades argumentales en Safe (2012), que se mueve dentro de los parámetros más manoseados de este tipo de películas. Puestos a enumerar tópicos, empezaremos por el personaje de Statham, un antiguo agente corrupto que, arrepentido, decidió dejar la mala vida. Pero su suerte, negra, lo persigue y, por no dejarse ganar en una pelea, la mafia rusa matará a su mujer, dejándolo, extrañamente, con vida como penitencia. El héroe, pues, ha tocado fondo: vive en la calle, es despreciado por sus antiguos compañeros y piensa seriamente en suicidarse.

Más tópicos: los malos son seres despiadados, de una crueldad aborrecible, que no dudan en matar a cualquier inocente que se ponga a su alcance, sean mujeres o niños. No son retratos realistas, sino simples caricaturas del mal, dibujados para asustarnos al máximo y que luego, en manos de nuestro protagonista, irán cayendo como un castillo de naipes, lo que pone seriamente en duda su tan terrible poder como malvados aterradores.

El director, Boaz Yakin, adorna todos estos elementos con una violencia desatada, a cuyo servicio está construido todo el entramado argumental, incluyendo un extraño y un tanto confuso intercambio de dinero por un disco repleto de datos incriminatorios que implica hasta la alcalde. Y es que en Safe, salvo Luke y Mei, todos los demás implicados son basura, desde los mafiosos sanguinarios a la policía corrupta y los políticos avariciosos e inmorales. El problema es que todas estas derivaciones argumentases se quedan en meras disculpas para el desarrollo de la violencia, no tienen peso real en la película, son como adornos. En realidad, bien mirado, el argumento está repleto de situaciones un tanto extrañas, a veces confusas, a veces sin mucho sentido. Lo único que cuenta aquí son las escenas de violencia, de muerte, de venganza, única meta y objetivo de Safe.

Lo novedoso aquí sería la aparición de la pequeña Mei, una niña super dotada, que ofrece unas posibilidades narrativas originales. Sin embargo, hay que reconocer que su personaje se desaprovecha casi por completo, pues poco a poco se va quedando marginado y termina siendo casi decorativo, con lo que no se le saca todo el potencial que tenía.

En cuanto a la puesta en escena, Yakin recurre a ese estilo nervioso de dirección que llena la pantalla de disparos, ruido, golpes, caos, muertes y confusión. Es una manera de dirigir que se ha convertido ya en un estereotipo y que, por lo tanto, ha perdido su capacidad de sorprender para caer en lo rutinario, dando lugar a films nerviosos y a veces un tanto caóticos que en realidad ocultan bajo esta técnica una ausencia casi total de contenido, supeditado a una acción trepidante que lo domina todo.

Pero quizá lo peor de Safe vuelva a ser esa especie de moral idiota que suele presidir este tipo de películas de acción. Imagino que es una manera de justificar éticamente tanta violencia, a veces gratuita. Y consiste en que el bueno de la película solo puede matar a los realmente malos, teniendo que hacer algún acto noble, redentor, que le diferencie de los verdaderos criminales, seres despiadados que pagarán con sus vidas. Luke, en este caso, redime sus malas acciones pasadas salvando a la niña y, un detalle crucial también, renunciando al botín de treinta millones de dólares, pues un hombre honrado no puede, según esta moral, aprovecharse de un dinero manchado de sangre. En realidad, este tipo de películas son una especie de orgía de violencia que dista mucho de resultar mínimamente edificante o defendible, a pesar de esos estúpidos intentos de justificar esa violencia y al protagonista que tiene que servirse de ella sin poder evitarlo.

Safe, en resumidas cuentas, no aporta nada realmente imaginativo al mundo de los films de acción, repitiendo fórmulas y desarrollos ya muy convencionales en este tipo de películas. Se queda en mero pasatiempo para seguidores de Jason Statham o fanáticos del género.

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