Dirección: Michael Curtiz.
Guión: Lillie Hayward y Joseph Petracca (Historia: James Edward Grant).
Música: Jerome Moross.
Fotografía: Ted D. McCord.
Reparto: Alan Ladd, Olivia de Havilland, Dean Jagger, David Ladd, John Carradine, Cecil Kellaway, James Westerfield, Harry Dean Staton, Henry Hull, Tom Pittman.
El pequeño David (David Ladd) pierde el habla cuando ve como matan a su madre durante la Guerra de Secesión. Una vez terminado el conflicto, su padre John Chandler (Alan Ladd) parte con el niño en busca de un médico que pueda curarlo.
Lo primero que debería hacer es avisar tanto a los amantes del western como a los que no lo son que El rebelde orgulloso (1958) es más un drama que un film del oeste. Salvo por estar ambientado en los años que siguieron a la Guerra de Secesión, por todo lo demás se asemeja más a una película de Douglas Sirk que a una de John Ford.
El rebelde orgulloso cuenta un drama sencillo y quizá ahí reside su debilidad. Tanto la historia del trauma de David como el conflicto con los Burleigh se presentan y se desarrollan de manera un tanto simplista y, en el caso de los Burleigh, sin matices: esta familia de ganaderos son malos, sin más. Ello resta fuerza al drama, pues parece todo demasiado teatral y los protagonistas se quedan a un nivel muy superficial.
La relación del padre y el niño, a la que se suma Linnett (Olivia de Havilland) cuando los acoge en su rancho, tiene todos los elementos clásicos del dramón más ortodoxo. Pero falta quizá más mano izquierda, no presentarlo de manera tan básica y, además, tan predecible. Por mucho que el guión intente cargar las tintas en el problema familiar, se adivina el final feliz en todo momento, con lo que la historia avanza sin demasiada emoción.
Incluso la relación entre John y Linnett se queda en muy poca cosa, sin que la supuesta relación afectiva que creemos que puede surgir entre ambos pase de un par de miradas.
Michael Curtiz intenta dignificar la historia con una puesta en escena eficaz y con algunos momentos de cierta belleza formal, pero tampoco puede sacar mucho más de unos personajes y una situación tan limitados. La sensación, a veces, es la de una sucesión de escenas un tanto teatrales que empujan a los personajes hacia un desenlace bastante predecible.
Alan Ladd comparte protagonismo con su hijo David y una madura Olivia de Havilland que, en un ejercicio de cierto realismo que se agradece, aparece sin maquillar, aportando quizá la nota más auténtica de la película.
El rebelde orgulloso es un film mediocre que no aporta nada especialmente reseñable ni al western ni al drama familiar.
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