El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 5 de enero de 2022

Odessa



Dirección: Ronald Neame.

Guión: Kenneth Ross y George Markstein (Novela: Frederick Forsyth).

Música: Andrew Lloyd Webber.

Fotografía: Oswald Morris.

Reparto: John Voight, Maximilian Schell, Maria Schell, Mary Tamm, Derek Jacobi, Peter Jeffrey, Klaus Löwitsch.

En 1963, un judío anciano se suicida en Hamburgo. Su diario, donde relata su estancia en un campo de prisioneros en Riga durante la Segunda Guerra Mundial, cae en manos de Peter Miller (John Voight), un periodista que, tras leerlo, se obsesionará con capturar al capitán al mando de ese campo, el carnicero Eduard Roschmann (Maximilian Schell). 

Con una base real, pues la organización Odessa, dedicada a proteger a militares nazis en la postguerra procurándoles nuevas identidades, realmente existió, la película Odessa (1974) se basa en uno de los bestsellers de Frederick Forsyth, escritor especializado en novelas de intriga con base política y cuya primera novela El día del Chacal, otro gran éxito, también se había llevado al cine en 1973 con el título Chacal (Fred Zinnemann).

Lo más interesante de este thriller es sin duda el sólido guión en que se asienta. Se nota que hay un trabajo de investigación minucioso en el origen de la historia, que se presenta con un aire de autenticidad elogiable, si bien en algunos pasajes tenemos cierta sensación de casualidad demasiado evidente. A pesar de ello, sin duda Odessa contiene suficientes elementos para que, a pesar de su duración, nos mantenga en vilo durante todo el metraje. Las peripecias Miller, siempre jugando en el filo de la navaja y con la red Odessa siguiéndole los pasos, nos garantizan una tensión constante. 

Pero Odessa también resulta más que interesante por la denuncia de la supervivencia de una red de antiguos nazis que seguían alimentando sus locas ideas y no habían renunciado a ninguna de sus aspiraciones a pesar de la derrota.

Incluso la sorpresa argumental final encaja con naturalidad en la historia y, a pesar de lo sorprendente de la misma, no me pareció un recurso efectista barato como suele suceder a menudo en películas con un guión menos preciso que este.

El desenlace puede pecar de precipitado, es cierto, pero tampoco veo un gran interés en prolongarlo más, una vez que ya se ha resuelto todo el misterio.

Quizá técnicamente el film no sea del todo brillante, en especial la fotografía, así como que uno tiene la sensación de que tal vez en manos de otro director el resultado hubiera podido ser mejor. Odessa no puede negar su filiación británica ni el momento en que se rodó, lo que nos proporciona un relato que parece más verídico que si se tratase de una producción norteamericana, pero en donde se pierde algo de ritmo y de intensidad dramática.

Y tampoco cuenta con un gran reparto, si bien John Voight realiza un trabajo correcto, aunque yo destacaría por encima de todos a Derek Jacobi en su breve aparición, actor que se haría famoso más adelante como el emperador Claudio en la serie británica Yo, Claudio (1976). La actriz Maria Schell, que da vida a la madre de Peter Miller, era hermana de Maximilian Schell.

Es interesante señalar cómo en aquellos años setenta del siglo XX el tema de los nazis escapados de la justicia adquirió cierta notoriedad en el cine, pues además de Odessa recuerdo títulos como Marathon man (John Schlesinger, 1976) o Los niños del Brasil (Franklin J. Schaffner, 1978).

Sin ser un film redondo, Odessa resulta un thriller honesto y bien construido que denuncia la pervivencia de la ideología nazi y cómo los viejos criminales de guerra había lavado su imagen pero seguían con sus viejos sueños y sus odios viscerales.

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