Dirección: Ronald Neame.
Guión: Kenneth Ross y George Markstein (Novela: Frederick Forsyth).
Música: Andrew Lloyd Webber.
Fotografía: Oswald Morris.
Reparto: John Voight, Maximilian Schell, Maria Schell, Mary Tamm, Derek Jacobi, Peter Jeffrey, Klaus Löwitsch.
En 1963, un judío anciano se suicida en Hamburgo. Su diario, donde relata su estancia en un campo de prisioneros en Riga durante la Segunda Guerra Mundial, cae en manos de Peter Miller (John Voight), un periodista que, tras leerlo, se obsesionará con capturar al capitán al mando de ese campo, el carnicero Eduard Roschmann (Maximilian Schell).
Con una base real, pues la organización Odessa, dedicada a proteger a militares nazis en la postguerra procurándoles nuevas identidades, realmente existió, la película Odessa (1974) se basa en uno de los bestsellers de Frederick Forsyth, escritor especializado en novelas de intriga con base política y cuya primera novela El día del Chacal, otro gran éxito, también se había llevado al cine en 1973 con el título Chacal (Fred Zinnemann).
Lo más interesante de este thriller es sin duda el sólido guión en que se asienta. Se nota que hay un trabajo de investigación minucioso en el origen de la historia, que se presenta con un aire de autenticidad elogiable, si bien en algunos pasajes tenemos cierta sensación de casualidad demasiado evidente. A pesar de ello, sin duda Odessa contiene suficientes elementos para que, a pesar de su duración, nos mantenga en vilo durante todo el metraje. Las peripecias Miller, siempre jugando en el filo de la navaja y con la red Odessa siguiéndole los pasos, nos garantizan una tensión constante.
Pero Odessa también resulta más que interesante por la denuncia de la supervivencia de una red de antiguos nazis que seguían alimentando sus locas ideas y no habían renunciado a ninguna de sus aspiraciones a pesar de la derrota.
Incluso la sorpresa argumental final encaja con naturalidad en la historia y, a pesar de lo sorprendente de la misma, no me pareció un recurso efectista barato como suele suceder a menudo en películas con un guión menos preciso que este.
El desenlace puede pecar de precipitado, es cierto, pero tampoco veo un gran interés en prolongarlo más, una vez que ya se ha resuelto todo el misterio.
Quizá técnicamente el film no sea del todo brillante, en especial la fotografía, así como que uno tiene la sensación de que tal vez en manos de otro director el resultado hubiera podido ser mejor. Odessa no puede negar su filiación británica ni el momento en que se rodó, lo que nos proporciona un relato que parece más verídico que si se tratase de una producción norteamericana, pero en donde se pierde algo de ritmo y de intensidad dramática.
Y tampoco cuenta con un gran reparto, si bien John Voight realiza un trabajo correcto, aunque yo destacaría por encima de todos a Derek Jacobi en su breve aparición, actor que se haría famoso más adelante como el emperador Claudio en la serie británica Yo, Claudio (1976). La actriz Maria Schell, que da vida a la madre de Peter Miller, era hermana de Maximilian Schell.
Es interesante señalar cómo en aquellos años setenta del siglo XX el tema de los nazis escapados de la justicia adquirió cierta notoriedad en el cine, pues además de Odessa recuerdo títulos como Marathon man (John Schlesinger, 1976) o Los niños del Brasil (Franklin J. Schaffner, 1978).
Sin ser un film redondo, Odessa resulta un thriller honesto y bien construido que denuncia la pervivencia de la ideología nazi y cómo los viejos criminales de guerra había lavado su imagen pero seguían con sus viejos sueños y sus odios viscerales.
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