Dirección: Ralph Nelson.
Guión: John Gay (Novela: Theodore V. Olsen).
Música: Roy Budd.
Fotografía: Robert B. Hauser.
Reparto: Candice Bergen, Peter Strauss, Donald Pleasence, John Anderson, Jorge Rivero, Dana Elcar, Bob Carraway, Martin West.
Camino de Fuerte Reunión, un destacamento de caballería, con el que viaja Cresta Lee (Candice Bergen), una mujer blanca que ha estado prisionera de los cheyenes y que va a reunirse con su prometido, es atacado por los indios. Solo la mujer y el soldado Honus Gent (Peter Strauss) sobreviven.
El western clásico había muerto y en los años setenta las películas del oeste abordaron el género de un modo muy diferente. Es lo que se llamó western revisionista que, aprovechando la nueva mentalidad de la época, ponía abiertamente en cuestión la imagen que se había trasmitido de manera más o menos generalizada de los indios salvajes y la labor "civilizadora" de la colonización blanca. Soldado azul (1970) se inscribe en esa corriente y de un modo claro opta por un posicionamiento en favor de los indios americanos.
Aunque quizá fuera más justo afirmar que se decanta claramente por la paz; pues, si bien es cierto que el final es una crítica sin paños calientes a la barbarie blanca en su exterminio de los indios, también es verdad que, en el ataque cheyene del comienzo, los indios matan sin piedad a los soldados, incluso cuando el capitán enarbolaba la bandera blanca.
A pesar de estos mensajes pacifistas, la película se centra en su mayor parte en la relación que se establece entre Cresta y Honus mientras intentan llegar a Fuerte Reunión tras la aniquilación del destacamento. Honus es un joven ingenuo y con escasa experiencia en la vida y en el ejército. Cresta es todo lo contrario: su vida con los cheyenes le ha dado experiencia y una buena dosis de realismo, de manera que no es la frágil damisela que se podría esperar y es ella la que sabe lo que hay que hacer para sobrevivir en medio de la nada. Si por Honus fuera, no llegarían muy lejos.
Como es de esperar, el viaje va uniendo a los dos personajes, que terminan enamorándose. Sin embargo, ello no deja de resultar anecdótico. Soldado azul no busca contar una bonita historia de amor, sino el camino hacia la madurez de Honus y como, de la mano de Cresta, va saliendo de su ingenuidad y cambiando su manera de pensar y de ver las cosas. Cuando termine su periplo, Honus será otra persona y el ataque al poblado cheyene por parte de su propia unidad será la última y cruda lección con la que perderá para siempre su candidez.
Honus podría ser, en cierto modo, una metáfora de la propia sociedad norteamericana, que a finales de los sesenta rompe con la América idílica y próspera de los cincuenta y empieza a replantearse todo: la moral tradicional, la familia, la prosperidad y hasta el patriotismo, con la guerra en Vietnam por el medio.
A nivel formal, la película responde claramente a la moda de aquellos años, lo que nos sirve para ver los gustos del momento y, al tiempo, agradecer que algunas de esas señas de identidad se hallan quedado en el olvido, como esa manía de acompañar algunas escenas con una música un tanto empalagosa adornada con una voz femenina que articula sonidos angelicales. O esa extraña mezcla de drama con algunas notas de comedia que, particularmente, me parece un tanto absurda, perjudicando el propio discurso de la historia.
Junto a todo ello, una violencia mucho más explícita empieza a tomar la pantalla sin ningún reparo. Es cierto que hoy en día queda muy artificial, pero eran los medios con los que se contaba entonces y Ralph Nelson parece encontrar cierto gusto en mostrar sangre en abundancia y detalles bastante macabros. El culmen lo encontramos en el ataque al poblado indio, verdadera exhibición de crueldad que aún en la actualidad sigue pareciéndome excesiva y muy desagradable.
En el reparto hay que destacar sin duda alguna a Candice Bergen, que no solo derrocha belleza, sino que está absolutamente convincente. Peter Strauss mantiene el tipo y aunque su aparición es breve, me quedo también con el bueno de Donald Pleasence, un secundario con galones.
Soldado azul no es un western redondo, aunque hemos de reconocer que Ralph Nelson logra mantener el interés con cierta eficacia, y eso que casi todo el peso de la historia recae solamente en los dos protagonistas y que se trata de un film con escasa acción, concentrada en el principio y el final. Más que como una gran película, Soldado azul tiene relevancia en cuanto a su posicionamiento en la evolución del género y como reflejo de los cambios de mentalidad que tuvieron lugar en aquella época.
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