El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 3 de febrero de 2022

La mujer de rojo



Dirección: Gene Wilder.

Guión: Gene Wilder (Historia: Jean Loup Dabadie e Yves Robert).

Música: John Morris.

Fotografía: Fred Schuler.

Reparto: Gene Wilder, Charles Grodin, Joseph Bologna, Judith Ivey, Michael Huddleston, Kelly Le Brock, Gilda Radner, Kyle Heffner, Michael Zorek. 

Teddy Pierce (Gene Wilder) es un  hombre de mediana edad felizmente casado que nunca se vio tentado por aventuras extramatrimoniales. Hasta que conoce a Charlotte (Kelly Le Brock), una espectacular modelo por la que sentirá una atracción irresistible.

Si algo caracteriza a La mujer de rojo (1984), si por algo es recordada mayoritariamente, es por la secuencia en la que Kelly Le Brock baila con su vestido rojo sobre la rejilla de ventilación del garaje. Evidentemente, este momento nos recuerda a Marilyn Monroe en La tentación vive arriba (Billy Wilder, 1955) y ese instante sobre la ventilación del metro que forma parte de la historia del cine. Sin establecer comparación alguna, la aparición de Kelly Le Brock y la reacción de Gene Wilder al verla explican mejor que cualquier discurso la obsesión que invadirá al apocado Teddy por esa modelo.

La mujer de rojo es, en esencia, una advertencia sobre los peligros del adulterio. Los tres amigos de Teddy tienen diversas aventuras y hablan y presumen de ello con la inseguridad de los hombres que se adentran en la madurez con el miedo a perder su poder de atracción sobre las mujeres. Teddy, hasta el momento de cruzarse con Charlotte, es el único que permanece fiel a su esposa y no ha caído en la tentación de afirmar su masculinidad fuera del domicilio conyugal. 

En este sentido, La mujer de rojo no deja de ser la típica historia moralista tan en consonancia con la mentalidad americana. De hecho, Teddy ni siquiera llega a besar a Charlotte. ¡Faltaría más!

Pero, dejando de lado este mensaje nada sutil, la película es una comedia sencilla que, a pesar de sus obviedades, funciona bastante bien. Tal vez, en parte, porque desde el comienzo nos damos cuenta de que no es un film con grandes aspiraciones, pero que en su modestia intenta buscar la comicidad con cierta honradez. No es un film gracioso a toda costa, sino que basa su humor en elementos muy sencillos pero tratados con buen gusto. Por ejemplo, cuando aborda la diferencia generacional, manifestada en el novio de la hija mayor de Teddy, un tipo de aspecto estrafalario y una mentalidad infantil que pretende seducir a Didi (Judith Ivey), la esposa de Teddy, sin que ella se lo tome ni un poquito en serio. O el recurrir al típico malentendido para crear unos momentos divertidos con la compañera de trabajo de Teddy, la señora Milner (Gilda Radner), que se cree pretendida por él. Es un recurso sencillo, pero tratado con elegancia y sin llegar explotarlo de manera compulsiva, con lo que cumple su cometido más que correctamente.

Quizá también lo que enriquece a La mujer de rojo es que, dentro del tono exclusivamente cómico, Gene Wilder no desaprovecha la oportunidad de adentrarse con inteligencia en la personalidad de los protagonistas, en especial con la alusión a la homosexualidad de su amigo Buddy (Charles Grodin), que nos ofrece un momento muy interesante y donde, con una economía de medios admirable, se refleja el sufrimiento del mismo así como el apoyo de Teddy en una escena plenamente lograda y donde se demuestra que una comedia no debe reducirse al chiste fácil, sino que gana mucho con un tratamiento completo de todos los elementos de la historia.

Reconozco que Gene Wilder es un actor que me encanta. Y no sabría decir exactamente el motivo. Lo encuentro un tanto parado, sin la gracia natural de otros cómicos, pero quizá en esa torpeza resida la clave: es diferente a otros actores, tiene su identidad muy definida y en la comedia termina funcionando de maravilla, pues aúna la gracia de quién no pretende ser gracioso a toda costa con cierta ternura natural. En la piel de Teddy, resulta casi imposible no identificarse con su personaje, arrastrado por una visión que parece de otro mundo. Supongo que esto dependerá también del momento y el sexo del que vea La mujer de rojo por primera vez, pero creo que así es. Por su parte, Kelly Le Brock, en su debut en el cine propiciado por su marido de entonces, Victor Drai, productor de la película, me parece la mujer perfecta para su papel y lo que representa. No era una buena actriz, más bien fue una modelo que hizo algunos pinitos en el cine, y su carrera no fue muy productiva, pero es la actriz de ese momento y de ese papel y por ello se quedará en la historia de la comedia.

Atención a las canciones de Steve Wonder, todo un regalo, que además le otorgó el único Oscar al film por la mejor canción original con I Just Called to Say I Love You.

La mujer de rojo no es una comedia perfecta, pero creo que tampoco era lo que se pretendía. Me parece un film con momentos muy interesantes y que, dentro de sus limitaciones, puede proporcionar un entretenimiento muy agradable.

Dos datos más: la película es un remake del film francés Un elefante se equivoca enormemente (Yves Robert, 1976). Y la actriz Gilda Radner, que encarnaba a la señora Milner, fue la esposa de Gene Wilder desde ese mismo año del estreno del film, 1984, hasta su fallecimiento en 1989 con tan solo 42 años.

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