El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 24 de febrero de 2022

Estación Termini



Dirección: Vittorio De Sica.

Guión: Cesare Zavattini, Luigi Chiarini y Giorgio Prosperi (Historia: Cesare Zavattini).

Música: Alessandro Cicognini.

Fotografía: Oswald Morris y Aldo Graziati.

Reparto: Jennifer Jones, Montgomery Clift, Gino Cervi, Richard Beymer, Nando Bruno, Oscar Blando, Memmo Carotenuto, Paolo Stoppa.

Mary Forbes (Jennifer Jones) está en la estación Termini de Roma para emprender el regreso a Estados Unidos, junto a su marido y su hija. Atrás va a dejar a Giovanni (Montgomery Clift), un joven italiano con el que ha vivido una intensa historia de amor.

Estación Termini (1953) es un drama romántico. Al menos, así debemos entenderlo por el argumento y el desarrollo del mismo. Sin embargo, es un drama al que le falta algo más de intensidad y el romanticismo me ha parecido un tanto peculiar. 

Quizá el principal problema que encontré en el film es que no llegamos a conocer de primera mano el romance vivido por los protagonistas. Cuando arranca la historia es al final del mismo, cuando Mary debe regresar a su hogar y, por lo tanto, ha de renunciar a su futuro junto a Giovanni. Con ello, nos perdemos la verdadera dimensión de su amor, que no conoceremos de primera mano. 

Entendemos el dolor que les provoca la separación, que es definitiva, pero sin haber vivido su amor esta despedida pierde bastante fuerza. Además, encuentro que los diálogos entre los amantes, base fundamental de la película, tampoco muestran en toda su dimensión el dolor del momento. Es verdad que en la escena en que Giovanni abofetea a Mary podemos adivinar ese desgarro interior, pero la precipitación del momento y lo radical del comportamiento tampoco hace que nos identifiquemos con Giovanni, sino más bien crea un efecto de rechazo. Lo mismo que cuando le dice a Mary que, si vivieran juntos, él le pegaría en determinadas circunstancias. Este retrato del italiano pasional no pareció el más oportuno en una historia que pretende mostrar el dolor de un amor que se va a truncar irremediablemente. No solo resta autenticidad al enamoramiento de la pareja tras su breve romance, sino que anuncia un futuro para la pareja carente de un amor impoluto, llevándolos a una rutina desconsoladora.

En relación con lo anterior, el retrato de Mary me pareció mucho más adecuado que el de Giovanni, pues él da una imagen mucho más egoísta, lo que resta autenticidad a su supuesto amor por Mary. Ella, mucho más convincente, se ve obligada a volver a su hogar por su deber como esposa y madre, lo que comprendemos perfectamente, así como el dolor que tal decisión le causa, precisamente porque no puede hacer lo que, de ser libre, hubiera deseado.

Quizá resultan más interesantes los retazos de neorrealismo que nos muestra el director, especialista en el género, con las figuras de empleados y viajeros de la estación. Aquí el acercamiento es mucho más certero y nos proporciona algunos momentos de emoción más eficaces que los de Mary y Giovanni.

Así todo, también esto nos lleva a comprobar cómo ha envejecido la película, en especial cuando la pareja protagonista es llevada ante la presencia del comisario por haberse atrevido a besarse a escondidas. Entendemos la moralidad de la época, pero no deja de resultar bastante chocante la situación.  

En cuanto al trabajo de los dos protagonistas, he de reconocer que Jennifer Jones nunca me ha gustado demasiado. Pero, al ser la esposa de David O. Selznick, tenía asegurado un puesto en algunas de sus producciones. Sin embargo, en esta ocasión, por extraño que pueda parecer, su trabajo me convenció más que el de Montgomery Clift, un gran actor que parece que no termina de creerse su papel de amante latino y su interpretación resulta fría en algunos momentos y extraña en el resto.

Estación Termini muestra en su conjunto algunas virtudes de un enfoque afín al neorrealismo, huyendo de efectismos, salvo momentos puntuales; pero esto es a la vez lo que lo convierte en un relato bastante frío en su mayor parte. El final del romance de los protagonistas nunca me llegó a conmover verdaderamente y eso es lo peor que se podría esperar. En general, Estación Termini está por debajo de lo que cabría esperar del director, de los protagonistas y del tema tratado.

Como curiosidad, decir que algunos de los diálogos los escribió Truman Capote. 

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