El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 22 de mayo de 2022

Malas calles



Dirección: Martin Scorsese.

Guión: Martin Scorsese y Mardik Martin (Historia: Martin Scorsese).

Música: Varios.

Fotografía: Kent L. Wakeford.

Reparto: Robert De Niro, Harvey Keitel, David Proval, Amy Robinson, Richard Romanus, Cesare Danova, Victor Argo, George Memmoli, Lenny Scaletta, Jeannie Bell, Murray Mosten, David Carradine, Robert Carradine.

Charlie (Harvey Keitel) trabaja como cobrador para su tío, Giovanni Cappa (Cesare Danova), un mafioso local, al tiempo que intenta ayudar a su amigo Johnny Boy (Robert De Niro), un tipo irresponsable que debe dinero a medio barrio de Little Italy.

Malas calles (1973) corresponde a los inicios de Martin Scorsese por hacerse un hueco en la industria del cine. Es una obra muy personal, pues se basa en una historia del propio director que nos habla del barrio de Little Italy, donde se crió, y un ambiente que conocía a la perfección.

Gran parte de la crítica alabó la obra en su momento, por fresca, personal y novedosa, pero con Scorsese me pasa algo curioso: reconozco que Taxi Driver (1976) es una obra maestra, pero encuentro que el resto de sus películas no alcanzan el mismo nivel y, en general, es un director que no termina de convencerme, a pesar de reconocer sus méritos. Y, sinceramente, Malas calles me parece una película mediocre. 

No cabe duda de que se trata de una propuesta muy especial y con un marcado sello personal. Esto sin duda alguna ha de valorarse en su justa medida. Siempre es interesante ver a alguien que intenta expresarse de manera personal y que desafía las normas establecidas. Muchos avances, no solo en la industria del cine, tienen su origen en iniciativas arriesgadas que van contra corriente. Sin embargo, el mero hecho de oponerse a las normas, de expresarse con originalidad, no nos exime de valorar el acierto o no de la propuesta con cierto rigor. También hay que tener en cuenta el gusto de cada uno y reconozco que mi punto de vista sobre Malas calles no deja de ser muy personal, pero no podría tener otro, evidentemente.

Para empezar, la estética de la película no me gustó. Es cierto que ofrece una imagen sombría de los bajos fondos, lo que sin duda está en consonancia con lo que se cuenta, pero estéticamente no me convenció. De la misma manera que la constante presencia de canciones populares acompañando la acción me terminó cansando. Cuando se abusa de un recurso, puede suceder que nos sature.

Sin embargo, lo que menos me convenció de Malas calles son otros aspectos mucho más trascendentales.

Por un lado, los diálogos me parecieron de muy poco nivel. Imagino que se pretendía reproducir fielmente el tipo de conversaciones de los ambientes bajos, pero el resultado es algo deficiente. Además, el recurso de repetir una palabra constantemente por los interlocutores durante una conversación no solo no aportaba nada de interés al diálogo, sino que caía en lo absurdo ("¿Qué ese esto?. ¿Esto?. Sí, esto. ¿Esto?"). En un momento concreto puede usarse este recurso, pero, como con la música, la repetición no es la mejor solución.

La intención de Scorsese de mostrar el día a día en Little Italy y en concreto de un grupo de conocidos, pequeños mafiosos y vividores, es un punto de partida interesante, pero hay que dotar a la historia de un punto de interés y cierto peso específico. La constante repetición de situaciones, el prestamista Michael Longo (Richard Romanus) intentando cobrar la deuda de Johnny Boy con la intermediación de Charlie, no hace avanzar consecuentemente la historia, que a veces da risa y a veces provoca extrañeza, en parte porque tampoco los personajes están bien construidos. Solamente Charlie adquiere cierto peso y podemos llegar a comprender sus aspiraciones. Pero incluso con Charlie abundan las situaciones extrañas que dificultan poder comprenderlo del todo, como su relación con Johnny Boy o con Teresa (Amy Robinson).

La guinda llega con el desenlace, que se presenta del todo por sorpresa y nos deja un tanto descolocados. No es del todo coherente con el tono del resto de la historia y, en otro alarde de originalidad extrema, Scorsese corta por lo sano cuando estábamos en lo más interesante que habíamos visto desde el comienzo de la película.

Martin Scorsese también intenta dejar su huella como director apartándose de la rutina habitual. Asistimos a una cámara muy subjetiva, con planos que persiguen trasmitir un sello de autor que refuerce el mensaje y el tono personal de la película. Al igual que con el resto de la estética, este enfoque no terminó de convencerme, si bien reconozco el mérito y el esfuerzo por salirse de los patrones más sencillos para aportar un punto de vista diferente. Sin embargo, el resultado final me resulta algo aparatoso y muy poco natural.

A la hora de buscar lo más positivo de Malas calles, me quedo sin dudarlo con el reparto. Harvey Keitel demuestra su gran talento sin ningún género de duda y Robert De Niro brilla especialmente con la variedad de sus registros: puede resultar absolutamente encantador como aparecer como un completo idiota desquiciante. Cada aparición de de Niro es una fiesta.

Malas calles terminó por hacérseme muy larga. Reconozco que me costó aguantarla hasta el final. Solamente la recomendaría para aquellos entusiastas del director que deseen conocer toda su obra.

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