El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 8 de mayo de 2022

Tráfico



Dirección: Jacques Tati.

Guión: Jacques Tati y Jacques Lagrange.

Música: Charles Dumont.

Fotografía: Eduard van der Enden y Marcel Weiss.

Reparto: Jacques Tati, Maria Kimberly, Marcel Fraval, Honoré Bostel, Tony Kneppers, Marco Zuanelli, François Maisongrosse.

Una pequeña compañía francesa de automóviles, Altra, acude a un salón internacional del automóvil en Amsterdam con un original prototipo. Pero el viaje estará repleto de incidentes.

Tráfico (1971) supone la última aparición del Sr. Hulot, el personaje icónico de Jacques Tati, protagonista de sus mejores películas. Aunque en esta ocasión, el Sr. Hulot no nos ofrezca su mejor versión. Además, tampoco es el eje sobre el que gira la historia, sino que el protagonismo está más repartido que en films anteriores.

Lo que permanece inalterable es el humor surrealista y ácido que caracteriza a Tati. En su línea habitual, Tráfico nos ofrece una visión crítica sobre la sociedad, como ya habíamos visto en Playtime (1967). Ahora, Tati centra su peculiar mirada en el desarrollo de la industria automovilística y su imparable auge como medio de transporte. Pero de manera premonitoria, Tati se adelanta a su tiempo, algo que era habitual en sus análisis del mundo y que motivó que sus películas no siempre fueran unánimemente aceptadas en el momento de su estreno, si bien con el tiempo se comprendió mejor su aportación y su certera anticipación al futuro de la sociedad capitalista. Cuando se rodó Tráfico, los automóviles aún no estaban tan extendidos como ahora, pero el cómico francés adivina el imparable desarrollo de esa industria y sus consecuencias para la vida cotidiana. La escena final, con los peatones sorteando una plaga de coches bajo la lluvia ejemplifica maravillosamente el panorama desolador de nuestras ciudades en la actualidad.

Tráfico es una demoledora crítica a esa adoración hacia los coches que iba desarrollándose sin pausa. El accidentado viaje del camión que transporta el camping-car es el compendio de todas las desgracias que podrían suceder de la mano de un coche. Y la exposición de Amsterdam ejemplifica perfectamente tanto la masificación de la sociedad, moviéndose los visitantes como autómatas cegados por un progreso que ni saben cuestionar y al que se rinden con patética devoción, como los excesos de la industria a la hora de vender su producto. Esa visión de las masas sin identidad propia, con comportamientos idénticos y automatizados también se ejemplifica con agudeza con los conductores en medio de un atasco hurgándose despreocupadamente la nariz.

Como guinda del pastel a esa visión tan desalentadora del mundo del automóvil podemos situar al invento de Altra: ese camping-car surrealista, lleno de curiosos artilugios que vendría a ser una versión "familiar" del coche de Batman o del de James Bond, por ejemplo. La desbordante imaginación de Tati nos regala el vehículo "perfecto" para no tener que abandonar ya nunca la vida en la carretera.

No faltan algunos momentos casi poéticos, donde Tati juega con las líneas de las carreteras, los reflejos en las lunas y la repetición de actitudes al volante, con la maravillosa secuencia de los limpiaparabrisas que, como mascotas habituadas a su amo, se comportan como el conductor, en una sincronización hipnótica.

Sin embargo, a pesar de los méritos innegables de Tráfico, es evidente que la película tiene caídas de ritmo evidentes. Lo achaco a la excesiva duración de la cinta. Tal vez, recortando algunos momentos más insustanciales, el conjunto habría ganado, pues hay algunos instantes muy logrados, como el choque en cadena, pero que se diluyen en medio de secuencias sin la misma inspiración.

Tati sigue fiel también a esa peculiaridad de filmar una especie de películas mudas con sonido y diálogos. Y es que los éstos últimos son totalmente prescindibles. A menudo, carecen de sentido o son una mezcla de voces e idiomas incomprensible. Y cuando tienen sentido, la verdad es que tampoco aportan nada especial. Y es que el humor de Tati se asienta en la tradición de las películas cómicas del cine mudo y entra por los ojos. Es un humor basado en las torpezas, tropiezos, caídas... y que en esta película ya no se centran en el hombre, como pudimos ver en Las vacaciones del Sr. Hulot (1953), sino en los coches, con sus averías, choques o atascos.

Definitivamente, no estamos ante la mejor película de Jacques Tati. Aún así, Tráfico es un film con su sello inconfundible y siempre es reconfortante poder ver propuestas tan originales como esta. No cabe duda de que el cómico francés tiene un puesto de honor dentro de la historia del cine cómico.

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