El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 27 de mayo de 2022

Regreso a Howards End



Dirección: James Ivory.

Guión: Ruth Prawer Jhabvala (Novela: E. M. Forster).

Música: Richard Robbins.

Fotografía: Tony Pierce-Roberts.

Reparto: Anthony Hopkins, Vanessa Redgrave, Helena Bonham Carter, Emma Thompson, James Wilby, Samuel West, Jemma Redgrave, Nicola Duffett, Susie Lindeman, Adrian Ross Magenty.

Margaret (Emma Thompson) y su hermana Helen Schlegel (Helena Bonham Carter) conocen a los adinerados Wilcox durante un viaje por Europa. De regreso a Inglaterra, la relación entre ambas familias continúa, llegando a establecerse una profunda amistad entre Ruth Wilcox (Vanessa Redgrave) y Margaret, hasta el punto de que Ruth le deja en herencia su casa de Howards End en su lecho de muerte.

Especializado en films de época, James Ivory afronta esta adaptación de la novela de E. M. Forster con palpable ambición. El derroche de medios se hace patente desde el cuidadoso reparto, con actores de su evidente agrado, hasta la fascinante y meticulosa ambientación. Sin embargo, un film de estas características no solamente debe entrarnos por los ojos, ha de dejarnos también cierta huella en el alma y es por aquí por donde Regreso a Howards End (1992) falla.

El principal problema que encuentro en la historia es que parece desarrollarse de manera un tanto indeterminada, sin un punto de llegada definido que podamos vislumbrar desde el principio y sirva de guía al desarrollo. De este modo, asistimos a diferentes momentos en la vida de los protagonistas sin tener claro hacia dónde se dirigen. Ello creo que resta intensidad al relato, de manera que tenía la impresión, durante más de la mirad de la cinta, de que no pasaba de la introducción, de la presentación de los personajes. Era como si tuviera la sensación de que la historia no avanzaba, un cauce de agua estancado.

A esta falta de intensidad también contribuye el tratamiento que Ivory le da al relato. Busca cierto preciosismo y frialdad en la manera de contar la historia. Incluso, esa manera de interrumpir algunas secuencias, con un fundido que parece señalar el final cuando no lo es, añade cierto punto de artificio que nos descentra, lo que considero que no ayuda a que sigamos el desarrollo de los acontecimientos de un modo más concentrado. A veces, la verdadera maestría a la hora de dirigir es pasar desapercibido, dejando el protagonismo a lo verdaderamente importante.

Por todo esto, Regreso a Howards End iba transcurriendo sin que me sintiera verdaderamente implicado en el relato. Me costaba identificarme con los problemas de los personajes, despistado por los artificios de James Ivory y la falta de concreción de la historia. Además, tanto la profundización en los protagonistas como en los momentos culminantes de la historia brilla por su ausencia, de manera que es difícil comprender y participar de algunos instantes clave del argumento. 

Por ejemplo, la relación de Margaret y Henry Wilcox (Anthony Hopkins) no queda mínimamente explicada. Intuimos las motivaciones de ambos, pero en su convivencia son tan diferentes que cuesta entender que Margaret acepte el matrimonio con un hombre más mayor y autoritario con el que poco o nada tiene en común. Helen, un personaje sin duda original y muy atractivo, tampoco queda del todo definido y se echa en falta un mejor acercamiento. En general, es algo que podemos aplicar a todos los personajes de la película: se adivinan algunas de sus características, pero hay demasiadas sombras.

Del mismo modo, los cambios sociales y peculiaridades de la sociedad inglesa de comienzos del siglo XX tampoco parece que merezcan para el director una atención especial, con lo que seguimos en la superficie de todos los elementos tratados en la película.

Sin embargo, a nivel meramente estético la película es impresionante. La ambientación, los decorados y el guardarropa son impecables, con un esmero realmente palpable. Del mismo modo que el reparto es de lo mejor de la película. James Ivory cuenta con Emma Thompson y Anthony Hopkins para llevar el peso de la historia y ambos demuestran su gran nivel sin género de dudas. Pero Helena Boham Carter o Vanessa Redgrave tampoco desmerecen los más mínimo. Es más, cada vez que aparecía en pantalla Helena Bonham Carter la película parecía cobrar vida repentinamente.

Como se ve, Regreso a Howards End termina siendo un ejercicio estético muy meritorio pero sin la densidad imprescindible. James Ivory demuestra su buen gusto a la hora de elegir sus argumentos y el cuidado de la puesta en escena, pero le falta algo para estar al nivel de los más grandes. 

Con nada menos que nueve nominaciones, Regreso a Howards End ganó finalmente tres Oscars: mejor actriz para Emma Thompson, mejor guión adaptado y mejor dirección artística.

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