El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 7 de octubre de 2022

Layer Cake (Crimen organizado)



Dirección: Matthew Vaughn.

Guión: J.J. Connolly.

Música: Lisa Gerrard y Ilan Eshkeri.

Fotografía: Ben Davis.

Reparto: Daniel Craig, Colm Meaney, George Harris, Kenneth Cranham, Jamie Foreman, Sally Hawkins, Michael Gambon, Tom Hardy, Sienna Miller. 

Un vendedor de cocaína (Daniel Craig) pretende retirarse una vez que ha ahorrado lo suficiente. Sin embargo, su jefe, Jimmy Price (Kenneth Cranham) le encarga de pronto un par de trabajos.

Interesante thriller que supone el estreno en la dirección de Matthew Vaughn, que demuestra una envidiable soltura en su debut.

Layer Cake (Crimen organizado) (2004) presenta ciertos detalles que hacen que esta historia sobre el mundo de la droga tenga una marcada personalidad propia. 

Hay que destacar especialmente la brillante puesta en escena a cargo de su director. Normalmente, suelo preferir aquellos directores invisibles, que hacen su trabajo sin buscar protagonismo, dejando que la historia tenga el peso fuerte en la cinta. No me suele gustar el excesivo afán de protagonismo de algunos realizadores empeñados en ser la estrella. Sin embargo, a pesar del relieve del trabajo de Matthew Vaughn, que no pasa desapercibido ni mucho menos, en esta ocasión he de reconocer su talento para dejar su huella de manera eficaz, con un trabajo que sabe llevar con buen ritmo el relato y, a la vez, sorprende con los movimientos de cámara, la fotografía (espectacular muchas veces), las transiciones, escenas paralelas, encuadres insólitos... todo un ejercicio de estilo que no solo no molesta ni resulta excesivo o pedante, sino que le confiere a la película un carácter único. Y aquí reside el acierto del realizador, porque si despojamos a la película de este maquillaje nos encontramos con un argumento bastante normalito al que se le intenta sacar cierto jugo con los consabidos giros de última hora, trucos por lo general desaconsejables, por mentirosos y oportunistas, pero que perdonamos sin demasiados problemas una vez que constatamos que lo fundamental en este caso no es el argumento, sino cómo está contado.

Vaughn parece entender que en el cine actual, inmerso en una sociedad de consumo fácil, en la era de las imágenes trepidantes de videoclips, las formas resultan fundamentales. Salvo excepciones, el cine se ha decantado por el consumo fácil y parece más importante la manera de mostrar algo que su contenido. No defiendo esta tendencia, es más, ojalá se pudiera volver a aquellos años en los que un guión se elaboraba con esmero e inteligencia. Pero como parece una batalla perdida, al menos hemos de saber valorar cuando algo sale de la rutina y muestra cierto sentido estético y el trabajo del director lo tiene.

Por lo demás, la historia en sí no es gran cosa: traficantes engañándose, ajustando cuentas, deponiendo jefes para ocupar su lugar, mintiendo y vengándose. Y encima, sin demasiada profundidad. No importan los motivos, ni hacer un retrato de los bajos fondos, no se busca mensaje alguno, tan solo espectáculo, acción, ritmo, algo de sexo y mucha música (Joe Cocker, Duran Duran, Kylie Minogue, ...). La fórmula de cierto éxito fácil sin comerse mucho las neuronas. Algunas notas de humor, que personalmente creo que rompen el clímax general, completan la receta. 

Afortunadamente, a parte de la buena labor del director, tenemos a Daniel Craig, un tipo al que le pega como anillo al dedo su papel y que dota de total credibilidad a su personaje del que, por cierto, no sabremos nunca su nombre.

Un film pues heredero de su tiempo, ágil, cuidado en lo externo y con poco de interés por dentro. Un entretenimiento bien trabajado de consumo fácil.

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