Dirección: Damon Santostefano.
Guión: Rodney Patrick Vaccaro y Aline Brosh McKenna (Historia: Rodney Patrick Vaccaro).
Música: Graeme Revell.
Fotografía: Walt Lloyd.
Reparto: Matthew Perry, Neve Campbell, Dylan McDermott, Oliver Platt, Cylk Cozart, John C. McGinley, Bob Balaban, Deborah Rush, Kelly Rowan, Patrick Van Horn, David Ramsey.
Creyendo que Oscar Novak (Matthew Perry) es gay, el magnate Charles Newman (Dylan McDermott) le pide que vigile a su amante Amy (Neve Campbell) durante una exposición. El problema es que Oscar se enamorará de Amy.
Una nueva comedia romántica donde se pone de manifiesto la endeble construcción argumental, lo que arrastra a Tango para tres (2000) al nivel de la mediocridad.
Lo que más me duele de Tango para tres es que, aún reconociendo que se mueve en un terreno muy poco novedoso, reúne suficientes elementos para dar mucho más de sí. De haber contado con un guión más trabajado, podríamos haber estado ante una comedia decente; desgraciadamente, una vez más constatamos que se ha optado por lo más fácil o tal vez es que los guionistas no daban más de sí.
La base de la comicidad en Tango para tres reside en un humor burdo, aparatoso, obvio y sin ingenio. Es lo más sencillo de hacer, pero el resultado no es bueno. Sinceramente, en ninguna ocasión me ha sacado la historia más que alguna leve sonrisa, lo que es bastante clarificador. Aún así, la película va de menos a más. Tras un comienzo desastroso, la cosa se endereza algo en cuanto surge el enamoramiento de Oscar por Amy y eso gracias a que se dejan de lado los diálogos atropellados del inicio y la historia coge algo de sentido.
También es de agradecer que el tema de la homosexualidad, que sirve de elemento de confusión para crear el conflicto principal en la relación de Oscar y Amy, sea tratado con elegancia, evitando los chistes fáciles y de mal gusto.
Aún así, seguimos ante una comedia en la que sentimos que se está desaprovechando su potencial: en el enamoramiento de Oscar no se consigue alcanzar el grado de emoción y complicidad que nos hubiera enganchado más a las vicisitudes del protagonista; podría explicarse porque adivinamos el desenlace, pero creo que no es esa la razón principal, sino que tanto la historia como los personajes están elaborados con tanta superficialidad que nunca llegamos a meternos de lleno en el conflicto.
Y no es porque Matthew Perry no lo intente. Me parece que el actor aporta lo suficiente para hacer simpático y convincente a su personaje, a pesar de lidiar un tanto en solitario, ya tanto Neve Campbell, muy hermosa es cierto, como Dylan McDermott me parecieron excesivamente fríos.
Si la película, sin ser nada especial, logró sobreponerse a un inicio penoso, en el final vuelve a caer en la banalidad absoluta. Es evidente que este tipo de historias han de terminar bien, con la pareja uniendo felizmente sus destinos, y sus labios, bajo una música evocadora. Eso lo damos por descontado. Lo que no entiendo es la obsesión por encajar absolutamente todas las piezas, encima de manera forzada y precipitada, como si en ello les fuera la vida a los guionistas. Así, además de solucionarse el conflicto entre Oscar y Amy, en una escena que no consigue sacar todo el jugo a la situación y ofrece un final sin emoción, se le busca pareja Peter (Oliver Platt), el socio gay de Oscar; ambos arquitectos (Peter y Oscar) consiguen el proyecto arquitectónico millonario por el que competían y la esposa (Kelly Rowan) de Charles Newman le perdona su infidelidad. ¡Vaya componenda en unos dos minutos!
Definitivamente, Tango para tres vuelve a demostrar lo complicado que es hacer una buena comedia y que en el cine actual la escasez de talentos es algo muy preocupante.
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