El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 1 de octubre de 2022

Alta sociedad



Dirección: Charles Walters.

Guión: John Patrick (Obra: Philip Barry).

Música: Cole Porter.

Fotografía: Paul Vogel.

Reparto: Bing Crosby, Grace Kelly, Frank Sinatra, Celeste Holm, John Lund, Louis Calhern, Sidney Blackmer, Louis Armstrong, Margalo Gillmore, Lydia Reed.

En vísperas de la boda de la joven Tracy Lord (Grace Kelly) con George Kittredge (John Lund), su primer marido, Dexter (Bing Crosby), aún enamorado de ella, aparece de repente en escena. 

Remake de Historias de Filadelfia (George Cukor, 1940), en este detalle reside el principal problema de Alta sociedad (1956). Es sabido que no deben hacerse comparaciones, pero si has visto la película de Cukor está claro que la de Charles Walters palidece a su lado. 

La principal baza de Alta sociedad es convertir la comedia original en un musical y este detalle es de agradecer por dos cosas: la primera, la búsqueda de un toque diferente que aporte algo nuevo a la película de 1940; la segunda, que la banda sonora, de Cole Porter, y las interpretaciones de Bing Crosby, Frank Sinatra y Louis Armstrong son muy buenas. Gracias a ello, la película logra sobreponerse un tanto y salva la cara. Sin la aportación de la música, estaríamos ante un film bastante endeble, ya que el inteligente guión de Historias de Filadelfia, con unos diálogos plenos de ingenio y unos personajes muy bien diseñados, se convierte aquí en algo mucho más básico. 

Para empezar, quizá por el añadido de los números musicales, la historia se simplifica, puede que para no alargar demasiado el film. Pero con ello se pierde profundidad a la hora de plantear el conflicto principal y los personajes se quedan en un dibujo más superficial; por ello, las relaciones entre los protagonistas resultan menos naturales y profundas. Y lo mismo sucede con los diálogos, que ya no tienen la densidad de la obra original. Es como si se hubiera aligerado todo en exceso, perdiendo sustancia y fuerza y quedando todo más superficial. Un ejemplo de esto quizá lo podemos ver en la puesta en escena: en Alta sociedad todo parece más lujoso que el original, pero a cambio de perder profundidad en lo fundamental.

Incluso para quién no hubiera visto Historias de Filadelfia, Alta sociedad sería un musical elegante pero un tanto desangelado en su planteamiento.

En cuanto al reparto, es evidente también la diferencia abismal con los protagonistas de la película de Cukor: Cary Grant, Katharine Hepburn y James Stewart. Sin embargo, pensando en que se trata de una versión musical, se explica lógicamente la elección de Bing Crosby y Frank Sinatra, ambos cantantes con una voz excepcional, pero como actores, especialmente Crosby, un tanto limitados. Grace Kelly, por el contrario, me parece una muy sabia elección, ya que su clase, belleza y talento encajan perfectamente con su personaje.

Louis Armstrong y su banda, con unos números de jazz maravillosos, ayudan en el apartado musical aportando lo más destacado y original de esta versión.

No suelo comprender el motivo de que se realicen nuevas versiones de films perfectos. Parece innecesario y, por lo general, la copia no puede resistir la comparación. A Alta sociedad le ocurre exactamente esto. Podrían haber realizado un buen musical con un argumento original, pero el recurrir a una obra de la talla de Historias de Filadelfia es casi un suicidio. A pesar de lo cuál, si te gusta el jazz y no le exiges demasiado a la película, Alta sociedad puede verse con cierto agrado, especialmente si no se ha visto el original, con lo quedas libre de inevitables comparaciones.

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