Dirección: Paul Feig.
Guión: Jessica Sharzer (Novela: Darcey Bell):
Música: Theodore Shapiro.
Fotografía: John Schwartzman.
Reparto: Anna Kendrick, Blake Lively, Henry Golding, Glenda Braganza, Zach Smadu, Rupert Friend, Eric Johnson, Sarah Baker.
Stephanie Smothers (Anna Kendrick) conoce a Emily Nelson (Blake Lively), la madre del mejor amigo de su hijo, y se hacen buenas amigas. Sin embargo, un día Emily desaparece sin dejar rastro y Stephanie decide intentar encontrarla.
Un pequeño favor (2018) juega abiertamente la baza de la originalidad, no sé si por ser consciente Paul Feig de lo limitado del material que tiene entre manos. Habrá a quien le encante, para gustos... Sin embargo, en general, creo que es un film desequilibrado y que no termina demasiado bien.
La película arranca con un decidido toque de comedia un tanto ligera y desenfadada. Superficial, de hecho, con una caracterización de los personajes algo cargada, un poco exagerada. Cuesta tomarse en serio a Stephanie, por ejemplo, casi una caricatura de madre, entre infantil y acelerada, como si estuviera hasta las cejas de cafeína. Hubiera preferido algo menos aparatoso, en especial con el giro que toma el argumento en la segunda parte del metraje.
Y es que lo que parecía una comedia desenfadada sobre la relación de amistad increíble entre la mojigata Stephanie y la sofisticada Emily da un giro radical cuando la segunda desaparece. La historia toma entonces el tono de un film de intriga, lo que choca abiertamente con el tratamiento inicial en clave de comedia. De hecho, cuesta meterse en la intriga, pues no acabamos de lograr cambiar el registro hacia un derrotero más serio.
Sin embargo, ese no es el mayor inconveniente de Un pequeño favor, sino la manera en que empieza a enredarse la trama, con continuas sorpresas y giros inesperados que uno no sabe si tomarse en serio o no. Por momentos, el guión parece burlarse del espectador con nuevas salidas retorcidas de un argumento que se convierte en una montaña rusa. El problema es que todo resulta demasiado forzado, no parece natural y además encaja muy mal con esa tratamiento ligero, de manera que ni vivimos la intriga con la emoción adecuada ni los personajes, antes tan caricaturescos, parecen cuadrar bien con un tema de asesinatos, falsas identidades, infancia traumática, personalidades enfermizas... Bien analizado, todo es un disparate.
Es verdad que la puesta en escena es elegante, la fotografía me pareció preciosa y las dos actrices principales están maravillosas en sus roles: Anne Kendrick aportando frescura y gracia a raudales y Blake Lively con su pose de mujer fatal muy lograda. Todo ello aporta su dosis de calidad a la película, pero no oculta las limitaciones de un guión alocado y algo tramposo que busca en la sorpresa disimular sus carencias.
En resumen, un film de factura atractiva, pero que peca de superficial. Tal vez, tomarse a chirigota un argumento como este sea lo más inteligente, pero no la manera de llevarlo a la práctica, que no termina de parecerme demasiado brillante, ni como comedia ni como sátira ni como thriller. En todos los terrenos Un pequeño favor se queda a medias.
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