Dirección: Christopher McQuarrie.
Guión: Christopher McQuarrie (Serie TV: Bruce Geller).
Música: Lorne Balfe.
Fotografía: Rob Hardy.
Reparto: Tom Cruise, Henry Cavill, Ving Rhames, Simon Pegg, Rebecca Ferguson, Sean Harris, Alec Baldwin, Angela Bassett, Vanessa Kirby, Michelle Monaghan, Wes Bentley, Frederick Schmidt.
Un cliente ha contratado a un grupo terrorista denominado Los Apóstoles para que fabrique tres armas nucleares con las que podría desencadenarse una masacre a nivel mundial. El agente Ethan Hunt (Tom Cruise) recibe la misión de impedirlo.
Al final, se quiera o no, todas las sagas terminan cayendo en una especie de plagio continuo de sus anteriores entregas. Sucedió con James Bond, la primera saga de un héroe de acción y la mejor en muchos aspectos, y Misión imposible no ha escapado a ese peligro. Las historias se parecen demasiado, siempre con misiones tan difíciles que apelan sin rodeos al calificativo de imposible del título; siempre con traiciones, siempre con Tom Cruise erigiéndose en el salvador del mundo, única estrella de la función. Pero parece que el público se contenta con eso y acude fiel a cada nueva entrega esperando más de lo mismo. Y creo que los padres de la serie lo saben: nadie espera cosas nuevas, solamente ver de nuevo al héroe en acción haciendo lo que mejor sabe hacer.
Por eso, Misión imposible: Fallout (2018) carece de sorpresas argumentales, llevando una vez más las cosas al límite, jugando descaradamente con el engaño como medio de mantener al espectador enganchando a unas aventuras tan rocambolescas que es imposible tomarlas en serio. De hecho, esta vez el guión es tan rebuscado, engañoso y cambiante que cuesta seguirlo y se necesitan varias secuencias de largas explicaciones para intentar convencernos de que toda esa majadería tiene alguna lógica.
Además, la trama sufre de cambios y giros inesperados, sorprendentes e increíbles. No nos engañemos, no se trata de un argumento inteligente que nos sorprende positivamente, son simples trucos de magia, recurso del que no sabe o no puede hacerlo mejor. Acaban por convertir la aventura en algo aleatorio y tramposo, dejando de interesarnos porque carece de lógica y de sentido todo lo que acontece.
Pero lo principal de la saga es la acción y aquí sí que el espectáculo no defrauda. Tenemos peleas, persecuciones y disparos en cantidad suficiente para alargar la aventura hasta casi dos horas y media. Sin duda harán las delicias de los espectadores más sumisos, pero encuentro que tampoco están libres de defectos. El principal es que son acciones imposibles, que desafían la lógica; además, creo que pecan de excesivas: algunas secuencias de acción, espectaculares, es cierto, se alargan demasiado en esa tendencia actual de confundir cantidad con calidad. No por durar más son mejores ni más convincentes.
Desde mi punto de vista, un buen film de acción ha de tener un equilibrio entre argumento y espectáculo y aquí esa fórmula no existe. Todo está llevado al límite y eso provoca que no puedas vivir las aventuras de Ethan y su equipo con un mínimo de interés, pues el argumento es descabellado y las hazañas increíbles. Solamente se podría disfrutar si la historia te importa un pimiento y no creo que eso deba ser así.
Para colmo, salen a relucir los tópicos moralistas, convirtiendo a Ethan Hunt no solo en un super hombre invencible, sino también en la mejor persona, como amigo, como agente y como amante. Al final, hasta se le va a coger manía, pues tanta perfección cansa.
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