El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 10 de agosto de 2024

Halcones de la noche



Dirección: Bruce Malmuth.

Guión: David Shaber.

Música: Keith Emerson.

Fotografía: James A. Contner.

Reparto: Sylvester Stallone, Rutger Hauer, Billy Dee Williams, Lindsay Wagner, Persis Khambatta, Nigel Davenport, Hilarie Thompson. 

Tras haber sembrado el terror en Londres, el sanguinario terrorista apodado Wulfgar (Rutger Hauer) se traslada a Estados Unidos con la intención de atentar contra miembros de las Naciones Unidas.

Andaba Stallone a principios de los años ochenta del siglo pasado asentando su fama tras el éxito de Rocky (John G. Avildsen, 1976) cuando rodó Halcones de la noche (1981), donde ya encarna a un tipo duro, un policía en esta ocasión, que será uno de sus roles típicos.

Sin embargo, Halcones de la noche dista mucho de ser uno de los mejores trabajos de Stallone, que hay que reconocer que nunca fue un buen actor, y tampoco como película de acción resulta especialmente memorable. Es más, todo en esta producción es tan pobre que sino fuera por la presencia de Sylvester Stallone y de Rutger Hauer podría pasar tranquilamente por una película de serie B, o incluso peor.

El argumento no es excesivamente original y se limita a sentar las bases, muy elementales, para promover un enfrentamiento directo entre el personaje de Stallone, el sargento DaSilva, y el chiflado de turno, un Rutger Hauer que tampoco nos ofrece aquí un trabajo memorable, componiendo un villano un tanto patético, tanto en su versión de asesino sin escrúpulos como en su vertiente de tipo asustado.

La historia, pues, se esfuerza en crear un enfrentamiento personal entre los dos protagonistas, pero planteado con tanta torpeza que todo el desarrollo es excesivamente forzado. Lo cuál además se resalta más con unos diálogos totalmente absurdos, con discursos sin sentido y explicaciones peregrinas que restan cualquier atisbo de seriedad a la trama. Es más, llega un momento en que, entre las malas interpretaciones de los actores, de todos, la estupidez de las explicaciones y argumentos y lo limitado de las escenas de acción, la historia provoca más risas que sustos, porque hay momentos que son completamente hilarantes, aunque sin pretenderlo, claro está.

El mejor ejemplo es cuando el policía DaSilva renuncia a formar parte del grupo de especialistas que intentan detener a Wulfgar porque tiene la impresión de que lo están entrenando para ser un asesino de personas inocentes. No le busquen explicación a este despropósito más allá de querer aportar cierto dramatismo, muy forzado, y conferir al personaje de Stallone un alto grado ético, aunque no resulte para nada creíble.

Porque en Halcones de la noche los personajes son meras caricaturas y la trama prácticamente prescindible, pues es todo un despropósito tras otro. Da la impresión de ser un film mucho más antiguo de lo que es en realidad por la torpeza del planteamiento. Pero es una impresión injustificada, pues buenas películas de acción ya se habían producido mucho tiempo atrás. El problema de Halcones de la noche es que simplemente es una mala película, de principio a fin. Incluso la sorpresa del final está tan mal elaborada que se predice sin ningún esfuerzo.

Como conclusión, la recomendaría para aquellos que quieran pasar un rato divertido riéndose de los muchos errores y despropósitos de la cinta. Si conseguimos verla como una parodia, lo que no es nada difícil, seguramente valdrá la pena el tiempo invertido. Como film serio, es un desastre.

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