Dirección: Bruce Malmuth.
Guión: David Shaber.
Música: Keith Emerson.
Fotografía: James A. Contner.
Reparto: Sylvester Stallone, Rutger Hauer, Billy Dee Williams, Lindsay Wagner, Persis Khambatta, Nigel Davenport, Hilarie Thompson.
Tras haber sembrado el terror en Londres, el sanguinario terrorista apodado Wulfgar (Rutger Hauer) se traslada a Estados Unidos con la intención de atentar contra miembros de las Naciones Unidas.
Andaba Stallone a principios de los años ochenta del siglo pasado asentando su fama tras el éxito de Rocky (John G. Avildsen, 1976) cuando rodó Halcones de la noche (1981), donde ya encarna a un tipo duro, un policía en esta ocasión, que será uno de sus roles típicos.
Sin embargo, Halcones de la noche dista mucho de ser uno de los mejores trabajos de Stallone, que hay que reconocer que nunca fue un buen actor, y tampoco como película de acción resulta especialmente memorable. Es más, todo en esta producción es tan pobre que sino fuera por la presencia de Sylvester Stallone y de Rutger Hauer podría pasar tranquilamente por una película de serie B, o incluso peor.
El argumento no es excesivamente original y se limita a sentar las bases, muy elementales, para promover un enfrentamiento directo entre el personaje de Stallone, el sargento DaSilva, y el chiflado de turno, un Rutger Hauer que tampoco nos ofrece aquí un trabajo memorable, componiendo un villano un tanto patético, tanto en su versión de asesino sin escrúpulos como en su vertiente de tipo asustado.
La historia, pues, se esfuerza en crear un enfrentamiento personal entre los dos protagonistas, pero planteado con tanta torpeza que todo el desarrollo es excesivamente forzado. Lo cuál además se resalta más con unos diálogos totalmente absurdos, con discursos sin sentido y explicaciones peregrinas que restan cualquier atisbo de seriedad a la trama. Es más, llega un momento en que, entre las malas interpretaciones de los actores, de todos, la estupidez de las explicaciones y argumentos y lo limitado de las escenas de acción, la historia provoca más risas que sustos, porque hay momentos que son completamente hilarantes, aunque sin pretenderlo, claro está.
El mejor ejemplo es cuando el policía DaSilva renuncia a formar parte del grupo de especialistas que intentan detener a Wulfgar porque tiene la impresión de que lo están entrenando para ser un asesino de personas inocentes. No le busquen explicación a este despropósito más allá de querer aportar cierto dramatismo, muy forzado, y conferir al personaje de Stallone un alto grado ético, aunque no resulte para nada creíble.
Porque en Halcones de la noche los personajes son meras caricaturas y la trama prácticamente prescindible, pues es todo un despropósito tras otro. Da la impresión de ser un film mucho más antiguo de lo que es en realidad por la torpeza del planteamiento. Pero es una impresión injustificada, pues buenas películas de acción ya se habían producido mucho tiempo atrás. El problema de Halcones de la noche es que simplemente es una mala película, de principio a fin. Incluso la sorpresa del final está tan mal elaborada que se predice sin ningún esfuerzo.
Como conclusión, la recomendaría para aquellos que quieran pasar un rato divertido riéndose de los muchos errores y despropósitos de la cinta. Si conseguimos verla como una parodia, lo que no es nada difícil, seguramente valdrá la pena el tiempo invertido. Como film serio, es un desastre.
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