Dirección: Michael Apted.
Guión: Neal Purvis, Robert Wade y Bruce Feirstein (Personaje: Ian Fleming).
Música: David Arnold.
Fotografía: Adrian Biddle.
Reparto: Pierce Brosnan, Sophie Marceau, Robert Carlyle, Denise Richards, Judi Dench, Robbie Coltrane, Desmond Llewelyn, Maria Grazia Cucinotta, John Cleese, David Calder, Samantha Bond.
Un magnate del petróleo (David Calder) es asesinado y se teme que su hija Elektra (Sophie Marceau) pueda seguir la misma suerte, por lo que James Bond (Pierce Brosnan) es enviado para protegerla.
El mundo nunca es suficiente (1999) es la tercera película de Pierce Brosnan como James Bond, que rodaría una última en 2002, Muere otro día (Lee Tamahori), y sigue en la línea de las anteriores, intentando conservar la esencia de la saga y darle a la vez una visión algo más moderna, tanto a 007 como a sus compañeros y enemigos.
Sin embargo, hay algo que no termina de funcionar en las entregas protagonizadas por Brosnan. O el guión carece de fuerza o el actor encaja a medias en el papel. El caso es que El mundo nunca es suficiente parece reunir ambos problemas. Y eso que el reparto es de lo mejorcito, con una solvente Sophie Marceau, John Cleese preparando el relevo del veterano Q, Desmond Llewelyn, Judi Dench aportando el toque femenino a la cúpula del MI6 y un villano de la talla de Robert Carlyle, un buen actor que encaja perfectamente en su rol. Pero tal elenco se ve perjudicado por un argumento extraño que busca la sorpresa pero que, particularmente, nunca me pareció muy sólido.
Se puede razonar que todos los guiones de la serie son bastante increíbles, pero este en concreto me resultó especialmente extraño. Todos los elementos típicos de la saga están presentes, con el villano megalómano, las conquistas de 007, los artilugios imposibles y el duelo final en la guarida del malvado. Pero siempre tuve la sensación de que todos ellos estaban reunidos sin verdadera cohesión, como si se sumaran las piezas por obligación, dando lo que el espectador espera encontrar en un film de James Bond.
Tampoco Michael Apted me pareció especialmente dotado para la entrega. Sus escenas de acción son espectaculares, pero muy confusas. Se nota el esfuerzo por impactar, por crear espectáculo, pero otra vez teniendo la impresión de que todo era como automático, sin medir los tiempos.
Viendo esta entrega, tenía la impresión de que estaba ante la constatación de que la serie había llegado a un punto muerto, donde ya parecía limitarse a aplicar la misma fórmula sin imaginación.
Por su parte, Pierce Brosnan me parece que cumple con lo que se puede esperar de James Bond en cuanto a apariencia. Es un actor elegante, guapo, alto... su presencia se impone por sí sola, pero le falta algo o tal vez le sobra, puede que sea demasiado guapo y demasiado elegante para verlo metido en peleas, arriesgando su vida y su vestimenta. Le falta el toque animal que sí que tenía Sean Connery y luego también Daniel Craig, los que creo que representaron mejor el prototipo de 007.
Por lo tanto, El mundo nunca es suficiente me pareció una entrega que no aporta mucho a la saga. Para aquellos que se contentan con lo de siempre, es correcta, pero esa impresión de ser algo prefabricado no logré sacármela de encima nunca.
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