El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Misterioso asesinato en Manhattan


Con Misterioso asesinato en Manhattan estamos ante una nueva película de Woody Allen junto a Diane Keaton (puede que la última), con la que había trabajado años atrás en grandes títulos como Annie Hall (1977) o Manhattan (1979), y que acepta trabajar junto a su antiguo compañero sentimental cuando este está en pleno proceso de ruptura con Mia Farrow. Allen intenta renovar la comedia con un toque de misterio, un toque que nos hace pensar en La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954), pero con el punto de vista personal del cómico judío.

Carol (Diane Keaton) sospecha que su vecino Paul House (Jerry Adler) ha asesinado a su mujer, haciendo pasar el crimen por un ataque al corazón. Mientras su marido Larry (Woody Allen) no la toma en serio, un amigo de ambos, Ted (Alan Alda), secretamente enamorado de Carol, sí que la cree e intenta ayudarla mientras busca alguna prueba que demuestre su arriesgada teoría.

Misterioso asesinato en Manhattan no es un film redondo, ni mucho menos. La fórmula, a base de repetirse, llega a hacerse previsible y en parte este es uno de los lastres que arrastra la película y que le impiden cuajar del todo. El personaje que interpreta Woody Allen está demasiado visto y, para colmo, los chistes carecen en general de la agudeza y la oportunidad de otras ocasiones. Incluso, en algunos momentos, suenan demasiado vulgares. La fuerza de las películas de Allen reside precisamente en la agudeza de sus ocurrencias y en los diálogos vivos y llenos de talento. Pero aquí son los diálogos y las ocurrencias del personaje de Woody Allen los que no terminan de estar al nivel que nos tenía acostumbrados en sus inicios. Así, la película transcurre sin demasiada brillantez, al menos en sus tres cuartas partes. Porque hacia el final, al hilo de la trama, que se complica y aumenta de intensidad conforme nos acercamos al desenlace, el film parece cobrar algo más de fuerza y hay algunas escenas que elevan el nivel, como el tiroteo con La dama de Shanghai (Orson Welles, 1947) de telón de fondo, o la escena en el hotel con el cadáver que aparece, desaparece y vuelve a aparecer.

Otro detalle que no termina de gustarme y que me fatiga en exceso es la manera de rodar la película, con esa cámara nerviosa, en continuo movimiento; me resulta un recurso demasiado artificioso y que no aporta nada positivo. Al lado de este recurso, Allen también recurre a los diálogos atropellados, otro punto que no termina de convencerme y a lo que se suma que, muchas veces, las conversaciones en sí no son demasiado interesantes, por no decir que resultan a menudo un tanto forzadas.

Lo que sí que me gustó es el reparto. Allen en su línea, puede gustar o no, repite su personaje de hombre débil, inseguro, miedoso y algo paranoico. A su lado, un buen reparto, con la ya citada Diane Keaton, Alan Alda, Jerry Adler y Angelica Huston, que me hubiera gustado que tuviera más papel.

Como es habitual en los films de Woody Allen, hay continuas referencias a grandes clásicos, como Perdición (Billy Wilder, 1944) o la ya citada La dama de Shanghai, además de citas de actores como Bop Hope o Fred Astaire. También, como suele suceder en su obra, Allen cuida especialmente la banda sonora, en este caso con temas de Cole Porter o Benny Goodman.

Misterioso asesinato en Manhattan es, como no, una película inequívocamente de Woody Allen. Los fieles del director la adorarán, aquellos que no se sienten demasiado atraídos por el estilo del director es posible que se aburran. Para mí se trata de una obra menor dentro de la filmografía de Allen. Recuerda sus grandes títulos de los setenta, como los antes citados Annie Hall y Manhattan, pero se queda un tanto por debajo de aquellas primeras obras, más frescas, más naturales y más logradas.

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