El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 10 de noviembre de 2012

El club social de Cheyenne



Dirección: Gene Kelly.
Guión: James Lee Barrett.
Música: Walter Scharf.
Fotografía: William H. Clothier.
Reparto: James Stewart, Henry Fonda, Shirley Jones, Sue Ane Langdon, Elaine Devry, Robert Middleton, Arch Johnson.

John O'Hanlan (James Stewart), un vaquero de Texas, recibe un día una carta en la que se le informa que su difunto hermano le ha dejado en herencia El club social de Cheyenne. John parte entonces hacia Cheyenne acompañado de su inseparable amigo Harley Sullivan (Henry Fonda) para tomar posesión de su nueva propiedad.

El club social de Cheyenne (1970) no es la primera película que dirigía Gene Kelly, sino la octava, pero sí que se trata de su primer western. Aunque en realidad no es un western al uso, sino una mezcla de ese género con la comedia o, quizá, una comedia ambientada en el mundo del western.

Sea como fuere, El club social de Cheyenne es un film particular por varias razones. Por un lado, confirmaba una especie de vuelta de Gene Kelly al mundo del cine tras un tiempo apartado del mismo. Su regreso fue como director y Hello, Dolly! (1969) y esta película serían sus títulos más notables de ese efímero regreso. También supuso el primer film en que trabajaron juntos en toda su carrera James Stewart y Henry Fonda, dos buenos amigos que comenzaron precisamente juntos su carrera de actores y mantuvieron su amistad a lo largo de toda su vida. Y también es El club social de Cheyenne una pequeña rareza en la década de los setenta, cuando el western se mete definitivamente en su cuesta abajo, una vez muertos o retirados los grandes directores del género.

De todos modos, El club social de Cheyenne no es una gran western ni tampoco una gran comedia. Es cierto que tiene un tono ligero agradable y algunos diálogos están relamente conseguidos. Pero no dejan de ser momentos puntuales. El problema principal de la película es que es demasiado blanda, demasiado bienintencionada, llena de clichés (como el de las prostitutas buenas, dulces y cariñosas) y llena de ingenuidades demasiado infantiles. Nos ofrece una imagen artificial y falsa del oeste americano, demasiado edulcorada. Se puede achacar a que se trata de una comedia y de ahí que no se ciña demasiado a la realidad. Pero es una comedia no muy original, repleta de tópicos sobre la hombría, la amistad, el matrimonio, etc. Si bien esos tópicos podían funcionar en su momento, creo que para un film de los años setenta no son lo más adecuado; hacen que la película nazca ya anticuada. Si a ello le unimos un argumento bastante pobre en cuanto a planteamiento y desarrollo, donde es fácil anticiparse a cuanto va a suceder, tenemos que la película cojea en uno de los elementos esenciales de todo film que se precie.

Sin duda, lo mejor de El club social de Cheyenne es la presencia de James Stewart y Henry Fonda. Es cierto que ambos me parecen un tanto mayores para sus papeles, pero aún así es un placer disfrutar de su presencia, con una pequeña broma personal por el medio como es el diálogo sobre demócratas y republicanos, pues en la vida real James Stewart era un republicano convencido mientras que Henry Fonda era demócrata. Y también el resto del reparto me pareció bastante acertado, con muy buenos secundarios, incluidas las prostitutas, entre las que habría que destacar a  Shirley Jones, que se ganó cierta fama posteriormente al trabajar en la serie de televisión Mamá y sus increibles hijos.

Sin embargo, a pesar de sus defectos, la película funciona de manera bastante correcta. A la presencia del dúo protagonista debemos sumar la labor de Gene Kelly tras la cámara, que hace que la cinta transcurra con soltura, sin bajones, de manera que se hace bastante corta y amena. Lástima que no se le saque todo el jugo posible por culpa, como decíamos, de un guión bastante flojo. No pasará a la historia del western, pero nos hará pasar un rato entretenido con cierto aire de nostalgia.

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