El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Dos semanas en otra ciudad



Dirección: Vicente Minnelli.
Guión: Charles Schnee (Novela: Irwin Shaw).
Música: David Raksin.
Fotografía: Milton Krasner.
Reparto: Kirk Douglas, Edward G. Robinson, Cyd Charisse, Daliah Lavi, George Hamilton, Claire Trevor, Rosanna Schiaffino, George Macready, James Gregory.

Después de haber pasado tres años en un centro psiquiátrico, Jack Andrus (Kirk Douglas), un actor acabado, vuela a Roma invitado por Maurice Kruger (Edward G. Robinson), un director amigo suyo, que le ofrece cinco mil dólares y un pequeño papel en una película que está rodando en los estudios de Cinecittà. Andrus acepta la oferta con la esperanza de recuperar la fama. Lo malo es que en Roma se encuentra con su ex mujer Carlotta (Cyd Charisse), la responsable de su crisis artística y personal.

Diez años después de Cautivos del mal (1952), Vicente Minnelli vuelve a rodar un film basado en el mundo del cine y otra vez con Kirk Douglas al frente del reparto. Pero Dos semanas en otra ciudad (1962) dista mucho de lograr el nivel de Cautivos del mal, quedándose en un intento un tanto frustrado y algo excesivo.

Puede que gran parte del problema de este film resida en que, según parece, Minnelli no pudo realizar el montaje final como le hubiera gustado y el film sufrió algunas mutilaciones importantes. Y el caso es que, bien mirado, el argumento de Dos semanas en otra ciudad me pareció incompleto, con personajes muy poco definidos, especialmente Carlotta, que se queda bastante en penumbra; un tanto abrupto incluso en algunos momentos, como por ejemplo el desenlace, que me resultó demasiado simplista y muy precipitado. Y es que hay muchos elementos en esta película que no terminaron de convencerme.

La historia de un actor venido a menos y con graves problemas personales es un buen punto de partida, pero creo que la película empieza a contar la historia de Jack donde no debe. Lo conocemos rehabilitado, más o menos preparado para rehacer su vida pero con la amenaza de su encuentro con su viejo amigo Kruger y, aún peor, la presencia de una misteriosa mujer llamada Carlotta. El problema es que no conocemos a ninguno de estos personajes, no hemos vivido su relación pasada y nos sentimos un tanto perdidos en el arranque del film. Ello nos deja un tanto fríos, no podemos más que hacer especulaciones y no llegamos a implicarnos del todo con los problemas de Jack. Pienso que este enfoque no es demasiado acertado y lastra ya el film desde el comienzo. Hubiera sido mucho más efectivo el haber conocido más del pasado de Jack para poder anticiparnos a los hechos, con lo que hubiéramos vivido la historia con más intesidad.

Pero es que además, la visión que se ofrece del mundo del cine me resultó demasiado estereotipada: actores con un ego desorbitado, fracasados egoistas, divas caprichosas, líos amorosos, problemas económicos... todo muy poco original y encima tratado con una evidente falta de profundización. La mayor parte de los personajes me parecían meros clichés con muy poco que ofrecer.

La impresión que saqué de todo ello es que quizá se intentó contar más de lo que se podía o que los cortes impuestos en la sala de montaje fueron demasiados, dejando gran parte del argumento y de los personajes sin terminar del todo.

Aún así, Minnelli nos brinda una puesta en escena elegante y vuelve a recurrir a un uso del color muy expresivo, con abundancia de rojos. Sin embargo, no es capaz de mantener el equilibrio y se deja llevar por lo melodramático de la historia y nos brinda un final especialmente excesivo, con la que parece una recaída en toda regla de Jack a los infiernos de la mano de Carlotta. El momento clave llega, sin embargo, con la secuencia de Jack y Carlotta en el coche, resuelta de un modo tan melodramático que resulta a todas luces excesiva y muy poco convincente. Incluso un gran actor como Kirk Douglas termina dejándose llevar en esta escena y termina sobreactuando de manera clamorosa.

Y sin embargo, lo mejor de Dos semanas en otra cuidad termina siendo el reparto, gracias a la presencia de Kirk Douglas y Edward G. Robinson. También podemos disfrutar de una hermosa Cyd Chasisse convertida en una terrible mujer fatal y asistimos a los comienzos George Hamilton cuando aún no se había convertido en un estirado y acartonado galán de medio pelo.

Dos semanas en otra ciudad es pues un film un tanto fallido, falto de profundidad y sobrado de dramatismo. Tiene el encanto de contarnos una historia del propio mundo del cine, pero creo que se hubiera podido sacar mucho más de lo que finalmente nos ofrece Vicente Minnelli: un dramón excesivo y un tanto vacío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario