El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 4 de junio de 2013

El sabor de la muerte



Dirección: Barbet Schroeder.
Guión: Richard Price (remake).
Música: Trevor Jones.
Fotografía: Luciano Tovoli.
Reparto: David Caruso, Nicolas Cage, Samuel L. Jackson, Michael Rapaport, Stanley Tucci, Helen Hunt, Ving Rhames, Kathryn Erbe, Anthony Heald, Philip Baker Hall.

Jimmy Kilmartin (David Caruso), antiguo ladrón de coches, intenta rehacer su vida tras un tiempo en la cárcel. Sin embargo, por ayudar a un primo suyo en apuros (Michael Rapaport), Jimmy se embarca en una operación de tráfico de coches robados por la que vuelve a prisión.

El sabor de la muerte (1995) es un remake del film de Henry Hathaway El beso de la muerte (1947). No he visto el film de Hathaway, pero esta versión de Barbet Schroeder no pasará desde luego a la historia del cine.

El problema principal de El sabor de la muerte es que no termina de convencerme en ningún momento. Durante todo el film he tenido la sensación de que lo que estaba viendo no era auténtico, es decir, que se trataba de una ficción con muy poco de creíble. Y la verdad es que todo lo que se cuenta en la película es seguramente probable que haya sucedido. Es más, estoy convencido que la realidad seguramente superaría a esta ficción. El problema es que es un film tan endeble que uno nunca termina de creérselo.

Para empezar, el guión es bastante pobre. En realidad es un cúmulo de clichés más o menos vistos en muchos films de este estilo. Y como son clichés, pues suenan a falsos y no resultan convincentes. Empezando por los personajes, que están tan llevados al extremo que resultan un tanto caricaturescos. Por ejemplo, el guión se empeña en mostrarnos a un Jimmy Kilmartin como una pobre víctima del sistema cuando en realidad es un buen hombre con un gran corazón y que ama a su familia. Tantos esfuerzos en idealizarnos al héroe de la película resultan demasiado infantiles. En el otro extremo, Little Junior Brown (Nicolas Cage) es presentado como el típico psicópata cruel y desalmado. Ambos personajes son meros estereotipos.

Y tampoco ayuda a hacerlos más convincentes el trabajo de David Caruso y de Nicolas Cage. El primero es hierático, abusa de su mirada ladeada y apenas logra expresar sentimiento alguno. Tenemos que hacer un gran esfuerzo para adivinar lo que está sintiendo en cada momento. Nicolas Cage es víctima de su personaje. Su actuación es excesiva, llena de tics muy vistos para expresar su lado más violento. Y conste que no hace un mal trabajo. De hecho, el personaje encaja perfectamente con su fisonomía. El problema es que parece un personaje de comic, por lo que la teatralidad de la interpretación es todo menos convincente.

Mucho mejor está Samuel L. Jackson. Tal vez porque su personaje es mucho más normalito. Eso sí, seguimos en un nivel bastante elemental en cuanto a la definición de los personajes, que se quedan todos en un plano muy elemental. Meros bocetos.

La historia, sin renunciar a la violencia, pues la película es básicamente un film de acción, pretende también mostrarnos el peor lado de la política, la justicia y la policía. Jimmy es una víctima de todo el sistema. Cada uno lo intenta utilizar en su propio beneficio y el pobre hombre termina siendo una marioneta en manos del fiscal, los federales y la policía. Eso sí, la cosa termina bien. Jimmy conseguirá solucionar su vida cuando parecía que estaba al borde del precipicio. El final también resulta muy poco convincente y en la línea del resto de la película. Es predecible, bastante traído por los pelos y resulta un tanto precipitado.

Y es que El sabor de la muerte es un claro ejemplo de cómo se puede desaprovechar una historia con cierto interés por culpa de un guión muy poco trabajado, que prefiere ir a lo sencillo y termina brindándonos un mero entretenimiento del montón, sin muchas luces. Un producto correctamente servido, pero de muy escasa calidad.

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