El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 16 de junio de 2013

Taxi driver



Dirección: Martin Scorsese.
Guión: Paul Schrader.
Música: Bernard Herrmann.
Fotografía: Michael Chapman.
Reparto: Robert De Niro, Cybill Shepherd, Jodie Foster, Albert Brooks, Harvey Keitel, Peter Boyle, Leonard Harris, Martin Scorsese, Joe Spinell.

Travis Bickle (Robert De Niro) es un veterano de Vietnam que padece de insomnio crónico. Para poder sobrellevarlo, decide solicitar trabajo como taxista en el turno de noche. El contacto con los bajos fondos y los maleantes que pueblan las noches de Nueva York van sembrando su mente de ideas radicales para limpiar las calles de esa basura.

Para muchos la obra maestra de Scorsese, Taxi driver (1976) sigue creciendo con los años como un film muy personal y extrañamente fascinante.

Lo primero que nos entra por los ojos es la peculiar y muy lograda estética de Taxi driver merced a una fantástica fotografía de Michael Chapman. En especial, son memorables las secuencias nocturnas, con los primeros planos de Travis y de su taxi, su peculiar universo desde el que contempla asqueado la ciudad en la que vive. Nueva York visto desde el punto de vista de un hombre enfermo, solitario e inadaptado. Y esta atmósfera tan especial, de humedad, humo y suciedad, se nos muestra bajo las notas de la excelente banda sonora de Bernard Herrman, que compone una melodía triste pero muy hermosa que enfatiza la amarga visión que se nos muestra de Nueva York. Por cierto, este será el último trabajo de Herrman, que moría inmediatamente después de terminar de componer la banda sonora.

Martin Scorsese se apoya en un guión excelente de Paul Schrader, en la primera de sus varias colaboraciones, para mostrarnos el viaje a los infiernos del protagonista. Schrader escribió este guión basándose en sus propias vivencias a raiz de una depresión motivada por una crisis sentimental que le llevó al mundo de las drogas, la pornografía y las armas.

Taxi driver es la historia de un ser solitario, incapaz de mantener unas relaciones normales con otras personas, y como esa soledad y sus problemas de adaptación van llevando al protagonista a un aislamiento cada vez mayor. Travis llena su vida con jornadas interminables al volante de su taxi, bebiendo, acudiendo a cines porno y comiendo porquerías. Intenta buscarle un sentido a su existencia vacía, pero sin tener muy claro cómo hacerlo. Será, finalmente, el contacto con dos mujeres lo que acabará por trastornar definitivamente el delicado equilibrio mental de Travis. Primero fracasa en su intento de conquistar a Betsy (Cybill Shepherd), una mujer que le fascina pero a la que no sabe cómo tratar. Perteneciente a un mundo totalmente opuesto al de Travis, éste ingenuamente intenta atraerla a su universo particular llevándola a un cine porno. El resultado no puede ser más que el fracaso total. Betsy ya no querrá saber nada más de él. Después conoce a Iris (Jodie Foster), una prostituta adolescente que le pide ayuda una noche sin que Travis reaccione.

A partir de entonces, Travis entra en una espiral fatal. Compra un pequeño arsenal de armas, cambia su dieta y decide ponerse en forma. En su mente enferma comienza a tomar forma la idea que tiene que limpiar el mundo. Y comienza a concretar su misión en la persona de un candidato a la presidencia. Años después, el individuo que atentó contra el presidente Ronald Reagan confesó que había visto esta película muchas veces y que con su atentado buscaba impresionar a Jodie Foster.

La catársis final de Taxi driver llevó a algunos a atacar la película por fascista y por exaltar la violencia. Es un punto de vista que, desde luego, no comparto. Creo que muy poca gente puede ver el estallido de violencia final de Travis, un hombre visiblemente enfermo, como algo mínimamente justificable. No es más que la reacción extrema de una mente enferma y ésto queda del todo claro en el film. Es más, Scorsese no escatima en detalles desagradables, que no hacen sino enfatizar la crueldad y lo repulsivo de ese ataque de furia. El extraño giro final que convierte a un perturbado en un héroe no deja de ser una advertencia de cómo la sociedad puede terminar deformando la realidad, de la misma manera que la mente enferma de Travis deformaba cuanto veía.

Martin Scorsese eligió para el papel de Travis a Robert De Niro, con quién ya había trabajado en Malas calles (1973). El trabajo de De Niro es sencillamente perfecto. De Niro, que se sacó la licencia de taxista para meterse en su papel, hace una composición soberbia de su personaje. Nos va adentrando en su locura de una manera implacable y algunas escenas ya han quedado como imborrables en la historia del cine. Recuerdo especialmente aquella en que Travis habla con un agresor imaginario frente al espejo (¿Hablas conmigo?) o cuando se apunta con el dedo chorreando sangre en la sién. Pero también debemos destacar el gran trabajo de una jovencísima Jodie Foster, en uno de los papeles que se han quedado ya para la historia del cine. Jodie tenía trece años, la misma edad que su personaje, al que dota de una vitalidad y un encanto especial. Gracias a su actuación recibió una nominación al Oscar como mejor actriz secundaria. También me gustaría destacar el trabajo de Harvey Keitel en el papel del chulo de Iris. Keitel también había trabajado en Malas calles, de ahí que Scorsese recurriera también a él para esta película.

Taxi driver es un film que sigue vigente hoy en día y que seguirá vigente pase el tiempo que pase. Y no sólo por la excelente puesta en escena o la extraña fascinación que puede producir la visión nocturna de Nueva York envuelto en la banda sonora de Bernard Herrmann. Una de las claves de Taxi driver es que la soledad de Travis resulta muy familiar para los espectadores. Lógicamente, sin llegar a sus extremos, todos nos hemos sentido solos, necesitados de afecto, intentando buscar un sentido a nuestra vida, queriendo romper la rutina, persiguiendo a una mujer hermosa que nos rechaza. De ahí que comprendamos a Travis y lleguemos a identificarnos con su dolor.

El tiempo ha ido poniendo las cosas en su sitio. Pero en el año del estreno de la película, el Oscar fue a parar a Rocky (John G. Avildsen, 1976). Tampoco De Niro se llevó el Oscar al mejor actor, que fue para Peter Finch, a título póstumo, por Network (Un mundo implacable) (Sidney Lumet, 1976). Hoy en día, Rocky se ha quedado como un título correcto que dio origen a una saga patética y De Niro es mucho más conocido y reconocido que el malogrado Finch.

Taxi driver también recibió una cuarta nominación, esta vez por la banda sonora. Pero tampoco se vio recompensada en este apartado. Sí que ganó la Palma de Oro en Cannes.

Premios aparte, Taxi driver es uno de los títulos imprescindibles de la historia de cine. Un film enorme sobre la soledad, el vacío existencial, el trauma de una guerra y la locura que sigue conmoviendo porque no deja de ser un relato de cómo la vida puede arrastarnos sin piedad hasta lugares y situaciones imposibles.

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