El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 25 de junio de 2013

Objetivo: Birmania



Dirección: Raoul Walsh.
Guión: Ranald MacDougall, Lester Cole, Alvah Bessie.
Música: Franz Waxman.
Fotografía: James Wong Howe (B&W).
Reparto: Errol Flynn, James Brown, William Prince, George Tobias, Warner Anderson, Henry Hull, John Alvin, Mark Stevens.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el capitán Nelson y sus hombres son lanzados en paracaídas en la selva de Birmania con la misión de destruir una estación de radar japonesa. Una vez cumplida la misión, los problemas surgirán cuando no puedan regresar a su base por la presión de las fuerzas japonesas de la zona.

Objetivo: Birmania (1945) es uno de los títulos míticos del cine bélico. La verdad es que, vista hoy en día, el film conserva mucha de su fuerza original, pero también es cierto que el paso de los años le ha dejado algunas huellas que no le sientan del todo bien.

Para entenderla en su justa medida, hemos de recordar que el film data de 1945 y la guerra aún no había terminado. Ello explica el enfoque claramente propagandístico del film, así como la exaltación sin reparos del valor, la camaradería y la abnegación de los soldados norteamericanos. En contrapartida, los japoneses son presentados sin pudor como salvajes crueles a los que habría que exterminar de la faz de la tierra. Si bien es, en cierto modo, comprensible esa visión en 1945, lo cierto es que en la actualidad esa propaganda chirría un poco. No todo lo que hicieron los norteamericanos durante aquella guerra estuvo bien (véase por ejemplo el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki).

Pero estamos ante una cinta con un claro sentido propagandístico y ello impregna el film de arriba a abajo. Los soldados pueden tener miedo, pero se reponen cuando llega el momento. Pueden pasar penurias y llegar a sentirse abandonados, pero son leales a sus jefes que, además, son los primeros en dar ejemplo de abnegación y renuncia.

Definitivamente, Raoul Walsh parecía sentirse bien en este tipo de películas, pues recordemos que también le debemos Murieron con las botas puestas (1941), otra película claramente propagandística y donde cuenta también con la presencia de errol Flynn.

Si dejamos de lado este tufillo patriotero, la verdad es que Objetivo: Birmania es un film bastante interesante. La base de la historia es cómo Raoul Walsh logra mantener la tensión sobre la suerte de los soldados americanos a lo largo de toda la película. Y ello no es del todo fácil teniendo en cuenta que el film dura nada menos que ciento cuarenta y dos minutos y que las escenas de lucha son más bien escasas para tratarse de un film bélico. La clave está en que Walsh se centra en lo fundamental y no se pierde en escenas secundarias. La larga marcha de los soldados a través de una selva repleta de enemigos (aunque el film se filmara íntegramente en Estados Unidos) concentra la mayor parte del metraje y ahí el director se centra en ir presentando los conflictos, los miedos, los peligros que van enfrentando los soldados, al tiempo que los vamos conociendo a base de precisas pinceladas que los individualizan convenientemente. Walsh nos hace sentir con maestría el miedo, el hambre, las picaduras de insectos, el calor, las amenazas de la selva...

Es verdad, sin embargo, que a pesar del buen pulso que le da el director al relato, creo que le sobran algunas escenas, pues hacia el final la historia comienza a hacerse algo pesada. Creo que la historia hubiera ganado en intensidad y dinamismo con media hora menos de metraje. Quizá porque, como decía anteriormente, las escenas de acción no son demasiadas. Y tampoco están resueltas con especial brillantez. Y un dato cuando menos curioso para el cine bélico actual es que Objetivo: Birmania es un film bastante pudoroso, como era el cine de aquellos años. No hay sangre ni detalles escabrosos. Incluso los soldados americanos que son capturados y torturados por los japoneses no se nos muestran abiertamente. En aquella época el cine aún tenía la delicadeza de obviar lo desagradable y recurrir a elipsis narrativas.

En cuanto al reparto, donde no aparece ni una sola mujer por cierto, la estrella indicutible es Errol Flynn. Sin duda, el actor tenía un carisma especial y en este tipo de papeles parece moverse como pez en el agua. Sin embargo, no es éste el mejor trabajo que le recuerdo. Como tampoco me convencieron demasiado el resto de actores. Y es que en muchos momentos me resultaban un tanto artificiales; en algunas escenas me costaba creerme en medio de la guerra. El caso es me pareció que la nota dominante de las interpretaciones era una cierta teatralidad.

Sin embargo, Objetivo: Birmania, salvando su cariz propagandístico y su excesivo metraje, sigue siendo un buen film bélico que, por encima de todo, se ha hecho un hueco en la historia del género.

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