El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 12 de agosto de 2013

Fear and desire



Dirección: Stanley Kubrick.
Guión: Howard Sackler.
Música: Gerald Fried.
Fotografía: Stanley Kubrick.
Reparto: Frank Silvera, Kenneth Harp, Paul Mazursky, Steve Coit, Virginia Leith, David Allen.

Durante una guerra, cuatro soldados caen tras las líneas enemigas al estrellarse su avión. En busca de una salida, deciden dirigirse hacia un río y construir una barca que los lleve de vuelta con los suyos.

Después de rodar unos cortometrajes ambientados en el mundo del boxeo con los que Stanley Kubrick dio sus primeros pasos en el mundo del cine y antes de rodar sus primeros éxitos, el director neoyorkino rodó Fear and desire (Miedo y deseo) en 1953. La película, de tan solo sesenta y ocho minutos de duración, se filmó en unas condiciones bastantes precarias. A pesar de no recibir del todo malas críticas, Kubrick llegó con el tiempo a renegar de este primer largometraje de su carrera, llegando incluso a intentar destruir todas las copias del mismo en un intento de borrarlo de su vida y de su carrera. ¿Merecía Fear and desire este odio por parte de su creador?

Bueno, para empezar hay que reconocer que se trata sin duda de una película menor, tanto por los medios como por el argumento, la ambientación, los personajes y la historia en sí. Fear and desire delata de inmediato la falta de recursos y la impericia del director. Se podría calificar como un film bélico por la temática, pero sinceramente creo que no encaja en el género, al menos no en lo que universalmente se entiende como cine bélico. Parece más bien una especie de ensayo o reflexión sobre la vida, la muerte, la naturaleza humana, el miedo y el deseo. Pero es una reflexión que resulta a todas luces pedante y pretenciosa. Un poco en la línea de algunos films posteriores del director, siempre perfeccionista, siempre en busca de la excelencia. En este caso, la excelencia o aquello que distinga a su película del resto habría que buscarlo en ese enfoque intelectual, denso, confuso y a todas luces aparatoso que impregna la película.

El argumento en sí es bastante banal y tampoco es que dé para mucho. De ahí que Kubrick alargue las situaciones a base de abundantes diálogos, discusiones un tanto absurdas, escenas que se prolongan innecesariamente, juegos con la cámara que pretenden darle un punto de vista personal a la historia... El resultado de todo ello es un film frío, donde los personajes no nos parecen reales, donde las situaciones recuerdan más a una pieza de teatro experimental que a un film al uso.

Es evidente que la falta de medios perjudica notablemente el resultado, pero también la historia es demasiado simple y Kubrick cae en falos de novato como pretender transcender con una historia sin mucho gancho abusando además de la aparatosidad y cierta grandilocuencia en los diálogos, o con la voz en off que nos acompaña desde el comienzo y una música estridente que no termina de armonizar con las imágenes.

No se si Kubrick hizo bien o no al intentar destruir esta película. Personalmente yo no lo hubiera hecho. Pero sí que comprendo que renegara de ella porque su nivel es bastante pobre. Si no se tratara de los primeros pasos de un director tan reconocido posteriormente, dudo que nadie a día de hoy prestara la más mínima atención a esta película. Quede pues como una mera curiosidad.

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