El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 17 de agosto de 2013

La trama



Dirección: Alfred Hitchcock.
Guión: Ernest Lehman.
Música: John Williams.
Fotografía: Leonard South.
Reparto: Bruce Dern, Barbara Harris, William Devane, Karen Black, Ed Lauter, Cathleen Nesbitt, Katherine Helmond.

Una anciana adinerada, atormentada por haberse desprendido de su sobrino ilegítimo recién nacido hace cuarenta años, recurre a una vidente para intentar dar con él y hacerlo su heredero.

La trama (1976) supuso la despedida de Alfred Hitchcock del cine después de toda una vida dedicado al suspense. El director, al que acababan de colocar un marcapasos, nos muestra sin embargo un espíritu juvenil y algo burlón con esta historia de enredos que, a pesar de todo, no deja de ser un film menor en su filmografía.

Alfred Hitchcock sentía especial interés por el hecho de que dos tramas paralelas, la de la falsa espiritista (Barbara Harris) y su novio taxista (Bruce Dern) y la del joyero (William Devane) y su compinche (Karen Black), se fueran acercando progresivamente hasta converger en una sola. Y en esta convergencia no está ausente el peculiar humor del director: el sobrino perdido a quien su anciana tía desea convertir en su heredero para reparar su abandono es en realidad un delincuente y un asesino sin escrúpulos. Éste, al conocer que alguien lo anda buscando, llega a la conclusión de que no es para nada bueno, por lo que decide eliminar a la pareja de fisgones. Pero el humor también está en que en La trama no contamos con los típicos héroes, pues la falsa vidente y el taxista son, bien mirado, un par de granujas que viven a la última y no dudan en timar a cualquier ingénuo que se cruce en su camino.

El problema de La trama es que la historia, cuyo guión se debe a Ernest Lehman, autor también del de Con la muerte en los talones (1959), es demasiado simple y previsible, con lo que enseguida perdemos parte del interés o la intriga que hubiera sido necesaria para seguir las desventuras de los protagonistas con más emoción. Por ello también es por lo que el film se hace en algunos momentos un tanto largo. Y eso que Hitchcock no se pierde en escenas banales o de relleno. De hecho, el director nos demuestra una vez más el dominio que tenía de su oficio y su trabajo tras la cámara es preciso y eficaz, sin adornos pero sin titubeos. Quizá lo mejor de la película sea precisamente eso, el buen hacer que aún conservaba el señor Hitchcock a sus setenta y siete años. Sin embargo, el tono un tanto ligero que le otorga a la historia creo que tampoco ayuda demasiado y resta tensión a la película. De hecho, durante el preestreno en Estados Unidos se tuvo que cortar alguna secuencia que provocaba abiertamente las risas del público.

Y de nuevo en el tema del reparto nos encontramos con uno de los problemas que acusan muchas de las obras del director inglés, y es que La trama no cuenta con un reparto especialmente atractivo o carismático. Es cierto que Bruce Dern y Barbara Harris no lo hacen mal, ni mucho menos, pero carecen del carisma de actores de primera fila. En cuanto a los malos de turno, ni William Devane ni Karen Black terminaron de gustarme, especialmente el primero.

La trama no fue demasiado bien acogida por el público, lo que supuso un duro golpe para la moral del director. Hoy en día, podemos decir que es un film que se deja ver con agrado, contiene algunas secuencias interesantes y en definitiva, permite pasar un rato entretenido. Una obra menor, como decía antes, pero para nada un tachón en la carrera de Alfred Hitchcock.

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