El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Intocable



Dirección: Olivier Nakache, Eric Toledano.
Guión: Olivier Nakache, Eric Toledano.
Música: Ludovico Einaudi.
Fotografía: Mathieu Vadepied.
Reparto: François Cluzet, Omar Sy, Anne Le Ny, Audrey Fleurot, Clotilde Mollet, Joséphine de Meaux, Alba Gaia Bellugi, Cyril Mendy, Christian Ameri, Marie-Laure Descoureaux, Gregoire Oestermann.

Philippe (François Cluzet), un millonario que se ha quedado tetrapléjico a causa de un accidente, está buscando un asistente personal. Ante una variada oferta de aspirantes, le llama la atención la persona menos capacitada de todas y que además parece no querer el empleo: Driss (Omar Sy), un negro de la zona marginal con antecedentes penales.

Comienza Intocable (2011) con la advertencia de que la película está basada en una historia real. El aviso es oportuno para que el espectador acepte esta fábula sobre la cooperación y amistad entre dos seres opuestos sin demasiadas suspicacias. Aún así, hay que aclarar que la realidad fue un tanto diferente a la historia que se nos cuenta en la película, mucho más positiva y edulcorada.

Hecha esta aclaración, y mirando la película con una obra de ficción, más allá de su base real, hemos de reconocer que Intocable es un film gratificante por muchos motivos. Por una parte, tenemos al joven marginal que es capaz de encauzar su vida de un modo nada ortodoxo, como es asistiendo a un tetrapléjico millonario. Por otra parte, la película nos reconforta con las posibilidades de amistad y entendimiento del ser humano, capaz de sobreponerse a barreras y diferencias como la clase social o la raza para construir una relación sincera y libre de prejuicios. El mensaje es edificante, sin duda, más allá de que en algunos instantes pueda parecer que todos los problemas que plantea la película se resuelvan con demasiada facilidad (los problemas del hermano pequeño de Driss con las drogas, la mala educación de la hija de Philippe, etc.) Es en estos detalles donde nos damos cuenta de que se trata de una ficción, ni más ni menos. Sin embargo, hemos de reconocer que la idea de los guionistas es positiva y, sobre todo, que su puesta en escena es impecable y funciona correctamente.

La clave de que el film funcione está en la naturalidad con que es presentada y se desarrolla la relación entre los dos protagonistas. Uno de los peligros de la historia, al tratarse de contar la vida de un minusválido, era sin duda la de cargar las tintas en la vertiente dolorosa y dramática de la vida de Philippe. Sin embargo, los directores sortean con maestría este escollo, pues se decantan por un tono de comedia que funciona perfectamente. Y eso que las bromas de Intocable no son realmente geniales, pero es ese tono ligero lo que permite que el film transcurra con alegría y que disfrutemos del aire fresco que supone la presencia de Driss en la vida tan enclaustrada de Philippe. La relación entre ambos resulta natural y es la clave para que la historia cuaje y nos agrade.

Parte fundamental del éxito de esta historia es la sólida actuación de los dos protagonistas. Cluzet es un veterano actor con muchas tablas, y demuestra aquí su talento con un trabajo impecable en el que su actuación se reduce a la expresividad del rostro. Consigue sin esfuerzo aparente trasmitir con naturalidad sus estados de ánimo de un modo totalmente convincente. Su compañero Omar Sy, habitual de los dos realizadores, aporta una actuación natural y que contagia a los espectadores esa frescura y alegría que parecen fusionarse con las de su personaje.

Intocable fue un éxito total de taquilla en Francia y en todo el mundo, con unas recaudaciones millonarias y prolongados números uno en las taquillas.

Sin ser una obra redonda, Intocable es un acierto de principio a fin: cuanta una bonita historia, es sencilla y edificante y está narrada con naturalidad y buen gusto. No se puede pedir casi nada más.


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