El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 8 de septiembre de 2015

Ni en sueños



Dirección: Jim Field Smith.
Guión: Sean Anders, John Morris.
Música: Michael Andrews.
Fotografía: Jim Denault.
Reparto:  Jay Baruchel, Alice Eve, T.J. Miller, Kim Shaw, Nate Torrance, Mike Vogel, Krysten Ritter, Lindsay Sloane, Debra Jo Rupp, Jasika Nicole, Geoff Stults, Hayes MacArthur, Trevor Eve.

Kirk (Jay Baruchel), un chico bastante normalito, al que le ha dejado plantado su novia, conoce accidentalmente a Molly (Alice Eve), una mujer espectacularmente guapa. Contra toda lógica, Kirk descubre que Molly se siente atraída hacia él.

El género de la comedia romántica es uno de los más complicados que hay. No parece que su temática se preste a demasiadas novedades hoy en día y al final es frecuente que nos topemos con más películillas de bajo nivel que obras reseñables. Puede que la culpa resida en que quizá los espectadores nos conformamos con bien poco, con pasar el rato, soltar unas risas y contentarnos con el final feliz de siempre, como si con él nos pudiese tocar algo de felicidad a nosotros también.

Algo de todo ello puede sucedernos con Ni en sueños (2010), una comedia sencilla, con algunos toques más o menos simpáticos, pero que en líneas generales no deja de ser una pequeña tontería.

El meollo de la cuestión está en que una chica despampanante se siente atraída por un joven vulgar, sin un gran futuro y físicamente del montón. La premisa suena a imposible, así que parte de los esfuerzos del guión se dedican a convencernos de que tal milagro es posible. Y si somos sinceros, hemos de reconocer que los esfuerzos por hacer verosímil la relación entre Molly y Kirk terminan funcionando, de manera que llega un momento en que esa atracción nos resulta posible.

Luego, el argumento retoma las pautas más socorridas de los romances y asistimos, sin sorpresa alguna, al período romántico, salpicado de alguna que otra escena graciosa, el conflicto entre la pareja y, como no, la reconciliación final. Como se ve, nada nuevo bajo el sol. Todo demasiado previsible.

Así pues la clave para que esta historia funcione reside en el grado de empatía del público con los protagonistas y en la mayor o menor gracia de los toques de humor que salpican la película. La empatía puede que termine produciéndose, más porque queramos creer en esa atracción imposible de Molly hacia Kirk que en la posibilidad real de que algo así suceda. Y en cuanto al tema de los toques de humor... la verdad es que son escasos y muy poco originales. El humor debe ser inteligente, oportuno, agudo; sin embargo, aquí lo que abunda son las bromas fáciles y los personajes un tanto ridículos. En general, muy poca cosa. El colmo del humor de sal gorda llega con la escena final, donde parece que el guionista se vino arriba dejándose llevar por una extraña euforia y nos ofrece una especie de apoteosis entre cómica y romántica un poco pasada de rosca.

Para añadir un toque serio, que no está mal, al menos en su intención, la película reflexiona sobre el tema de la autoestima como base para el éxito, aunque tampoco aquí el planteamiento es demasiado original ni tampoco está expuesto con mucho rigor.

El reparto funciona bastante bien y al menos en eso el protagonista masculino, si bien está claro que está muy lejos del canon de belleza que encarna Alice Eve, da la talla sin resultar ridículo al lado de su hermosa compañera. Alice Eve, además de ser una actriz deslumbrante, resulta bastante natural, fundamental para que la comedia funcione correctamente al menos en este tema.  Los secundarios juegan también un papel importante y todos ellos cumplen con solvencia, más allá de lo acertado o no que nos puedan parecer algunos los personajes que han de encarnar, algunos de los cuales presentan tintes demasiado gruesos.

Personalmente me hubiera gustado que Ni en sueños tuviera un tono menos cómico y se tomara a sí misma un poco más en serio, pues creo que algunos de los chistes o personajes simpáticos de la película no son especialmente graciosos. Pero bueno, es lo que hay. Al final, estamos ante un mero pasatiempo sin demasiado interés que nos puede hacer pasar un rato agradable, pero que no sale del nivel mediocre de tantas y tantas propuestas parecidas. Y es que parece que a lo que se va en este tipo de películas es a lo fácil.
   

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