El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Daño colateral



Dirección: Andrew Davis.
Guión: David Griffiths y Peter Griffiths (Historia: Ronald Rose, David Griffiths y Peter Griffiths).
Música: Graeme Revell.
Fotografía: Adam Greenberg.
Reparto: Arnold Schwarzenegger, Elias Koteas, Francesca Neri, Cliff Curtis, John Leguizamo, Miguel Sandoval, Harry Lennix, John Turturro.

Tras ver morir a su mujer y a su hijo en un atentado terrorista, Gordy Brewer (Arnold Schwarzenegger) decide tomarse la justicia por su mano al comprobar que las autoridades no parecen dispuestas a hacer todo cuanto pueden para atrapar al culpable.

Visto el resumen del guión de Daño colateral (2002), cualquiera puede anticipar mínimamente de qué va la película: un film de acción pura y dura que vuelve a recurrir al tema de la venganza personal como justificación de la violencia desatada. Un recurso demasiado fácil, demasiado simple y muy peligroso. Pero en Hollywood han de justificar el espectáculo de muertes al que se abonan este tipo de películas con alguna justificación que resulte aceptable, aunque todos sepamos que no es más que una excusa. En este caso, además del tema personal del protagonista, el guión intenta hacer una crítica hacia la guerrilla colombiana, que se enriquece y financia con el tráfico de drogas, y también contra las políticas intervencionistas norteamericanas, si bien en este punto suavizan un tanto la crítica personalizando los errores y abusos en un agente sin escrúpulos. Aún así, seguimos teniendo la impresión, muy acertada, de que todo ello no es más que un leve envoltorio para adornar lo que de verdad es la esencia y la justificación de la película: acción y violencia, explosiones y muertes en la manida historia de dolor y venganza. Y para disimular un poco más el mensaje de muerte y de que el protagonista decida tomarse la justicia por su mano, Gordy Brewer es presentado como un hombre íntegro, honesto, que no desea hace daño prácticamente a nadie, salvo al asesino de su familia. De nuevo vemos como los guionistas buscan edulcorar el producto con falsas pretensiones de moralidad. Y el resultado es que en algunos momentos, el comportamiento de Brewer no deja de resultar bastante curioso y algunas de las muertes que provoca solo son por casualidad, casi sin querer.

Solamente cabría destacar un pequeño giro argumental (que no desvelaré para conservar la sorpresa a quién no haya visto la película) que diferencia Daño colateral del resto de producciones similares, por cuanto añade un toque inesperado bastante bien llevado y que, sin ser tampoco nada excepcional, al menos muestra un detalle que intenta aportar algo diferente a un desarrollo por lo demás bastante previsible.

En cuanto a los méritos de la cinta en sí, hemos de convenir que hay películas de acción mucho mejor filmadas y con una dinámica más conseguida. Daño colateral no consigue destacar en realidad ni por la historia, poco original, ni por el desarrollo. Hay explosiones, es cierto, hay peleas, pero todo ello filmado de una manera un tanto rutinaria y sin llegar a sorprendernos ni a emocionarnos realmente. También es verdad que es un film demasiado largo para lo que tiene que contarnos, con numerosos pasajes en que no prima la acción, lo que penaliza sin duda el ritmo que podría esperarse de un film así. Y al final, en la escena clave, cuando el director decide jugarse la baza del espectáculo, la escena me parece un tanto circense y muy poco convincente, amén de volver a jugar con la ya aburrida sorpresa de último minuto, con lo que el desenlace tampoco me resultó muy convincente.

Además, si bien la presencia de Schwarzenegger suele ser sinónimo de buena taquilla, hemos de reconocer que como actor es un hombre muy limitado y en un film donde tiene bastantes momentos dramáticos, sin recurrir a la acción, su pobre actuación penaliza gravemente la tensión emocional. Además, un actor que me encanta, como es John Turturro, tiene una participación meramente anecdótica y con un personaje histriónico que casi está de más.

La película tuvo la mala suerte de coincidir en su esperado estreno con los atentados del 11 de Septiembre de 2001 de Nueva York, por lo que se retrasó finalmente su estreno debido al argumento de la cinta. Aún así, la película no tuvo una gran acogida de público, pues Estados Unidos no estaba en esos momentos para películas sobre atentados terroristas.

Daño colateral, en definitiva, no aporta nada nuevo al género y se limita a seguir las pautas de este tipo de films de un modo bastante rutinario, sin destacar ni en el plano de las escenas de acción ni en el argumento. Solo los incondicionales del género podrán disfrutar realmente de una película del montón.

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