El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 8 de mayo de 2017

El jurado



Dirección: Gary Fleder.
Guión: Brian Koppelman, Matthew Chapman, David Levien, Rick Cleveland (Novela: John Grisham).
Música: Christopher Young.
Fotografía: Robert Elswit.
Reparto: John Cusack, Gene Hackman, Dustin Hoffman, Rachel Weisz, Bruce Davison, Bruce McGill, Jeremy Piven, Jennifer Beals, Joanna Going, Nick Searcy.

Al perder a su marido asesinado por un hombre fuera de sí, la viuda decide demandar a la empresa que fabricó el arma. El juicio podría sentar un precedente en caso de que el jurado condene a la empresa armamentística, por lo que ésta recurre a los oficios de un despiadado especialista en elegir jurados y que no tiene inconveniente en corromperlos si es necesario para ganar. Sin embargo, pronto se da cuenta de que un miembro del jurado tampoco está dispuesto a jugar limpio.

John Grisham es, como todo el mundo sabe, un novelista de éxito, un fabricante de best-sellers ambientados en el mundo de la abogacía y claro, Hollywood no suele dejar pasar la ocasión de llevar a la gran pantalla cualquier proyecto que huela a dinero. De ahí las numerosas películas, creo que ocho en total, que se basan en tantos otros éxitos del escritor.

El jurado (2003) aborda una vez más el tema de los juicios, si bien en este caso el interés no reside en el juicio en sí, en los interrogatorios de los testigos o el enfrentamiento de los abogados. Si algo caracteriza a los argumentos de Grisham es que suele buscar un enfoque original para la intriga, en busca de la sorpresa, en busca de salir de los caminos más trillados. Siguiendo esa premisa, el interés ahora está en la figura del jurado y en como éste puede ser manipulado por abogados sin escrúpulos y grandes compañías para lograr un resultado favorable a sus intereses.

Eso sí, no debemos buscar una crítica al sistema, una denuncia contra los juicios con jurado o algo parecido, si bien algo de ello hay en la historia. Y es verdad también que la película plantea una crítica hacia la venta indiscriminada de armas en Estados Unidos y el gran poder económico de los grandes fabricantes. Pero ese no es el objetivo final de El jurado. Es decir, no es un film pensado como denuncia, sino como thriller que consiga mantener al espectador pegado a la pantalla y, al final, sorprenderlo con el típico giro de última hora, que parece que es lo que realmente interesa: la sorpresa final, jugar con el espectador, engañarlo. Dudo de la eficacia de esta especie de moda, pues generalmente provoca más rechazo que otra cosa, sobre todo cuando el engaño es tan tramposo que ofende. Aunque en defensa de El jurado hay que reconocer que el engaño final está bastante bien llevado y se acepta como parte de un guión bastante ingenioso. Si bien también es cierto que, para que la trama funcione, hemos de poner de nuestra parte no siendo demasiado estrictos a la hora de analizar los detalles del guión, pues encontraríamos no pocas inconsistencias o elementos traídos por los pelos. La clave está en dejarse llevar por la historia y disfrutarla a pesar de sus imperfecciones. Sin embargo, he de reconocer que el desenlace me defraudó. Es demasiado bien intencionado, con todas las piezas encajando tan perfectamente que resulta muy poco convincente. Sin duda, es el punto más flojo de la película.

Quizá lo mejor de El jurado sea el magnífico reparto con que cuenta. Gene Hackman encarna a un especialista en jurados especialmente odioso con la solvencia de un actor todo terreno como él. Y a su lado, otro veterano con un gran talento: Dustin Hoffman, si bien en este caso me parece que su trabajo es algo más rutinario. Pero quiero destacar también a John Cusack, sin duda un actor excepcional que mantiene el nivel de sus dos grandes compañeros de reparto.

A favor del director, Gary Fleder, lo mejor que se puede decir es que las dos horas de película se nos pasan volando, merced a un trabajo bastante serio por su parte, respetando el ritmo y dejando que sea la intriga la verdadera protagonista de la película.

El jurado puede que no sea una gran película, pues desde luego que no lo es, pero sí que cuenta con un guión interesante, un reparto excelente y una cuidada factura que lo convierten en un film bastante digno, aunque no exento de pequeñas imperfecciones, que sin duda nos hará pasar un rato bastante entretenido. Resumiendo, tiene todo lo bueno y todo lo malo de un best-seller.

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