El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 21 de mayo de 2017

Esta casa es una ruina



Dirección: Richard Benjamin.
Guión: David Giler.
Música: Michel Colombier.
Fotografía: Gordon Willis.
Reparto: Tom Hanks, Shelley Long, Alexander Godunov, Maureen Stapleton, Joe Mantegna, Philip Bosco, Josh Mostel.

Anna (Shelley Long) y su novio Walter (Tom Hanks) viven de prestado en el piso de Max (Alexander Godunov), el exmarido de Anna, un famoso director de orquesta. Cuando éste regresa a Nueva York inesperadamente, la joven pareja se ve obligada a buscar alojamiento a toda prisa. Y cuando encuentran una preciosa casa a un precio de risa, no dudan en comprarla.

Es curioso comprobar como los resortes de la risa siguen una de pautas que, básicamente, no han variado con el paso del tiempo. Y una prueba de ello lo tenemos con Esta casa es una ruina (1986), comedia cuya base son los golpes y caídas propias de las primeras comedias del cine mudo. Y es que el humor de esta comedia es fundamentalmente visual, utilizando el ruinoso estado de una mansión como base de los gags de la película. La historia de amor de los protagonistas, con un muy básico trío amoroso para añadir cierta tensión dramática, parece un simple decorado, pues la verdadera protagonista de la película no es otra que la casa, que parece tener vida propia por momentos, llevando a sus desafortunados propietarios a situaciones límite.

No es un film brillante, es cierto, en parte por culpa de una dirección no demasiado buena; pero a pesar de todo resulta una película entretenida, con algunas situaciones bastante bien llevadas y con un sencillo recurso a las caídas y golpes que, aunque sean básicos y a veces predecibles, resultan siempre graciosos. Además, se nutre también de la maravillosa interpretación de Tom Hanks, un actor tremendamente expresivo y muy natural sufriendo con cierta estoica resignación todas las sorpresas que le depara la casa.

Recordar un precedente que puede haber servido de inspiración para David Giler y que es la película de H. C. Potter Los Blandings ya tienen casa (1948), protagonizada por Cary Grant.

Esta casa es una ruina tiene el mérito de haber asentado los comienzos en el cine de Tom Hanks. Producida por Steven Spielberg, se trata de una comedia ligera, sin demasiadas pretensiones, pero que consigue sacarnos unas cuantas risas y cumple con soltura con su cometido de proporcionar un pasatiempo amable y simpático.

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