El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 31 de mayo de 2017

3 días para matar



Dirección: McG.
Guión: Adi Hasak y Luc Besson.
Música: Guillaume Roussel.
Fotografía: Thierry Arbogast.
Reparto: Kevin Costner, Amber Heard, Hailee Steinfeld, Connie Nielsen, Richard Sammel, Eriq Ebouaney, Tómas Lemarquis, Big John, Rupert Wynne-James, Peter J. Chaffey.

Ethan Renner (Kevin Costner), un veterano agente de la CIA, descubre que padece una enfermedad terminal y que le quedan unos pocos meses de vida. Decide entonces pasarlos con su hija, a la que apenas conoce al haber pasado la mayor parte del tiempo de misión en misión. Sin embargo, sus planes se verán alterados cuando una agente de la agencia contacte con él y le pida un último servicio.

3 días para matar (2014) es una de esas películas en la que nada destaca especialmente. Como thriller, sin duda los hay mucho mejores, ya no solo por el argumento o la tensión, sino también en cuanto a escenas de acción o calidad de los malos. Sabido es que para que una intriga funcione bien, la figura del malo ha de ser de un gran nivel. Y aquí el principal fallo es que de los malos no sabemos apenas nada durante toda la historia, de ahí que la tensión se resienta inevitablemente. Y todo ésto porque 3 días para matar es un thriller, pero a la vez tampoco lo es al 100%. En realidad, la película pretender ser una especie de mezcla entre thriller, comedia y drama familiar; resultando que no se adentra con decisión en ninguno de los tres géneros, sino que los amalgama con más o menos fortuna, según la secuencia, de manera que muchas veces se queda a medio camino y uno no sabe si reír, dejarse llevar por la emoción o sumergirse en la intriga y las escenas violentas sin más.

Es el peligro de querer jugar a varias cartas a la vez: que la cosa se queda un poco a medias. El thriller carece de verdadero nervio; el drama familiar es muy poco original, si bien para mí proporciona los pocos momentos intensos de la historia, y la comedia es demasiado burda para que nos saque alguna que otra risa.

Quizá lo más positivo es recuperar a Kevin Costner y la verdad es que realiza un buen trabajo, además de resultar totalmente convincente en su papel gracias a los signos inevitables del paso del tiempo en su rostro.

De todas maneras, y a pesar de lo expuesto anteriormente, 3 días para matar es una película correcta, bien realizada y que resulta, después de todo, un aceptable pasatiempo. No destaca en nada concreto, pero tampoco tiene graves fallos y lo curioso es que, a pesar de su larga duración, se ve de un tirón sin resultar pesada o cansina.

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