El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 13 de mayo de 2017

Mi primo Vinny



Dirección: Jonathan Lynn.
Guión: Dale Launer.
Música: Randy Edelman.
Fotografía: Peter Deming.
Reparto: Joe Pesci, Marisa Tomei, Ralph Macchio, Mitchell Whitfield, Fred Gwynne, Lane Smith, Austin Pendleton, Maury Chaykin, Bruce McGill.

Durante un viaje en coche por el Sur de los Estados Unidos, dos jóvenes amigos son detenidos acusados de un asesinato que no cometieron. Sin recursos económicos para contratar un buen abogado, recurren a un familiar de uno de ellos, el primo Vinny (Joe Pesci), sin saber que carece de la más mínima experiencia.

La comedia en el cine actual suele ser, por lo general, un género bastante maltratado. Es habitual recurrir al chiste fácil, a un humor bastante tosco y con un planteamiento encaminado a un público poco exigente. Salvo raras excepciones, es cierto. De ahí que me animara a ver Mi primo Vinny (1992) con bastantes recelos y sin esperarme gran cosa de ella. Y por eso mi satisfacción, después de verla, es mayor de lo esperado, pues me ha parecido una comedia muy divertida y muy por encima de la media que viene siendo habitual.

Son muchos los elementos que hay que cuidar a la hora de afrontar la realización de una película, pero considero que una de las piezas fundamentales es el guión. Sin una buena base argumental, todo el edificio se viene abajo irremediablemente. Y la gran sorpresa con Mi primo Vinny es que cuenta con un guión inteligente y muy bien elaborado, con lo que la mitad del trabajo ya está hecho.

La historia es sencilla: dos inocentes que por mala suerte se ven acusados de un crimen que no cometieron y que les puede costar la pena de muerte. Además, para complicar aún más el asunto, recurren para su defensa a un abogado que aún no ha llevado ningún caso serio y que tiene toda la pinta de ser un incompetente. La clave está en que Dale Launer consigue ensamblar todos los elementos de la historia de manera coherente, astuta y divertida gracias a un planteamiento serio. Y es que a veces se toma a broma la tarea de escribir una comedia y no nos engañemos: en la comedia se ha de hacer reír al público y eso requiere tomarse el trabajo muy en serio. Y así lo hace Launer, con un guión que huye del chiste fácil, de la caricatura de los personajes, que elabora los diálogos con inteligencia, que sabe utilizar con habilidad las casualidades, la repetición de situaciones, que capta la esencia del Sur sin caer en tópicos banales... En definitiva, crea una historia amena, bien trabajada, creíble dentro de la parodia, con personajes bien construidos y que en su medida aportan su grano de arena cada uno al buen devenir de la una historia que va ganando fuerza conforme avanza la película, hasta culminar en un final perfecto, rebosante de ingenio y que pone el broche de oro a la historia.

Además, Jonathan Lynn tuvo la suerte de contar con un Joe Pesci magnífico, bastante comedido en sus gestos y que lleva sobre sus hombros el peso de la película con pasmosa efectividad. Y perfectamente secundado además por una atractiva y muy simpática Marisa Tomei, que se llevó el Oscar a la mejor actriz de reparto. Y tampoco quiero olvidarme de Fred Gwynne, fabuloso dando vida al sorprendido y estricto juez Haller, un papel fundamental en la historia que borda con un trabajo impecable.

Cuidado, tampoco quiero decir que estemos ante una obra maestra. Mi primo Vinny es un film sencillo, sin demasiadas pretensiones. Pero es quizá su sencillez una de sus virtudes: no parece pretender ser nada más de lo que es, una comedia de enredo sencilla, pero muy bien elaborada, que respeta sobre todo el género de la comedia y que funciona correctamente, sacándote muchas sonrisas y alguna que otra carcajada. Sin duda, un trabajo bien hecho.

- Creí que pensabas que lo espontáneo es romántico.
- ¡Un eructo es espontáneo y no es romántico!

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