El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 1 de junio de 2022

El perro de Baskervilles



Dirección: Terence Fisher.

Guión: Peter Bryan (Novela: Arthur Conan Doyle).

Música: James Bernard.

Fotografía: Jack Asher.

Reparto: Peter Cushing, André Morell, Christopher Lee, Marla Landi, David Oxley, Francis De Wolff, Miles Malleson, John Le Mesurier, Ewen Solon, Helen Goss, Sam Kydd.

El doctor Richard Mortimer (Francis De Wolff) acude a pedir ayuda al detective Sherlock Holmes (Peter Cushing) temiendo la muerte de Henry (Christopher Lee), último heredero de la familia Barskerville, cuyos miembros han ido muriendo asesinados por un terrible perro.

Aclarar primero que esta película, El perro de Baskervilles (1959), puede aparecer en castellano con los títulos de El perro de los Baskerville o El sabueso de los Baskerville. He elegido el primer título pues es con el que la Metro Goldwyn Mayer distribuye esta cinta en España y evita además confundirla con otras adaptaciones.

Mítica y celebrada adaptación de una de las novelas más conocidas de Arthur Conan Doyle. Estamos ante una producción de la famosa productora Hammer, más conocida por sus películas de terror, que reúne a uno de sus mejores directores, Terence Fisher, junto a dos de sus mayores actores: Peter Cushing y Christopher Lee. El resultado es un film memorable, que no pierde ni un gramo de eficacia con el paso de los años.

El perro de Baskervilles es una obra de serie B, es decir, con un presupuesto limitado. Sin embargo, suple las posibles carencias materiales con un derroche de imaginación y talento, fórmula que estimo mucho más valiosa que la contraria (más medios y menos talento), más habitual hoy en día.

Para empezar, hay que destacar el tono dramático, algo teatral por momentos, con que está conceciba la obra. Se trata de aumentar el dramatismo, de dar intensidad a las escenas y sin duda esto le sienta de maravilla a la historia, que une magistralmente la intriga policíaca con elementos de un film de terror. El comienzo, donde conocemos el origen de la maldición de los Baskerville con la figura del malvado Sir Hugo (David Oxley), es de una intensidad encomiable y nos mete de lleno en un laberinto de misterios y emociones que ya no nos dejarán en paz hasta el desenlace.

Magnífica es también la ambientación, con la residencia de los Baskerville plagada de sombras, de ruidos, de puertas misteriosas y con la peligrosa ciénaga que, es cierto que produce menos impresión que la mansión, pero que aporta también sus dosis de peligros naturales y sobrenaturales. Y todo ello acertadamente acondicionado con la magnífica banda sonora de James Bernard.

Otro de los grandes aciertos fue poder contar con Peter Cushing y Christopher Lee al frente del reparto. El primero encarna a un Sherlock Holmes como muchos habrían imaginado: nervioso, enérgico, decidido, delgado y siempre alerta. Cushing, junto con Basil Rathbone, es el mejor Holmes que he visto en la gran pantalla. Christopher Lee, si bien me cuesta un poco asociarlo a la figura de un elegante noble, es el otro gran puntal de la película; con una presencia imponente, sabe dotar a su personaje de un aire noble y también trasmitir el terror que le asalta como víctima de una amenazante maldición. André Morell compone un doctor Watson perfectamente plausible, en este caso mucho más que el encarnado por Nigel Bruce, más cómico y torpe, en las películas protagonizadas por Basil Rathbone.

Terence Fisher sabe darle a la historia la intensidad requerida, dejando de lado posibles tiempos muertos y centrándose de lleno en la historia, potenciando en todo momento el misterio y la tensión, de manera que el desarrollo de El perro de Baskervilles es siempre ágil y certero. Todos los elementos se conjugan para potenciar la intensidad y el resultado es un film que funciona con gran precisión y logra mantener la emoción y la tensión casi sin ninguna tregua de principio a fin.

Sin duda, una de las mejores adaptaciones de las obras de Conan Doyle al cine. Los puristas podrán hablar de algunos cambios respecto a la obra impresa, pero recordemos que esto es cine y que al final, lo que cuenta, es el resultado y pienso que éste no podría ser mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario