Dirección: Paul McGuigan.
Guión: Brandon Boyce.
Música: Cliff Martinez.
Fotografía: Peter Sova.
Reparto: Josh Hartnett, Rose Byrne, Matthew Lillard, Diane Kruger, Christopher Cousins, Jessica Paré, Vlasta Vrana, Amy Sobol.
Cuando Matthew (Josh Hartnett) ve a Lisa (Diane Kruger) siente un flechazo instantáneo y busca la manera de conocerla. Lisa, finalmente, también se enamora de Matthew, pero un día desaparece sin decir nada.
Obsesión (2004) es un remake del film francés de 1996 Flash-back (El apartamento), escrito y dirigido por Gilles Mimouni, donde se mezclaban el suspense, el thriller y el romance, algo que Paul McGuigan sigue también es esta versión. No puedo opinar del film francés, que no he visto, pero el resultado que obtenemos en Obsesión me pareció un tanto fallido.
Para empezar, el relato se estructura en un desarrollo no lineal, con abundantes saltos en el tiempo que, desde mi manera de ver, no ayudan demasiado a que nos impliquemos en la historia. En cierto sentido, esta manera de contar la historia nos puede recordar a Rashomon (Akira Kurosawa, 1950), salvando las distancias, pues vemos diferentes momentos de los acontecimientos vistos desde el punto de vista de varios personajes.
Es evidente que esta manera de abordar el relato está motivada sobre todo para potenciar el suspense y mantenernos expectantes, sin que podamos anticipar lo que puede suceder. Incluso no sabemos si el juego de Alex (Rose Byrne), enamorada de Matthew, se debe a una obsesión enfermiza o a un amor sincero. Por lo tanto, durante toda la película nos movemos entre las sombras y ello es verdad que aporta una dosis de intriga que mantiene en pie el relato y nuestro interés, pero perjudica el que podamos disfrutar plenamente de la historia.
Como decía Alfred Hitchcock, es mejor que el espectador sea consciente de lo que sucede que mantenerlo ignorante, pues si conoce la historia, la vive durante todo el metraje pero, manteniéndolo en la oscuridad, como aquí, tan solo disfrutamos verdaderamente en el momento de la sorpresa final, cuando se muestran las cartas al fin.
Está claro que la idea no era construir un film exclusivamente romántico, de ahí el misterio que envuelve a la historia y a los personajes, pero eso precisamente convierte Obsesión en algo sin fuerza dramática, sin la pasión que podría contagiarnos de conocer mejor a los personajes y lo que sienten. El mejor momento de la la película, desde mi punto de vista, es cuando Alex al fin se sincera con Mathew y comprendemos su amor imposible, su desesperación y su dolor. Podríamos haber disfrutado de un film maravilloso si el guión se hubiera decantado por esta vertiente personal, por mostrarnos el amor idealizado, el flechazo no correspondido en lugar de jugar a un misterio que, una vez resuelto, sabe a muy poco y nos deja con la sensación de que Obsesión es un film que no ha encontrado su norte, su esencia, su razón de ser.
El final, muy convencional y que tampoco renuncia a alargar la incertidumbre de manera algo forzada, resulta gratificante si somos de los que queremos terminar con buen sabor de boca, pero no compensa un enfoque equivocado.
Para aquellos que valoren más la intriga sobre el romance, tal vez Obsesión les resulte estimulante, pero para mí, esta mezcla de géneros no terminó de funcionar.
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