El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 30 de junio de 2024

La última bala



Dirección: James Neilson.

Guión: Borden Chase (Novela: Norman A. Fox).

Música: Dimitri Tiomkin.

Fotografía: William Daniels.

Reparto: James Stewart, Audie Murphy, Dan Duryea, Dianne Foster, Elaine Stewart, Brandon deWilde, Jay C. Flippen, Herbert Anderson, Robert J. Wilke, Hugh Beaumont, Jack Elam, Tommy Cook. 

Los trabajadores del ferrocarril llevan tiempo sin recibir la paga, robada en tres ocasiones por la banda de Whitey Harbin (Dan Duryea), por lo que el responsable de la compañía (Jay C. Flippen) decide recurrir a Grant McLaine (James Stewart), un antiguo empleado, para que lleve el dinero de la paga esta vez.

James Stewart destacó en todos los géneros en los que trabajó. Aunque en el comienzo de su carrera, el actor se especializó en comedias, tras la Segunda Guerra Mundial dio el salto al western, dejándonos algunos títulos memorables, destacando su colaboración con Anthony Mann. Precisamente, este era el director que debía rodar La última bala (1957), pero finalmente no pudo ser así y fue James Neilson, un director sin grandes títulos, el que dirigió el proyecto, lo que puede justificar la escasa fuerza de la cinta, aunque un guión algo extraño tampoco ayuda demasiado.

Y no es que Borden Chase fuera un recién llegado, pues poseía una amplia trayectoria en Hollywood con muy buenos trabajos, por ello quizá el problema resida en el libro de Norman A. Fox que sirve de base al proyecto. Libro que plantea un enfrentamiento entre dos hermanos, cada uno a un lado de la ley, con un enfoque bastante simplista, al menos en la cinta, y un sustrato moralista que a día de hoy resulta muy poco convincente.

Incluso algunos momentos, como el forzar que las dos protagonistas femeninas estén presentes en la guarida de los forajidos de un modo demasiado artificial, llegan a resultar un tanto rocambolescos, dejando patente que el argumento no transcurre con la normalidad necesaria, dando la impresión de ser algo artificioso. 

Lo que sí que debemos apuntar al debe del director es la torpeza que demuestra en el enfrentamiento final entre Grant y la banda de Harbin, que debería ser la secuencia clave de la cinta pero se resuelve de un modo bastante gris y sin la garra deseable.

El problema de La última bala también es la escasa profundidad de los personajes, a pesar de que ya estamos en una etapa tardía del western en la que la parte psicológica iba cogiendo cada vez más relevancia. Pero en la película, los personajes están retratados de manera muy concisa, sin aristas, sin tomarse el tiempo de definirlos con más profundidad, de manera que no terminan de parecer personas de carne y hueso, sino más bien un cúmulo de tópicos, en especial los personajes secundarios, como Harbin o El chico de Utica, interpretado por Audie Murphy, el soldado norteamericano más condecorado de la Segunda Guerra Mundial pero decididamente un pobre actor, con un aire de cartón piedra a lo largo de toda la cinta.

Por lo tanto, de La última bala tan solo destacaría la presencia de James Stewart, siempre convincente. Salvo eso, estamos ante un western menor un tanto simple y no del todo correctamente aprovechado.

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