El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 1 de junio de 2024

Pequeño gran hombre



Dirección: Arthur Penn.

Guión: Calder Willingham (Novela: Thomas Berger).

Música: John Hammond.

Fotografía: Harry Stradling.

Reparto: Dustin Hoffman, Faye Dunaway, Martin Balsam, Richard Mulligan, Chief Dan George, Jeff Corey, Amy Eccles, Kelly Jean Peters, Carol Androsky, Robert Little Star, Cal Bellini, William Hickey.

A sus 121 años, Jack Crabb (Dustin Hoffman) le cuenta a un historiador (William Hickey) la historia de su vida.

Pequeño gran hombre (1970) es un western tardío, pasada ya su gran época clásica inaugurada por John Ford con La diligencia (1939). Pertenece a esa nueva generación de películas del oeste que pretendían revisar las bases del período clásico y ofrecer una imagen renovadora del género. Las intenciones de esta renovación eran admirables, pero los resultados no siempre acompañaban y Pequeño gran hombre es un buen ejemplo de ello.

Arthur Penn pretende, sobre todo, desmitificar la historia más difundida de la conquista del Oeste, sus figuras míticas y las luchas contra los indios. El mejor ejemplo de este nuevo enfoque lo tenemos en el personaje protagonista, que no termina de hacer nada bien y resulta muchas veces realmente patético, ofreciéndonos una figura totalmente opuesta al héroe de los westerns clásicos. Solamente la visión del pueblo Cheyenne, de su amor a la tierra y su nobleza, sin evitar la presencia de algunos indios un tanto peculiares, resulta menos caricaturesca y es la parte más conseguida de la historia.

La película ya nos advierte de su extrañeza con la presentación de Jack Crabb como un anciano de 121 años. Es la primera muestra de una historia que, sobre todo en su primera mitad, pero no exclusivamente, abusa de la parodia y la caricatura, creando un universo de personajes excesivamente singulares y excéntricos que restan credibilidad a lo narrado. Cuesta mucho tomarse en serio y participar de un relato orientado tan abiertamente a la parodia. De ahí la sorpresa cuando de pronto Arthur Penn decide ponerse dramático y nos ofrece la secuencia más estremecedora y dolorosa de la película: el ataque por sorpresa de la caballería de Custer (Richard Mulligan) al poblado Cheyenne masacrando a hombres, mujeres y niños indefensos, en una muestra de brutalidad tal que nos sacude las entrañas. Lástima que toda la historia no esté enfocada de esta manera, pues estaríamos hablando de un film totalmente diferente, mucho más rico y más eficaz a mi modo de entender.

Porque el enfoque principal hacia la parodia me resulta algo infantil, incluso surrealista en algunos momentos, y no terminó de convencerme. Incluso la excesiva duración de la cinta tampoco creo que le ayude mucho, pues hay pasajes totalmente intrascendentes y la idea de repetir los encuentros de Jack con viejos conocidos termina por resultar algo forzada.

Eso sí, debemos alegrarnos de contar con Dustin Hoffman en el papel principal y sobre todo de la figura de Viejo Guardapellejos (Chief Dan George), el abuelo adoptivo de Jack, que es el personaje más profundo e interesante del relato, autor de los mejores momentos y las mejores frases. Lástima que sea un pequeño destello en medio del resto de seres demasiado caricaturescos, como el engreído y estúpido general Custer, a los que cuesta tener en cierta consideración y que debilitan en gran medida el notorio afán desmitificador, pues ridiculizar demasiado al adversario termina por crear serias dudas sobre la verdad de lo relatado.

Definitivamente, un western no demasiado logrado, muy curioso, es cierto, pero donde se pierde la grandeza de los viejos westerns a cambio de pocas cosas verdaderamente interesantes. 

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