El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 23 de septiembre de 2024

The Way Back



Dirección: Gavin O'Connor.

Guión: Brad Ingelsby y Gavin O'Connor.

Música: Rob Simonsen.

Fotografía: Eduard Grau.

Reparto: Ben Affleck, Al Madrigal, Janina Gavankar, Michaela Watkins, Brandon Wilson, Will Ropp, Fernando Luis Vega, Charles Lott Jr., Melvin Gregg.

Jack Cunningham (Ben Affleck), una antigua figura del baloncesto estudiantil, ha tocado fondo: separado de su mujer, malgasta su vida sumido en el alcohol. Pero un día, le ofrecen el puesto de entrenador del equipo de baloncesto de su antiguo colegio. 

El drama es un género clásico del cine. Da mucho juego y siempre es más fácil hacer llorar que hacer reír, de ahí que cualquier director un poco listo pueda hacer un drama más que correcto. Y esta es la sensación que saco después de ver The Way Back (2020): Gavin O'Connor tiene la habilidad suficiente para contarnos una historia triste de superación personal de un modo bastante digno.

Porque lo primero que debemos destacar de la cinta es que el director adopta un tono serio, pero huyendo de dramatismos excesivos. Y tiene mérito pues la historia no puede ser más demoladora: el protagonista era un jugador prometedor que por problemas familiares arruinó su carrera y su vida cayendo en las drogas. Redimido por su esposa (Janina Gavankar), endereza su vida hasta que un cáncer acaba con la vida de su hijo. Ello le lleva a la depresión, el alcoholismo y a arruinar su matrimonio. Con el trabajo de entrenador, parece que encuentra un motivo para intentar cambiar su vida.

Como vemos, un cúmulo de circunstancias que convierten The Way Back en una bomba emocional. Por ello, es de elogiar el trabajo del director, construyendo un film sólido sin caer en la lágrima fácil y dosificando el drama con mucha contención y elegancia.

También hemos de reconocer que Ben Affleck, un actor no muy expresivo por lo general, está aquí bastante acertado. No es un trabajo de Oscar, pero sí que consigue trasmitir sus emociones con sobriedad y de manera convincente.

Pero The Way Back, por desgracia, no es un film redondo. Y ello se debe fundamentalmente a un guión bastante limitado y un poco tosco.

La historia, bien analizada, no es más un cúmulo de tópicos donde no falta casi nada. Incluso es bastante predecible en los escasos giros que toma la historia, desde la evolución personal del protagonista al cambio del equipo de baloncesto, que pasa de ser uno de los peores de su liga a entrar en los play-off.

Un guión que en realidad no profundiza lo suficiente en los personajes y sus problemas y se dedica a montar diferentes escenas bastante simples donde desarrolla el drama de un modo muy superficial. Se echa de menos más complejidad, más originalidad. Por ejemplo, si nos acordamos de Manchester frente al mar (Kenneth Lonergan, 2016), protagonizada curiosamente por el hermano de Ben, Casey Affleck, y con un tema muy parecido, entendemos la gran diferencia entre un guión bien escrito y éste, que llega a provocar cierto cansancio a mitad de la película por su falta de sorpresas y cierta repetición de situaciones.

De todos modos, The Way Back se deja ver con agrado pues no deja de ser una historia conmovedora sobre lo cruel que puede ser la vida para algunas personas y lo fácil que es rendirse y buscar el que parece el camino más fácil para huir del sufrimiento. Son temas sin duda de gran calado, la pena es que no se desarrollen con la inteligencia necesaria.

jueves, 19 de septiembre de 2024

El ojo público



Dirección: Howard Franklin.

Guión: Howard Franklin.

Música: Mark Isham.

Fotografía: Peter Suschitzky.

Reparto: Joe Pesci, Barbara Hershey, Stanley Tucci, Jerry Adler, Jared Harris, Gerry Becker, Dominic Chianese, Del Close, Richard Foronjy, Tim Gamble, Bob Gunton. 

Leon Bernstein (Joe Pesci) se gana la vida como fotógrafo de sucesos en Nueva York a comienzo de los años cuarenta. Parte de su éxito reside en mantenerse neutral, sin tomar nunca partido por nadie. Sin embargo, eso cambia cuando la atractiva viuda Kay Levit (Barbara Hershey) le pide ayuda.

Película con pretensiones de cine clásico, El ojo público (1992) nos muestra las posibilidades del cine contemporáneo, pero también sus dificultades para redondear un material que ofrecía mucho más de lo que Howard Franklin al final consigue.

Si empezamos por las debilidades, lo primero que no conseguí superar es el tema de la ambientación. La historia transcurre en 1942 y el esmero de la producción para representar esa época con fidelidad resulta incuestionable. Sin embargo, y puede que este detalle sea algo personal, nunca me quité de la cabeza que todo era un simple decorado. Ambiente perfecto, ropas perfectas, todo inmaculado... y sin embargo artificial. Eso me pareció, aunque no dejaría de ser un detalle menor si el resto de la producción estuviera a la altura de lo esperado.

Otro detalle, y esto sí que es crucial, realmente inverosímil es el romance entre Leon y Kay. Se trata de un elemento clave en la historia que, sin embargo, el director no logra desarrollar con la intensidad y la profundidad suficientes. Pero al error en el planteamiento se suma el contraste entre Joe Pesci y una impresionante Barbara Hershey, lo que convierte su relación en algo del todo increíble. La química entre ellos dos es inexistente y así no se puede sostener nada. Es de esos detalles que le hacen pensar a uno en seguida que solo pueden suceder en el cine, jamás en la vida real. 

Y unido a lo anterior, llegamos al punto más débil de El ojo público, que es la ausencia de emoción a lo largo de toda la historia. Franklin construye un relato en teoría apasionante, con el tema de la corrupción política, la mafia, la soledad de Leon, su enamoramiento "imposible", su sueño de reconocimiento por su trabajo... Es un material de oro puro que en manos del director se vuelve frío, sin emoción. Nada en la historia nos sacude, nada nos llega al alma. Intuimos grandes posibilidades, especialmente con el personaje de Leon, su ética o la falta de la misma, su pasión secreta hacia Kay, su dudosa decisión de fotografiar la masacre de un mafioso y su banda... Y todo ello nos deja fríos. Franklin es incapaz de darle vida a la historia, de conmovernos, de hacer que los hechos narrados traspasen la pantalla y nos golpeen, nos remuevan en el asiento. Una pena.

Pero no todo es fallido en la cinta. Para empezar, es un bonito homenaje al fotógrafo neoyorkino Weegee, un artista que retrató con descarnada sinceridad el Nueva York de mediados del siglo XX: crímenes, accidentes de tráfico y también damas de la alta sociedad. Algunas de las fotos que se muestran en la película eran suyas y demuestran el talento de un hombre singular.

Por otra parte, El ojo público encara abiertamente el tema de la ética de la fotografía: hasta qué punto se pueden hacer fotos de determinadas personas o situaciones. El colmo es como Leon, pudiendo evitar una masacre, permite que suceda porque así puede sacar unas fotos únicas. 

Y más allá de la trama mafiosa, interesante aunque con poco recorrido en la cinta, donde residía todo el interés de la película era en el retrato de Leon Bernstein: en su soledad, en cómo su dedicación absoluta a su oficio lo convirtió en un hombre realmente solo. "Ninguna mujer podría amar a un tipo andrajoso que duerme vestido, que come a base de latas y que pasa tanto tiempo con cadáveres que huele como ellos". El personaje de Joe Pesci es realmente complejo, contradictorio; nos mueve a la compasión, pero también resulta censurable por esa manera obsesiva de dedicarse a su oficio e intentar lograr las mejores fotos a toda costa. Sin embargo, el director tampoco supo explorar convenientemente ese filón.

A cambio, tenemos un film impecable en las formas, con un gran trasfondo, un Joe Pesci soberbio, una Barbara Hershey más hermosa que nunca... Estaba todo ahí, pero Franklin se quedó en la orilla.

martes, 17 de septiembre de 2024

Gentleman Jim



Dirección: Raoul Walsh.

Guión: Vincent Lawrence y Horace McCoy (Autobiografía: James J. Corbett).

Música: H. Roemheld.

Fotografía: Sid Hickox (B&W).

Reparto: Errol Flynn, Alexis Smith, Jack Carson, Alan Hale, John Loder, William Frawley, Minor Watson, Ward Bond, Madeleine Lebeau, Rhys Williams, Arthur Shields, Dorothy Vaughan.

James J. Corbett (Errol Flynn) es un modesto empleado de banco, aunque aspira a mucho más. Cuando descubre sus habilidades para el boxeo, no duda en labrarse un futuro en el ring.

Gentleman Jim (1942) es una comedia que escenifica la vida de James J. Corbet, primer campeón mundial de los pesos pesados en 1892 tras la entrada en vigor de las reglas del marqués de Queensberry. Y como en casi todas las películas biográficas, salvo contadas excepciones, parece que la realidad termina por imponerse, coartando o limitando la inventiva y dejando un film que pierde intensidad en favor de un relato más o menos detallado de la vida de Corbett en este caso. 

Sin duda, el mayor acierto de la cinta es contar con el maravilloso Errol Flynn para dar vida al protagonista. A pesar de que en principio no parece el actor más apropiado para encarnar a un peso pesado, el carisma y la energía que desprendía Flynn en esos años, en la cima de su carrera, lo convierten en la estrella de la película.

Walsh elige un enfoque de comedia que nos muestra un mundo bastante idealizado donde todo parece posible para el orgulloso, ambicioso y carismático protagonista. Corbett, a pesar de su arrogancia, es un hombre tan jovial, amable y decidido que cae automáticamente bien, algo que quizá solo Errol Flynn podía conseguir con tan pasmosa facilidad.

No estamos por lo tanto en una cinta con pretensiones históricas, solo un divertimiento orquestado con agilidad donde todos los personajes terminan resultando entrañables. Es, por lo tanto, un mundo fantástico el que se muestra, donde ni siquiera la policía es capaz de asustar y donde todos pagan alegremente sus deudas de juego. No hay maldad, de ahí que Gentleman Jim se acerque más a un cuento bienintencionado que a algo real.

Pero es que la idea, además de ofrecer un retrato idealizado del protagonista, es entretener a base de situaciones amables y detalles cómicos que, es cierto, parecen hoy en día algo teatrales de más, incluso infantiles, pero que eran la norma en muchas comedias de la época. Falta sutileza, es cierto, incluso Walsh alarga demasiado algunos combates con detalles que se repiten con poca originalidad, como las reacciones de los familiares de Corbett. De ahí que la cinta tenga pequeños bajones que le impiden alcanzar cotas más altas.

Y en ello también tiene mucho que ver, desde mi punto de vista, el dejar un tanto de lado el romance entre Corbett y Victoria Ware (Alexis Smith), pues es un tema que daba para mucho más del partido que finalmente se obtiene de su relación, aparcada hasta el mismísimo final donde, precipitadamente, se resuelve el forzado conflicto que parecía existir entre ambos.

A pesar de sus defectos, Gentleman Jim se deja ver con agrado, especialmente para los admiradores del genuino Flynn, un actor con un carisma que eclipsaba a todos cuantos le rodeaban.

lunes, 16 de septiembre de 2024

Sola en la oscuridad



Dirección: Terence Young.

Guión: Robert Carrington y Jane-Howard Carrington (Teatro: Frederick Knott).

Música: Henry Mancini.

Fotografía: Charles Lang.

Reparto: Audrey Hepburn, Alan Arkin, Richard Crenna, Jack Weston, Samantha Jones, Julie Herrod, Efrem Zimbalist, Jr. 

Una joven, Lisa (Samantha Jones), transporta droga escondida en una muñeca; para evitar que se la quite un compinche suyo, Harry Roat (Alan Arkin), se la confía a Sam Hendrix (Efrem Zimbalist, Jr.), un pasajero de su mismo vuelo, lo que traerá dramáticas consecuencias para su esposa ciega, Susy (Audrey Hepburn).

Audrey Hepburn fue una gran actriz, sin duda alguna. Y ha protagonizado grandes películas donde su encanto añadía un plus de glamour maravilloso. Elegante, sobria y distinguida, tiene un puesto de honor en la historia del cine. Pero ello no significa que no tenga películas flojas y Sola en la oscuridad (1967) es de las peores que le he visto.

Para empezar, la historia proviene de una obra de teatro y aunque ello no tiene porque ser algo negativo, en esta ocasión sí que lo es por varios motivos. El primero es lo limitado del escenario, circunscrito a un pequeño apartamento. Para algunos puede este detalle puede añadir un plus a la intriga, aumentando el suspense por la sensación de confinamiento, de estar la protagonista atrapada en su propia jaula. Pero creo que más que eso, lo que supone es un elemento más de incredulidad a la intriga, que se suma a un argumento que roza lo surrealista. Y esta es la segunda herencia negativa de su origen literario, pues de Sola en la oscuridad se puede decir, en el peor sentido del término, que es demasiado teatral.

La trama recurre a demasiadas situaciones forzadas, como el que la joven que lleva la muñeca se la entregue sin más a un desconocido o que su asesino, Roat, decida pedir ayuda para encontrar la muñeca a dos amigos de Lisa, Mike (Richard Crenna) y Carlino (Jack Weston), sin más justificación que necesidades o caprichos del guión.

Tampoco la manera que tienen los tres delincuentes de intentar encontrar la muñeca parece muy ingeniosa y las dotes de Susy descubriendo sus manejos parecen cosa de ciencia ficción, como que descubra que Carlino ha limpiado la nevera y el pasamanos. ¡Vaya oído!

Como la intriga se asienta pues en unas premisas tan rocambolescas como absurdas, toda la cinta la pasamos intentando digerirlas, con lo que siempre estamos ante una posición de incredulidad. 

Es verdad que en algunos momentos se puede percibir cierta tensión, pero de nuevo resulta algo artificial y siempre con la impresión de que Susy, a pesar de su inteligencia, podría haber hecho algo más para salir de ese lío, como ir al apartamento de la vecina Gloria (Julie Herrod) en lugar de permanecer en el suyo sabiendo que los malvados van a ir en su busca.

Hay que reconocer que Audrey Hepburn realiza un trabajo convincente como ciega. Es de esas interpretaciones que suelen gustar mucho en Hollywood (de hecho recibió una nominación al Oscar a mejor actriz) por el hecho de encarnar a alguien con algún rasgo especial. Pero, sinceramente, no soy capaz de valorar toda la película solamente teniendo en cuenta el trabajo de Audrey Hepburn, pues ya sabemos que era una gran actriz.

Incluso el final, que podría haberse resuelto de un modo más sensato, no evita caer de nuevo en la teatralidad más vulgar, con la típica vuelta de tuerca que solo busca incrementar el clímax pero que peca de un dramatismo forzado que ya no sorprende a nadie.

En definitiva, a pesar de las críticas tan positivas, no he logrado disfrutar de Sola en la oscuridad como habría esperado y deseado. Me parece una película simple, forzada al máximo en su planteamiento y que no ha envejecido precisamente muy bien.

martes, 10 de septiembre de 2024

Capitán Phillips



Dirección: Paul Greengrass.

Guión: Billy Ray (Libro: Richard Phillips y Stephan Talty).

Música: Henry Jackman.

Fotografía: Barry Ackroyd.

Reparto: Tom Hanks, Barkhad Abdi, Barkhad Abdirahman, Faysal Ahmed, Mahat M. Ali, Catherine Keener, Michael Chernus, David Warshofsky, Corey Johnson. 

Durante una travesía del carguero Maersk Alabama atravesando el Cuerno de África, el barco es asaltado por un grupo de piratas somalíes, reteniendo como rehén al capitán del mercante, Richard Phillips (Tom Hanks).

Capitán Phillips (2013) es un muy buen ejemplo de lo que el cine actual puede ofrecernos en cuanto a realismo partiendo de un hecho real, puesto en imágenes con tal eficacia que a menudo, en el transcurso del drama, llegamos a olvidarnos de que se trata de una ficción.

La historia nos cuenta el asalto que sufrió un mercante norteamericano por los piratas somalíes en 2009. Muchas veces, partir de una historia verídica suele lastrar bastante el resultado, pues los guiones se ven limitados por la realidad. En este caso no es así y la mano firme del director logra crear un film apasionante en muchos momentos en el que estamos atenazados a los asientos por el grado de tensión que Greengrass logra transmitirnos.

Es cierto que no todo el film mantiene el buen nivel, sobre todo en la última parte del metraje, cuando los secuestradores somalíes navegan en un bote salvavidas con el capitán como rehén. Aquí disfrutamos de los mejores minutos de la historia y, aún anticipando el desenlace, no podemos dejar de estar en constante tensión, con un desarrollo siempre dinámico, a pesar de lo limitado de los personajes y el espacio, lo que habla muy bien de la maestría del director para manejar la situación.

Sin embargo, como decía, no toda la película logra el mismo nivel y creo que haber sabido acortar la duración nos hubiera evitado algunos minutos un tanto planos al principio y a la mitad de la película. A veces no hace falta narrar con detalle cada minuto y se hubiera agradecido algo más de concreción.

En cuanto al reparto, es evidente que el poder contar con Tom Hanks en el papel principal es todo un acierto. El actor consigue hacer completamente creíble a su personaje y en las escenas finales logra contagiarnos con absoluta precisión su estado emocional sin caer nunca en excesos. Pero no quisiera olvidarme de los actores que encarnan a los piratas, pues ellos también aportan un grado de verosimilitud a su trabajo tal que nos olvidamos que son actores. Sin duda, gracias a este acierto en el reparto, Capitán Phillips logra en gran medida ese aire de credibilidad que acerca el relato a un documental, salvando las distancias, naturalmente.

Capitán Phillips sin embargo no es una gran película si la analizamos a nivel artístico y argumental. Quizá le falte algo para lograr la excelencia, tal vez ahondar más y mejor en los personajes. Pero como relato basado en hechos reales, como dramatización de lo sucedido, la cinta consigue un muy buen resultado y logra meternos en la piel del capitán y hacer que suframos casi a su mismo nivel.

viernes, 6 de septiembre de 2024

El dilema



Dirección: Michael Mann.

Guión: Eric Roth y Michael Mann (Artículo: Marie Brenner).

Música: Lisa Gerrard y Pieter Bourke.

Fotografía: Dante Spinotti.

Reparto: Al Pacino, Russell Crowe, Christopher Plummer, Diane Venora, Philip Baker Hall, Lindsay Crouse, Debi Mazar, Stephen Tobolowsky, Colm Feore, Bruce McGill, Gina Gershon, Michael Gambon, Rip Torn. 

Lowell Bergman (Al Pacino), productor de la CBS, contacta con el doctor Jeffrey Wigand (Russell Crowe) para que le descifre unos documentos que ha recibido relativos a una tabacalera. Pronto Lowell descubre que Wigand, despedido de otra tabacalera, tiene algo importante que contar a cerca de su trabajo.

Basada en hechos reales, El dilema (1999) es un drama sobre un hombre enfrentado a las poderosas compañías tabacaleras y el efecto que dicha lucha provoca en su matrimonio y en toda su vida. La película recibió en su día nada menos que siete nominaciones a los Oscar, aunque finalmente se fue de vacío, algo que creo que se puede explicar, desde mi punto de vista, por el personal planteamiento de Michael Mann, que parece más preocupado de aplicar un estilo en que se vea claramente su mano en la dirección que de enfocar el tema por cauces más clásicos y eficaces.

Y es que Michael Mann parece querer escapar de las fórmulas conocidas, lo cual no es nada malo en sí. El problema es que su enfoque personal arruina el clima dramático de una historia repleta de momentos álgidos y que en manos del director se vuelve un film sin carga dramática y, por momentos, tedioso. Con ello, la larga duración de la cinta, que en otros casos no es un inconveniente, aquí da como resultado un film que me ha llegado a cansar.

Es cierto que tiene el mérito de que el guión no nos cuenta todo con pelos y señales, evitando caer en explicaciones excesivas, y aún así no se pierde nunca el hilo de los acontecimientos. Es lo más positivo que he encontrado en la cinta. Pero su renuncia a un planteamiento más clásico provoca que la historia pierda fuerza y ello es evidente en los momentos clave, como cuando la esposa de Wigand (Diane Venora) lo abandona al no soportar la presión a la que están sometidos por el deseo de su marido de contar la verdad sobre su trabajo. Y es que todos los momentos clave transcurren con una falta de emoción alarmante, convirtiendo un film con muchas posibilidades en un relato plano donde parece que Mann está más preocupado por el encuadre que por hacer una historia apasionante.

Pero además, hay otro detalle que me resultó bastante perturbador y fue el trabajo de Russell Crowe, un actor que siempre me gustó pero que aquí enfoca a su personaje de una manera un tanto extraña. El doctor Wigand pasará por una gran tensión, junto al miedo por la seguridad de su familia, por lo que es evidente que Russell Crowe debe reflejarlo en su trabajo. Pero en lugar de ello, nos muestra una imagen confusa del doctor, por momentos dando la sensación de estar perdido e incluso con gestos que daban una imagen de un tipo perturbado, como si tuviera un retraso mental. Sé que esto que afirmo es algo que puede que solo yo haya percibido, pero el trabajo del actor me parecía artificial y mal resuelto.

 El resto del reparto está correcto, incluso Al Pacino me pareció más contenido que otras ocasiones, lo que es de agradecer, pero a Russell Crowe nunca terminé de entenderlo.

Creo que el mérito de El dilema no es otro que abordar un tema muy interesante y que plantea la dicotomía entre los beneficios millonarios de ciertas empresas y lo ético y legal de su trabajo. Es el debate sin resolver entre dinero u honradez, los límites de la verdad y el deber. Por eso aún es más frustrante comprobar el poco partido que el director termina sacando de un material tan rico.

martes, 3 de septiembre de 2024

Coma



Dirección: Michael Crichton.

Guión: Michael Crichton (Novela: Robin Cook).

Música: Jerry Goldsmith.

Fotografía: Victor J. Kemper.

Reparto: Geneviève Bujold, Michael Douglas, Richard Widmark, Elizabeth Ashley, Rip Torn, Lois Chiles, Lance LeGault, Harry Rhodes, Tom Selleck, Ed Harris.

Cuando su mejor amiga (Lois Chiles) entra en coma durante una intervención rutinaria, la doctora Susan Wheeler (Geneviève Bujold) empieza a investigar sobre el caso y descubre una anormal tasa de pacientes en coma durante el último año en su hospital.

El nombre de Michael Crichton como director y guionista es suficiente aliciente para sentarnos a ver Coma (1978), si bien en este caso no se trata de una adaptación de una novela suya, sino de una de Robin Cook. Ello no es ningún inconveniente, pues la película cuenta una historia lo suficientemente interesante como para mantenernos atrapados de principio a fin.

Es cierto que el argumento no resulta para nada creíble una vez que se desvela la trama al final del film. Es tal vez el principal defecto de la historia pero, salvando esa inverosimilitud, hay que reconocer que el misterio que recorre la cinta desde el principio es lo suficientemente atractivo como para que al final podamos perdonar lo excesivo del planteamiento. Además, si bien no se trata de nada particularmente novedoso, el guión consigue sembrar las dudas sobre los personajes, especialmente sobre el doctor Bellows (Michael Douglas), el novio de Susan, para que siempre estemos intentando atar cabos por nuestra cuenta, lo que consigue que nos impliquemos en la historia, viviendo casi en primera persona las investigaciones y peligros de la doctora Wheeler.

Pero también hay que reconocer que, al tratarse de una película de los años setenta, muchos aspectos técnicos y visuales han envejecido con dificultad. Quizá lo más notable sea ese aire de film de bajo presupuesto de Coma, echándose en falta quizá una producción más cuidada. Ojo, tampoco es que haya fallos importantes, solamente es la sensación de que los medios empleados son algo escasos.

A nivel del reparto, he de confesar que ni Geneviève Bujold ni Michael Douglas, sobre todo él, me resultaron especialmente convincentes. De ella se podía esperar algo más, aunque no de Michael Douglas, un actor mediocre que solamente con los años fue ganado algo de oficio. En cambio, Richard Widmark se muestra sólido en su papel, dejando claro que es lo mejor de un reparto donde podemos ver a Tom Selleck y Ed Harris en sus primeros años de carrera.

Lo más destacable de Coma es la solidez con que se desarrolla la intriga sin que se recurra a falsas expectativas o trucos baratos, algo que a menudo destroza planteamientos similares en películas con guiones menos elaborados. En esto, Crichton se muestra bastante sólido y construye un guión que maneja sus elementos con honestidad y acierto, de manera que, salvo en el desenlace, todo transcurre con coherencia y el misterio suficiente como para que nos impliquemos en la historia y la disfrutemos y suframos con absoluta convicción.

A pesar pues de su modestia y su inverosimilitud, creo que Coma es un film bastante recomendable para los amantes del género. Es de esos que se recuerdan con estima porque ofrecen todo lo que se espera de ellos.   

lunes, 2 de septiembre de 2024

Pánico en la escena



Dirección: Alfred Hitchcock.

Guión: Whitfield Cook (Novela: Selwyn Jepson).

Música: Leighton Lucas. 

Fotografía: Wilkie Cooper.

Reparto: Jane Wyman, Marlene Dietrich, Michael Wilding, Richard Todd, Alistair Sim, Sybil Thorndike, Kay Walsh, Miles Malleson, Hector McGregor. 

Eve Gill (Jane Wyman) ayuda a esconderse a su amigo Jonathan Cooper (Richard Todd), sospechoso de un asesinato, cuando este le cuenta que en realidad lo ha cometido su amante, la estrella del teatro Charlotte Inwood (Marlene Dietrich).

Pánico en la escena (1950) es una pequeña rareza en la filmografía de Alfred Hitchcock, que no era muy partidario de películas con este tipo de argumentos, del estilo de las novelas de Agatha Christie, pero que se decidió a rodarla aceptando la opinión general de la que novela en la que se basaba era del tipo perfecto para él.

También el director se sentía atraído por rodar un film sobre el teatro donde la protagonista, aspirante a actriz, deberá representar su primer papel importante en la vida real. 

La película tiene un argumento un tanto inverosímil y sobre todo teniendo en cuenta el giro final, que nos deja entre sorprendidos y enojados por el engaño en que se sustenta todo el argumento. El propio director reconocía que partir de un flash-back en el que se nos cuenta una mentira era un error bastante imperdonable. 

La segunda debilidad de Pánico en la escena es la falta absoluta de momentos de peligro, lo que resta dramatismo y fuerza a la historia. Según Hitchcock, eso se debía a que eran los malos los que tenían miedo, lo que iba contra una regla básica en este tipo de argumentos: cuanto mejor logrados estén los malos, mejor funcionará la película, y aquí precisamente son la parte menos sólida de la cinta.

A nivel personal, tampoco la elección de Jane Wyman y de Michael Wilding para encarnar a la pareja protagonista me resultó muy convincente, especialmente ella, pues la encuentro demasiado infantil como para resultar atractiva, algo que resulta fundamental en la historia. Tampoco su papel está muy bien definido, cambiando sus sentimientos con una facilidad asombrosa, lo que no se entiende demasiado bien hasta el desenlace, en el que comprendemos que era imprescindible que cambiara sus afectos con anterioridad al mismo.

Quizá el personaje más original sea el del Comodoro Gill (Alister Sim), el padre de Eve. Es el elemento más interesante de la historia y el personaje que aporta las notas de humor y también de sentido común, dentro de su extravagancia, que aligeran y oxigenan un desarrollo algo acartonado. A pesar de que el director no se mostraba muy contento con el actor, creo que es de lo mejor de la cinta.

Lo curioso de Pánico en la escena es que, si bien como historia no termina de engancharnos, sí que cuenta con algunas escenas aisladas bastante interesantes donde el director consigue contar lo que sucede con una sutileza y economía de medios muy logradas (estoy recordando cuando Eve se da cuenta de lo que empieza a sentir por el detective Smith (Michael Wilding) y Hitchcock nos lo muestra con el plano del piano donde Smith estuvo tocando), además de ciertas notas de su humor tan especial que aportan algunos granos de sal al relato.

Con todo, Pánico en la escena dista de ser una de las cintas del director que podríamos situar entre las mejores de su producción. Sin embargo, creo que no es un film completamente fallido y merece ser vista a pesar de sus debilidades.