El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Pánico en la escena



Dirección: Alfred Hitchcock.

Guión: Whitfield Cook (Novela: Selwyn Jepson).

Música: Leighton Lucas. 

Fotografía: Wilkie Cooper.

Reparto: Jane Wyman, Marlene Dietrich, Michael Wilding, Richard Todd, Alistair Sim, Sybil Thorndike, Kay Walsh, Miles Malleson, Hector McGregor. 

Eve Gill (Jane Wyman) ayuda a esconderse a su amigo Jonathan Cooper (Richard Todd), sospechoso de un asesinato, cuando este le cuenta que en realidad lo ha cometido su amante, la estrella del teatro Charlotte Inwood (Marlene Dietrich).

Pánico en la escena (1950) es una pequeña rareza en la filmografía de Alfred Hitchcock, que no era muy partidario de películas con este tipo de argumentos, del estilo de las novelas de Agatha Christie, pero que se decidió a rodarla aceptando la opinión general de la que novela en la que se basaba era del tipo perfecto para él.

También el director se sentía atraído por rodar un film sobre el teatro donde la protagonista, aspirante a actriz, deberá representar su primer papel importante en la vida real. 

La película tiene un argumento un tanto inverosímil y sobre todo teniendo en cuenta el giro final, que nos deja entre sorprendidos y enojados por el engaño en que se sustenta todo el argumento. El propio director reconocía que partir de un flash-back en el que se nos cuenta una mentira era un error bastante imperdonable. 

La segunda debilidad de Pánico en la escena es la falta absoluta de momentos de peligro, lo que resta dramatismo y fuerza a la historia. Según Hitchcock, eso se debía a que eran los malos los que tenían miedo, lo que iba contra una regla básica en este tipo de argumentos: cuanto mejor logrados estén los malos, mejor funcionará la película, y aquí precisamente son la parte menos sólida de la cinta.

A nivel personal, tampoco la elección de Jane Wyman y de Michael Wilding para encarnar a la pareja protagonista me resultó muy convincente, especialmente ella, pues la encuentro demasiado infantil como para resultar atractiva, algo que resulta fundamental en la historia. Tampoco su papel está muy bien definido, cambiando sus sentimientos con una facilidad asombrosa, lo que no se entiende demasiado bien hasta el desenlace, en el que comprendemos que era imprescindible que cambiara sus afectos con anterioridad al mismo.

Quizá el personaje más original sea el del Comodoro Gill (Alister Sim), el padre de Eve. Es el elemento más interesante de la historia y el personaje que aporta las notas de humor y también de sentido común, dentro de su extravagancia, que aligeran y oxigenan un desarrollo algo acartonado. A pesar de que el director no se mostraba muy contento con el actor, creo que es de lo mejor de la cinta.

Lo curioso de Pánico en la escena es que, si bien como historia no termina de engancharnos, sí que cuenta con algunas escenas aisladas bastante interesantes donde el director consigue contar lo que sucede con una sutileza y economía de medios muy logradas (estoy recordando cuando Eve se da cuenta de lo que empieza a sentir por el detective Smith (Michael Wilding) y Hitchcock nos lo muestra con el plano del piano donde Smith estuvo tocando), además de ciertas notas de su humor tan especial que aportan algunos granos de sal al relato.

Con todo, Pánico en la escena dista de ser una de las cintas del director que podríamos situar entre las mejores de su producción. Sin embargo, creo que no es un film completamente fallido y merece ser vista a pesar de sus debilidades.

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