El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 6 de septiembre de 2024

El dilema



Dirección: Michael Mann.

Guión: Eric Roth y Michael Mann (Artículo: Marie Brenner).

Música: Lisa Gerrard y Pieter Bourke.

Fotografía: Dante Spinotti.

Reparto: Al Pacino, Russell Crowe, Christopher Plummer, Diane Venora, Philip Baker Hall, Lindsay Crouse, Debi Mazar, Stephen Tobolowsky, Colm Feore, Bruce McGill, Gina Gershon, Michael Gambon, Rip Torn. 

Lowell Bergman (Al Pacino), productor de la CBS, contacta con el doctor Jeffrey Wigand (Russell Crowe) para que le descifre unos documentos que ha recibido relativos a una tabacalera. Pronto Lowell descubre que Wigand, despedido de otra tabacalera, tiene algo importante que contar a cerca de su trabajo.

Basada en hechos reales, El dilema (1999) es un drama sobre un hombre enfrentado a las poderosas compañías tabacaleras y el efecto que dicha lucha provoca en su matrimonio y en toda su vida. La película recibió en su día nada menos que siete nominaciones a los Oscar, aunque finalmente se fue de vacío, algo que creo que se puede explicar, desde mi punto de vista, por el personal planteamiento de Michael Mann, que parece más preocupado de aplicar un estilo en que se vea claramente su mano en la dirección que de enfocar el tema por cauces más clásicos y eficaces.

Y es que Michael Mann parece querer escapar de las fórmulas conocidas, lo cual no es nada malo en sí. El problema es que su enfoque personal arruina el clima dramático de una historia repleta de momentos álgidos y que en manos del director se vuelve un film sin carga dramática y, por momentos, tedioso. Con ello, la larga duración de la cinta, que en otros casos no es un inconveniente, aquí da como resultado un film que me ha llegado a cansar.

Es cierto que tiene el mérito de que el guión no nos cuenta todo con pelos y señales, evitando caer en explicaciones excesivas, y aún así no se pierde nunca el hilo de los acontecimientos. Es lo más positivo que he encontrado en la cinta. Pero su renuncia a un planteamiento más clásico provoca que la historia pierda fuerza y ello es evidente en los momentos clave, como cuando la esposa de Wigand (Diane Venora) lo abandona al no soportar la presión a la que están sometidos por el deseo de su marido de contar la verdad sobre su trabajo. Y es que todos los momentos clave transcurren con una falta de emoción alarmante, convirtiendo un film con muchas posibilidades en un relato plano donde parece que Mann está más preocupado por el encuadre que por hacer una historia apasionante.

Pero además, hay otro detalle que me resultó bastante perturbador y fue el trabajo de Russell Crowe, un actor que siempre me gustó pero que aquí enfoca a su personaje de una manera un tanto extraña. El doctor Wigand pasará por una gran tensión, junto al miedo por la seguridad de su familia, por lo que es evidente que Russell Crowe debe reflejarlo en su trabajo. Pero en lugar de ello, nos muestra una imagen confusa del doctor, por momentos dando la sensación de estar perdido e incluso con gestos que daban una imagen de un tipo perturbado, como si tuviera un retraso mental. Sé que esto que afirmo es algo que puede que solo yo haya percibido, pero el trabajo del actor me parecía artificial y mal resuelto.

 El resto del reparto está correcto, incluso Al Pacino me pareció más contenido que otras ocasiones, lo que es de agradecer, pero a Russell Crowe nunca terminé de entenderlo.

Creo que el mérito de El dilema no es otro que abordar un tema muy interesante y que plantea la dicotomía entre los beneficios millonarios de ciertas empresas y lo ético y legal de su trabajo. Es el debate sin resolver entre dinero u honradez, los límites de la verdad y el deber. Por eso aún es más frustrante comprobar el poco partido que el director termina sacando de un material tan rico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario