El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 3 de septiembre de 2024

Coma



Dirección: Michael Crichton.

Guión: Michael Crichton (Novela: Robin Cook).

Música: Jerry Goldsmith.

Fotografía: Victor J. Kemper.

Reparto: Geneviève Bujold, Michael Douglas, Richard Widmark, Elizabeth Ashley, Rip Torn, Lois Chiles, Lance LeGault, Harry Rhodes, Tom Selleck, Ed Harris.

Cuando su mejor amiga (Lois Chiles) entra en coma durante una intervención rutinaria, la doctora Susan Wheeler (Geneviève Bujold) empieza a investigar sobre el caso y descubre una anormal tasa de pacientes en coma durante el último año en su hospital.

El nombre de Michael Crichton como director y guionista es suficiente aliciente para sentarnos a ver Coma (1978), si bien en este caso no se trata de una adaptación de una novela suya, sino de una de Robin Cook. Ello no es ningún inconveniente, pues la película cuenta una historia lo suficientemente interesante como para mantenernos atrapados de principio a fin.

Es cierto que el argumento no resulta para nada creíble una vez que se desvela la trama al final del film. Es tal vez el principal defecto de la historia pero, salvando esa inverosimilitud, hay que reconocer que el misterio que recorre la cinta desde el principio es lo suficientemente atractivo como para que al final podamos perdonar lo excesivo del planteamiento. Además, si bien no se trata de nada particularmente novedoso, el guión consigue sembrar las dudas sobre los personajes, especialmente sobre el doctor Bellows (Michael Douglas), el novio de Susan, para que siempre estemos intentando atar cabos por nuestra cuenta, lo que consigue que nos impliquemos en la historia, viviendo casi en primera persona las investigaciones y peligros de la doctora Wheeler.

Pero también hay que reconocer que, al tratarse de una película de los años setenta, muchos aspectos técnicos y visuales han envejecido con dificultad. Quizá lo más notable sea ese aire de film de bajo presupuesto de Coma, echándose en falta quizá una producción más cuidada. Ojo, tampoco es que haya fallos importantes, solamente es la sensación de que los medios empleados son algo escasos.

A nivel del reparto, he de confesar que ni Geneviève Bujold ni Michael Douglas, sobre todo él, me resultaron especialmente convincentes. De ella se podía esperar algo más, aunque no de Michael Douglas, un actor mediocre que solamente con los años fue ganado algo de oficio. En cambio, Richard Widmark se muestra sólido en su papel, dejando claro que es lo mejor de un reparto donde podemos ver a Tom Selleck y Ed Harris en sus primeros años de carrera.

Lo más destacable de Coma es la solidez con que se desarrolla la intriga sin que se recurra a falsas expectativas o trucos baratos, algo que a menudo destroza planteamientos similares en películas con guiones menos elaborados. En esto, Crichton se muestra bastante sólido y construye un guión que maneja sus elementos con honestidad y acierto, de manera que, salvo en el desenlace, todo transcurre con coherencia y el misterio suficiente como para que nos impliquemos en la historia y la disfrutemos y suframos con absoluta convicción.

A pesar pues de su modestia y su inverosimilitud, creo que Coma es un film bastante recomendable para los amantes del género. Es de esos que se recuerdan con estima porque ofrecen todo lo que se espera de ellos.   

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