El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 23 de octubre de 2024

El duque



Dirección: Roger Michell.

Guión: Richard Bean y Clive Coleman.

Música: George Fenton.

Fotografía: Mike Eley.

Reparto: Jim Broadbent, Helen Mirren, Fionn Whitehead, Matthew Goode, Anna Maxwell Martin, Jack Bandeira, Aimée Kelly, Joshua McGuire, Charlotte Spencer.  

En 1961, Kempton Bunton (Jim Broadbent), un idealista empedernido, roba el cuadro del Duque de Wellington, de Francisco de Goya, de la National Gallery para "financiar" su campaña en favor de las personas mayores y los veteranos de guerra.

Basada en hechos reales, El duque (2020) es una comedia a la que no podemos negar su gran originalidad. Sin embargo, tiene ciertos defectos que a la larga pasan factura.

Sin duda, para aquellos a los que les gusta el humor británico, esta cinta colmará en gran medida sus expectativas. Estamos ante un film elegante, muy bien ambientado y con actores, como Helen Mirren, que resultan realmente naturales. También lo es Jim Broadbent, cuyo trabajo resulta entrañable, especialmente en la parte del juicio, pero es evidente que el actor resulta demasiado mayor para su papel y eso es algo que no conseguí olvidar durante toda la película.

Además de la elegancia, quisiera destacar el gran nivel de los diálogos, algo que debería ser la norma en cualquier película pero que, por desgracia, es tan raro que cuando asistimos a un guión tan preciso como este resulta sorprendente y se agradece enormemente.

Sin embargo, El duque tiene una primera parte, donde se presentan los personajes básicamente, que me resultó bastante floja y, por lo tanto, se me hizo muy larga. Falta precisión, falta concreción. Los personajes, tanto el de Kempton como el de su esposa (Helen Mirren), no caen especialmente bien. Kempton está retratado de manera que se acerca más a un majadero que a un idealista de gran corazón. Por su parte, su esposa es gruñona, arisca, y aunque entendemos que debe estar hasta la coronilla de las majaderías de su esposo, no se hace simpática. Es el principal error de la historia: hacer que sus personajes no nos resulten simpáticos.

Es cierto que cuando llega la parte del juicio, el nivel de la película sube mucho, pues estamos al fin en el momento en que se desvelan las cartas sin disimulos ni juegos. Es entonces cuando comprendemos de verdad al señor Kempton que, de un plumazo, deja de ser un chiflado para convertirse en un sujeto muy simpático, lúcido y casi entrañable. Su esposa, al fin, parece entrar también en razón y asume la pérdida de su hija (una subtrama que recorre la película en segundo plano) y muestra cierta comprensión hacia su esposo. Es decir, de pronto el guión se vuelve sensible y tierno y consigue al fin que nos impliquemos en los problemas de los personajes, que sintamos su dolor por el drama de perder a una hija y los veamos como seres normales, no como los bichos raros del principio.

Sin embargo, a pesar de esa parte final más lograda, el desequilibrio de la cinta es evidente. En conjunto, es una película que se ve con agrado, pues resulta un tema novedoso y el tratamiento, sin forzar las gracias, es discreto y elegante. Pero no pasa de eso, de un film amable, con ciertos momentos muy logrados, pero sin una unidad que le de más peso en el conjunto. 

sábado, 19 de octubre de 2024

Outlander



Dirección: Howard McCain.

Guión: Dirk Blackman y Howard McCain.

Música: Geoff Zanelli.

Fotografía: Pierre Gill.

Reparto: Jim Caviezel, Sophia Myles, Jack Huston, John Hurt, Cliff Saunders, Ron Perlman, Patrick Stevenson, Aidan Devine, Bailey Maughan.

En el año 709, una nave espacial se estrella en Noruega. El único superviviente es Kainan (Jim Caviezel)... y un Moorwen, una criatura sanguinaria.

En el cine ya hemos visto de todo. La necesidad de renovar géneros, de buscar nuevas ideas para historias muy vistas hace que la imaginación de los guionistas sea capaz de cualquier cosa. La prueba la tenemos en Outlander (2008), una cinta que mezcla cine histórico, de aventuras, gore y de ciencia ficción sin ningún tipo de rubor.

El problema de este tipo de mezclas es que cuesta bastante tomarlas en serio, de ahí que lo mejor, desde un punto de vista práctico, sea adoptar cierto distanciamiento, pues es la única manera de poder sacar algo de partido a historias tan inverosímiles. El problema de Outlander es que los guionistas se empeñan en darle un toque trascendente, especialmente en la parte final, donde deben pensar que ponerse serios es la mejor solución para rematar la historia de manera épica. ¡Error! Si la película no había sido más que un pasatiempo asumible, con fallos pero cierta emoción, el desenlace resulta casi patético, intentando poner un broche de oro innecesario y que termina por tener el efecto contrario al pretendido.

Hasta entonces, es verdad que el argumento no resultaba demasiado original, pues el monstruo sanguinario y terrorífico lo habíamos visto ya en muchas películas, como en Alien: el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) o Depredador (John McTiernan, 1987). Pero a pesar de todo, la idea de Outlander funciona a nivel muy básico porque asegura intriga, luchas despiadadas, peligro y sangre; un cóctel que suele resultar a poco que la producción sea más o menos acertada. Y es cierto que en este aspecto, Outlander tiene un pase: la tensión está asegurada por la sola presencia del Moorwen. Otra cosa es el diseño de la bestia; creo que el toque de las luces es excesivo, pero estéticamente aporta cierta plasticidad que el director explota en un par de escenas bastante artísticas.

Sin embargo, dejando de lado el final antes mencionado, la película cojea mucho en todo lo que es el aspecto humano: las relaciones entre los personajes, su profundidad o los diálogos, que están a un nivel muy básico. Todo ello empobrece el relato, que se sustenta solamente en las escenas de acción. Si además le unimos la elección de Jim Caviezel  para el rol principal, un actor inexpresivo como un palo, tenemos la guinda del pastel.

En resumen, Outlander es un producto muy elemental, sin demasiada calidad ni talento ni imaginación. Solamente en el apartado de acción funciona correctamente, pero me parece insuficiente para poder valorarla más allá de un simple pasatiempo muy corriente y sin nada que lo haga especial. Mero entretenimiento de usar y olvidar.

martes, 15 de octubre de 2024

Cuenta atrás



Dirección: Fred Cavayé.

Guión: Fred Cavayé y Guillaume Lemans.

Música: Klaus Badelt.

Fotografía: Alain Duplantier.

Reparto: Gilles Lellouche, Roschdy Zem, Gérard Lanvin, Elena Anaya, Mireille Perrier, Claire Perot, Moussa Maaskri, Pierre Benoist.

Un hombre (Roschdy Zem) escapa herido de dos tipos que quieren matarlo. De pronto, una moto lo enviste y acaba malherido en el hospital. Este hecho fortuito sin embargo cambiará la vida de Samuel Pierret (Gilles Lellouche), que asiste atónito al secuestro de su esposa embarazada (Elena Anaya).

Fred Cavayé había debutado en el largometraje con Cruzando el límite (2008), un thriller bastante resultón, de ahí que no sorprenda que su segunda película, Cuenta atrás (2010), repita la fórmula.

En esta ocasión, un hombre inocente se ve involucrado en una compleja trama con asesinos a sueldo y policías corruptos mientras intenta salvar a su esposa embarazada, secuestrada para forzarlo a colaborar con los malos de turno.

El planteamiento de Cuenta atrás, a pesar de que el guión puede parecer algo enrevesado, es interesante, como siempre que un hombre inocente ve peligrar su vida, algo que hace que enseguida empaticemos con él. El problema de la cinta sin embargo es que no logra salvar su aroma a film de serie B ni la simplicidad excesiva del guión.

Empezando por la historia, Cuenta atrás está reducida a la mínima expresión a nivel argumental, creando una trama curiosa que, a pesar de todo, cuesta mucho tomar con seriedad. Todo parece demasiado peliculero, con lo que no terminamos de creérnosla, además de dejar de lado cualquier intento de profundización, ni en los acontecimientos ni en los personajes. Todo la trama está ahí para servir de base a una serie de escenas de acción filmadas sin ninguna genialidad, de manera algo mecánica, y dar pie a momentos de un dramatismo exagerado apoyándose en el peligro que corren Samuel y su esposa.

La forzada complicidad de Samuel con Hugo (Roschdy Zem), uno de los villanos de turno, podría haber sido explotada también de manera más eficaz, pero de nuevo vemos que el guión no parece preocuparse demasiado por los detalles y se limita a grandes brochazos, sin más.

El aroma a serie B me pareció bastante evidente en el tema de los actores elegidos, empezando por un Gilles Lellouche sobreactuado y unos secundarios bastante patéticos en su trabajo, resultando todo muy forzado y sin convicción. 

Tampoco la puesta es escena resulta memorable, dejando la impresión de un trabajo realizado de manera bastante automática, con los elementos que uno sabe que va a encontrar, pero sin nada que eleve la propuesta de un nivel bastante mediocre.

Lo más llamativo de todo es que con la abundancia de escenas de acción y los peligros constantes a que ve sometido el protagonista, nada en Cuenta atrás nos lleva a vibrar con la historia o a sentir miedo por las desventuras de los protagonistas. Con eso, creo que está dicho casi todo.

jueves, 10 de octubre de 2024

En la cuerda floja



Dirección: Richard Tuggle.

Guión: Richard Tuggle.

Música: Lennie Niehaus.

Fotografía: Bruce Surtees.

Reparto: Clint Eastwood, Geneviève Bujold, Dan Hedaya, Alison Eastwood, Jennifer Beck, Marco St. John, Rebecca Perle, Regina Richardson, Randi Brooks, Jamie Rose, Margaret Howell.  

El Barrio francés de Nueva Orleans se ve sacudido por varios asesinatos de mujeres que indican que detrás se ellos se esconde un asesino en serie. Wes Block (Clint Eastwood) se encarga de la investigación.

El cine en general, en este caso el policíaco, ha ido perdiendo inocencia y buen gusto con el paso del tiempo. Tal vez como una prueba de madurez, osadía o de superación, lo que se insinuaba a mediados del siglo XX pasó a ser explícito conforme pasaban las décadas. Esto es lo primero que nos llama la atención en En la cuerda floja (1984), donde el director no se corta a la hora de mostrar desnudos femeninos ni tampoco con unos diálogos bastante directos. Es una elección como otra cualquiera, aunque en términos estéticos, sigo prefiriendo la sutileza del periodo clásico.

La historia de En la cuera floja gira en torno a la personalidad de Block más que al tema del asesino en serie, que parece estar ahí como elemento imprescindible para la evolución de la historia, pero que no llega a tener el protagonismo que podríamos imaginar.

En realidad, la idea del film parece ser establecer una comparación entre el asesino y el policía que lo busca, dejando claro que lo que los separa no es más que una pequeña línea. De ahí el título pues, como dice Beryl (Geneviève Bujold), todos tenemos un lado oscuro y la diferencia estriba en dominarlo, no poder hacerlo (caso del asesino en serie) y el resto, que se mueven en la cuerda floja entre esas dos realidades.

Y Wes Block es precisamente un ejemplo perfecto: divorciado, encuentra en el mundo de los bajos fondos el escape a sus pulmones sexuales, con tendencias morbosas que lo acercan mucho al propio asesino que persigue. Son dos personas más similares de lo que podría parecer.

La diferencia con otras películas de intriga de corte parecido es que aquí Richard Tuggle no intenta confundirnos sobre la identidad del asesino, dejando claro desde el principio que éste y Block son dos personas diferentes. Porque el juego no es crear dudas sobre ese punto, sino establecer el paralelismo entre ambos, dejando claro que la línea entre el bien y el mal es muy fina.

Si las intenciones del director son interesantes, la puesta en escena no está a su altura. Encuentro que la cinta tiene un ritmo algo lento y cae en cierta repetición de situaciones en la parte central de la misma, de manera que se pierde el ritmo y se cae en cierto marasmo que solo se supera con el final que, a pesar de la tensión evidente del mismo, no resulta ni apasionante ni muy coherente y se limita a un desarrollo algo rutinario y efectista que funciona solamente a medias.

Si En la cuerda floja resulta medianamente interesante es gracias a la presencia de Clint Eastwood, productor de la cinta, que le da esa solidez característica a su personaje. Incluso hay quien cree que la dirección del film es también cosa suya, por un estilo ciertamente marcado que nos remite al actor. Además, el hecho de que de Richard Tuggle no abunden las noticias (no hay ni siquiera una foto suya y sus escasos trabajos están todos vinculados a Clint Eastwood) podría dar una pista de su verdadera identidad.

En la cuerda floja es definitivamente un film menor que tiene más sombras que luces, aunque se deja ver con agrado si te gusta este género y aún más la estética y el estilo de su época.

martes, 8 de octubre de 2024

Rocco y sus hermanos



Dirección: Luchino Visconti.

Guión: Suso Cecchi D'Amico, Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa, Enrico Medioli y Luchino Visconti (Relato: Giovanni Testori). 

Música: Nino Rota.

Fotografía: Giuseppe Rotunno (B&W).

Reparto: Alain Delon, Renato Salvatori, Annie Girardot, Katina Paxinou, Roger Hanin, Paolo Stoppa, Suzy Delair, Max Cartier, Spiros Focás, Claudia Cardinale, Alessandra Panaro, Corrado Pani. 

Rosaria Parondi (Katina Paxinou) abandona su tierra al enviudar y marcha a Milán con sus cuatro hijos para reunirse con el mayor, Vincenzo (Spiros Focás), que había emigrado antes.

Título clave en la trayectoria de Luchino Visconti y aclamada como una de las grandes películas italianas de todos los tiempos, Rocco y sus hermanos (1960) se erige como una curiosa mezcla de tragedia griega con tintes neorrealistas. A pesar de todas sus virtudes, encontré también bastantes detalles que no acaban de entusiasmarme.

Visconti había iniciado el neorrealismo en 1943 con Obsesión, un movimiento clave en la historia del cine. Y siguió por esa senda algún tiempo pero con Rocco y sus hermanos asistimos a un cambio de tendencia que se hará del todo evidente con su siguiente título, El gatopardo (1963), orientándose a las grandes producciones.

Esta película, sin embargo, aún conserva elementos del neorrealismo, como son el retrato de la sociedad de la época, con el sur de Italia, de donde proceden los Parondi, atrasado e inculto frente a la industrial Milán, donde el despegue económico empezaba a ser notable. También el retrato familiar, las viviendas con el patio donde todas los vecinos confluían y se comunicaban y la fotografía de Giuseppe Rotunno nos llevan a ese cine con inclinación documentalista característico de las dos décadas precedentes.

Pero Visconti se aparta del neorrealismo con su enfoque orientado sin tapujos al drama más visceral, donde los comportamientos están lejos de la moderación y lo comprensible, al llevarlo al exceso melodramático.

El eje de la historia es la familia Parondi y cómo cada uno de los hermanos se va a adaptando a la nueva vida. Sin embargo, no he visto ningún alegato de cómo la ciudad o el dinero influyen en los hermanos. Más bien, el origen de los conflictos está en el enamoramiento obsesivo de Simone (Renato Salvatori) hacia Nadia (Annie Girardot), una prostituta. Lo que se pone de manifiesto es como esa pasión incontrolada arruina la vida de Simone y lo enfrenta con sus hermanos. Primero con Rocco (Alain Delon) por haber iniciado también un romance con Nadia, y después con Ciro (Max Cartier), que intenta poner paz en la familia excluyendo a Simone, el causante de todos los problemas.

Y aquí es donde creo que a los guionistas se les va un tanto la mano, pues optan por llevar el drama al terreno más extremo, llegando a momentos demasiado viscerales y a reacciones, como el comportamiento compresivo y tolerante de Rocco, que no termina de entenderse del todo. Es normal que sienta afecto por su hermano, pero que le perdone una violación o un asesinato o que termine culpándose a sí mismo de todo no termina de comprenderse más que en el marco de un melodrama radical y trasnochado.

Tampoco el reparto resulta equilibrado. Frente a una Annie Girardot y un Renato Salvatori completamente convincentes, tenemos al resto del elenco que no tiene la misma fuerza. Especialmente Alain Delon, un actor cuya inexpresividad roza el delito y que parece más preocupado de salir bien en el plano que de trasmitir cualquier emoción. Katina Paxinou en realidad no hace un mal trabajo, pero lo excesivo de su personaje termina por hacerla poco convincente.

Tal vez, entenderíamos mejor la cinta en el momento de su estreno. Hoy en día, me resultó excesiva, teatral e incomprensible en muchos momentos. Pero quizá el mayor pero que le pongo es que, con lo dramático de la historia y lo excesivo del planteamiento, en ningún momento llegué a identificarme con los personajes, a sufrir con ellos un drama que al final me resultó bastante ajeno.  

sábado, 5 de octubre de 2024

Peligro inminente



Dirección: Phillip Noyce.

Guión: Donald Stewart, Steven Zaillian y John Millius (Novela: Tom Clancy).

Música: James Horner.

Fotografía: Donald M. McAlpine.

Reparto: Harrison Ford, Willem Dafoe, James Earl Jones, Anne Archer, Joaquim de Almeida, Henry Czerny, Harris Yulin, Donald Moffat, Miguel Sandoval, Benjamin Bratt, Raymond Cruz, Dean Jones, Thora Birch.  

Cuando es asesinado un amigo personal del presidente de los Estados Unidos (Donald Moffat) y toda su familia por orden de un traficante de droga colombiano (Miguel Sandoval), el presidente ordena una represalia encubierta.

Harrison Ford ya había interpretado a Jack Ryan, el personaje recurrente de las novelas de Tom Clancy, en Juego de patriotas (Phillips Noyce, 1992), una cinta que funcionó muy bien, por lo que era lógico que la Paramount explotara el filón acometiendo la producción de Peligro inminente (1994).

La película está diseñada para su éxito en taquilla, con una cuidada producción y un argumento que intenta llevar la trama de la historia hasta un punto álgido en un final intenso. Y las cosas funcionan... a medias.

Creo que la trama de la lucha contra el narcotráfico, incluidos medios ilegales, por parte de los Estados Unidos está muy bien planteada, con el acierto de la implicación personal del presidente por la muerte de un amigo que, en realidad, era un ladrón y un corrupto. Esta manera de difuminar las líneas que separan a los supuestos malos de los buenos de turno es todo un acierto y refleja a la perfección la realidad política, más allá de las historias contadas en los medios de comunicación.

Además, la presencia de Joaquim de Almeida, componiendo un villano astuto, maquiavélico y muy peligroso, ayuda mucho a crear el grado de intensidad y emoción que necesita toda historia de estas características.

El primer problema, sin embargo, del guión es que está todo tan calculado, con escenas de acción y momentos más personales, como la relación de Jack Ryan con su superior, el almirante Greer (James Earl Jones), que no podemos sacarnos de la cabeza de que, por muchos intentos de darle un aire de credibilidad al argumento, este huele a precocinado por todos lados.

Sin embargo, si asumimos que estamos ante un film de mero entretenimiento, este defecto puede pasarse por alto sin demasiados problemas. Lo que es imposible de esquivar es todo el tramo final de la cinta donde, imagino que por cuestiones de taquilla, había que darle protagonismo a Harrison Ford aún cuando ello resultase del todo incongruente. Todo el tramo final, con Ryan viajando a Colombia, comprando un helicóptero, metiéndose en la selva, negociando como si nada con el capo colombiano (Miguel Sandoval) y liándose a trompazos con Félix Cortez (Joaquim de Almeida) no solo es increíble, sino que llega a resultar ridículo. 

Por si eso no fuera suficiente y con el fin de limpiar el nombre de los Estados Unidos, que por la actitud del presidente y sus subalternos no sale muy bien parado, el guión orquesta una limpieza final donde Ryan se erige en defensor de la verdad y en un dechado de integridad capaz de cantarle las cuarenta al presidente mismo, lo que convierte toda la parte final de Peligro inminente, que debía ser el plato fuerte, en algo absurdo, manipulador y tendencioso.

Por ello, aún admitiendo algunos detalles interesantes, he terminado de ver esta cinta entre asombrado y asustado. Es una pena que un argumento con ciertas posibilidades termine convertido en algo tan simple y tan tosco, más propio de las películas baratas que veía siendo un niño y donde la caballería siempre llegaba al final para poner orden. Aquí se llama Jack Ryan.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Abbott y Costello contra los fantasmas



Dirección: Charles T. Barton.

Guión: Robert Lees, Frederic I. Rinaldo y John Grant.

Música: Frank Skinner.

Fotografía: Charles Van Enger (B&W).

Reparto: Bud Abbott, Lou Costello, Lon Chaney Jr., Bela Lugosi, Glenn Strange, Lenore Aubert, Jane Randolph, Frank Ferguson. 

Larry Talbot (Lon Chaney Jr.) telefonea desde Londres a la estación de tren de Florida advirtiendo al empleado Wilbur Grey (Lou Costello) del peligro de unas cajas destinadas a la Casa de los Horrores McDougal. Pero Wilbur no tomará en serio la llamada.

Aunque en España no tienen la repercusión de cómicos como Los Hermanos Marx o Jerry Lewis, por ejemplo, Abbott y Costello fueron un duo cómico muy popular en los Estados Unidos en la década de 1940 y parte de la siguiente, apareciendo en televisión, radio y en el cine, donde filmaron nada menos que treinta y seis películas juntos.

En esta que nos ocupa, del año 1948, se rinde homenaje a los monstruos clásicos de la cultura popular (y el cine): Drácula (Béla Lugosi), Frankenstein (Glenn Strange) y el Hombre Lobo (Lon Chaney Jr.), reunidos en una parodia de los films de terror de la época y que daría lugar a un nuevo subgénero con gran recorrido posterior. 

Atención, no estamos ante un humor refinado y preciso, como el de las cintas de Billy Wilder o Ernst Lubitsch, ni el surrealista de los Marx. Abbott y Costello representan un humor más popular, sencillo, incluso infantil, que sin embargo les proporcionó una popularidad y un éxito totales entre el público de su época. 

De ahí que lo que tenemos en Abbott y Costello contra los fantasmas sea una parodia bastante básica que se apoya constantemente en la inocencia y carácter miedoso y cobarde de Wilbur y la incredulidad y sentido común de Chick Young (Bud Abbott), lo que está en la base de su humor.

Las bromas no son demasiado elaboradas y el argumento, muy elemental, se sigue con facilidad y cierta anticipación. En general, podemos afirmar que se trata de una película que sin duda tendría en la infancia a su público más idóneo.

Y sin embargo, la película de alguna manera funciona bastante bien, en contra de toda lógica. La clave, desde mi punto de vista, es su ausencia total de pretensiones. Es de esas películas que no intentan disimular su esencia y hasta hacen bandera de sus limitaciones. De ahí que, al tomarla en serio y al no esperar gran cosa de ella, acabe por entretenernos. Es más, lo elemental de los efectos especiales, los pobres decorados y el desarrollo tan simple son los que, vista en la actualidad, le confieren cierto encanto, un atractivo basado precisamente en sus carencias.

Es de esas historias en las que, si te dejas llevar por el espíritu inocente de tus años de infancia, donde te extasiabas ante la gran pantalla de una sala a oscuras sin el mínimo espíritu crítico ni analítico, puedes pasar un rato de franca diversión sin complejos. Pero, repito, no es un film logrado, solo un entretenimiento muy elemental.  

martes, 1 de octubre de 2024

Las ventajas de ser un marginado



Dirección: Stephen Chbosky.

Guión: Stephen Chbosky (Libro: Stephen Chbosky).

Música: Michael Brook.

Fotografía: Andrew Dunn.

Reparto: Logan Lerman, Emma Watson, Ezra Miller, Mae Whitman, Kate Walsh, Dylan McDermott, Melanie Lynskey, Nina Dobrev, Johnny Simmons, Joan Cusack, Paul Rudd. 

Charlie (Logan Lerman) es un adolescente solitario con problemas personales que afronta su primer año de instituto lleno de preocupación. Por suerte, conocerá a Patrick (Ezra Miller) y a su hermanastra Sam (Emma Watson), con los que inicia una buena amistad.

Lo primero que destaca en Las ventajas de ser un marginado (2012) es ver como se toma la temática adolescente en serio. Viendo la película tenemos la sensación de que Stephen Chbosky, padre absoluto de la criatura, sabe de lo que está hablando. El retrato de Charlie y sus amigos, con sus problemas de adaptación, de búsqueda de identidad y aceptación se ajustan bastante a lo que todos hemos experimentado en esos complicados años de la vida. Incluso la insistencia de la música como un protagonista más en la vida de Charlie, Sam y el resto resulta un detalle realmente muy bien traído, pues es a través de la música como muchos adolescentes encuentran su grupo de pertenencia, sirviendo esta de nexo de unión y como vehículo perfecto que expresa por ellos muchas de sus preocupaciones, gustos y sentimientos.

Sin embargo, Las ventajas de ser un marginado, con todas sus virtudes, entre las que destacaría la elegancia de Chbosky a la hora de narrarnos la historia, deja un cierto regusto amargo, la impresión de que se podía haber sacado mucho más del material disponible.

Para empezar, creo que, bien analizada, la película resulta un tanto superficial, dejando en el aire muchos temas y pasando de puntillas por la mayoría de los que trata. De ahí que muchos personajes se queden en el limbo, lo que debilita el conjunto. Además, el limitarse a unos poco temas termina por convertirlos en recurrentes, llegando un momento en que uno siente que la historia no avanza con la agilidad necesaria. No digo que la cinta caiga en el aburrimiento, pero lo bordea peligrosamente.

El otro detalle que a mí personalmente no me convenció, aunque supongo que a otros muchos espectadores les puede haber fascinado, es el descubrimiento final a cerca de Charlie cuando era un niño pequeño. Y no me convenció porque yo entendía la película como una aproximación al mundo de la adolescencia más o menos corriente, pero ese giro nos presenta a un protagonista que no es simplemente un muchacho tímido y solitario, sino que mete otro tema muy serio y lo hace por sorpresa, como en un intento de añadir una nota dramática muy potente para redondear el final. Creo que es un truco no muy respetuoso con el tono general que parecía querer mostrar el director y tampoco añade nada especialmente relevante, sino que transforma el relato llevándolo a un terreno que ya no es el retrato de los problemas de un adolescente tipo, sino el de una persona con graves problemas mentales.

En todo caso, creo que hay que alabar el buen trabajo de los tres intérpretes principales, con una Emma Watson encantadora y un fenomenal Ezra Miller que demuestra un gran talento, bastante por encima del de Logan Lerman, correcto pero un tanto inexpresivo.

Con sus defectos, Las ventajas de ser un marginado brilla con luz propia en medio de un cine actual donde propuestas como esta son demasiado raras.