Dirección: Luchino Visconti.
Guión: Suso Cecchi D'Amico, Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa, Enrico Medioli y Luchino Visconti (Relato: Giovanni Testori).
Música: Nino Rota.
Fotografía: Giuseppe Rotunno (B&W).
Reparto: Alain Delon, Renato Salvatori, Annie Girardot, Katina Paxinou, Roger Hanin, Paolo Stoppa, Suzy Delair, Max Cartier, Spiros Focás, Claudia Cardinale, Alessandra Panaro, Corrado Pani.
Rosaria Parondi (Katina Paxinou) abandona su tierra al enviudar y marcha a Milán con sus cuatro hijos para reunirse con el mayor, Vincenzo (Spiros Focás), que había emigrado antes.
Título clave en la trayectoria de Luchino Visconti y aclamada como una de las grandes películas italianas de todos los tiempos, Rocco y sus hermanos (1960) se erige como una curiosa mezcla de tragedia griega con tintes neorrealistas. A pesar de todas sus virtudes, encontré también bastantes detalles que no acaban de entusiasmarme.
Visconti había iniciado el neorrealismo en 1943 con Obsesión, un movimiento clave en la historia del cine. Y siguió por esa senda algún tiempo pero con Rocco y sus hermanos asistimos a un cambio de tendencia que se hará del todo evidente con su siguiente título, El gatopardo (1963), orientándose a las grandes producciones.
Esta película, sin embargo, aún conserva elementos del neorrealismo, como son el retrato de la sociedad de la época, con el sur de Italia, de donde proceden los Parondi, atrasado e inculto frente a la industrial Milán, donde el despegue económico empezaba a ser notable. También el retrato familiar, las viviendas con el patio donde todas los vecinos confluían y se comunicaban y la fotografía de Giuseppe Rotunno nos llevan a ese cine con inclinación documentalista característico de las dos décadas precedentes.
Pero Visconti se aparta del neorrealismo con su enfoque orientado sin tapujos al drama más visceral, donde los comportamientos están lejos de la moderación y lo comprensible, al llevarlo al exceso melodramático.
El eje de la historia es la familia Parondi y cómo cada uno de los hermanos se va a adaptando a la nueva vida. Sin embargo, no he visto ningún alegato de cómo la ciudad o el dinero influyen en los hermanos. Más bien, el origen de los conflictos está en el enamoramiento obsesivo de Simone (Renato Salvatori) hacia Nadia (Annie Girardot), una prostituta. Lo que se pone de manifiesto es como esa pasión incontrolada arruina la vida de Simone y lo enfrenta con sus hermanos. Primero con Rocco (Alain Delon) por haber iniciado también un romance con Nadia, y después con Ciro (Max Cartier), que intenta poner paz en la familia excluyendo a Simone, el causante de todos los problemas.
Y aquí es donde creo que a los guionistas se les va un tanto la mano, pues optan por llevar el drama al terreno más extremo, llegando a momentos demasiado viscerales y a reacciones, como el comportamiento compresivo y tolerante de Rocco, que no termina de entenderse del todo. Es normal que sienta afecto por su hermano, pero que le perdone una violación o un asesinato o que termine culpándose a sí mismo de todo no termina de comprenderse más que en el marco de un melodrama radical y trasnochado.
Tampoco el reparto resulta equilibrado. Frente a una Annie Girardot y un Renato Salvatori completamente convincentes, tenemos al resto del elenco que no tiene la misma fuerza. Especialmente Alain Delon, un actor cuya inexpresividad roza el delito y que parece más preocupado de salir bien en el plano que de trasmitir cualquier emoción. Katina Paxinou en realidad no hace un mal trabajo, pero lo excesivo de su personaje termina por hacerla poco convincente.
Tal vez, entenderíamos mejor la cinta en el momento de su estreno. Hoy en día, me resultó excesiva, teatral e incomprensible en muchos momentos. Pero quizá el mayor pero que le pongo es que, con lo dramático de la historia y lo excesivo del planteamiento, en ningún momento llegué a identificarme con los personajes, a sufrir con ellos un drama que al final me resultó bastante ajeno.
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