El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 10 de octubre de 2024

En la cuerda floja



Dirección: Richard Tuggle.

Guión: Richard Tuggle.

Música: Lennie Niehaus.

Fotografía: Bruce Surtees.

Reparto: Clint Eastwood, Geneviève Bujold, Dan Hedaya, Alison Eastwood, Jennifer Beck, Marco St. John, Rebecca Perle, Regina Richardson, Randi Brooks, Jamie Rose, Margaret Howell.  

El Barrio francés de Nueva Orleans se ve sacudido por varios asesinatos de mujeres que indican que detrás se ellos se esconde un asesino en serie. Wes Block (Clint Eastwood) se encarga de la investigación.

El cine en general, en este caso el policíaco, ha ido perdiendo inocencia y buen gusto con el paso del tiempo. Tal vez como una prueba de madurez, osadía o de superación, lo que se insinuaba a mediados del siglo XX pasó a ser explícito conforme pasaban las décadas. Esto es lo primero que nos llama la atención en En la cuerda floja (1984), donde el director no se corta a la hora de mostrar desnudos femeninos ni tampoco con unos diálogos bastante directos. Es una elección como otra cualquiera, aunque en términos estéticos, sigo prefiriendo la sutileza del periodo clásico.

La historia de En la cuera floja gira en torno a la personalidad de Block más que al tema del asesino en serie, que parece estar ahí como elemento imprescindible para la evolución de la historia, pero que no llega a tener el protagonismo que podríamos imaginar.

En realidad, la idea del film parece ser establecer una comparación entre el asesino y el policía que lo busca, dejando claro que lo que los separa no es más que una pequeña línea. De ahí el título pues, como dice Beryl (Geneviève Bujold), todos tenemos un lado oscuro y la diferencia estriba en dominarlo, no poder hacerlo (caso del asesino en serie) y el resto, que se mueven en la cuerda floja entre esas dos realidades.

Y Wes Block es precisamente un ejemplo perfecto: divorciado, encuentra en el mundo de los bajos fondos el escape a sus pulmones sexuales, con tendencias morbosas que lo acercan mucho al propio asesino que persigue. Son dos personas más similares de lo que podría parecer.

La diferencia con otras películas de intriga de corte parecido es que aquí Richard Tuggle no intenta confundirnos sobre la identidad del asesino, dejando claro desde el principio que éste y Block son dos personas diferentes. Porque el juego no es crear dudas sobre ese punto, sino establecer el paralelismo entre ambos, dejando claro que la línea entre el bien y el mal es muy fina.

Si las intenciones del director son interesantes, la puesta en escena no está a su altura. Encuentro que la cinta tiene un ritmo algo lento y cae en cierta repetición de situaciones en la parte central de la misma, de manera que se pierde el ritmo y se cae en cierto marasmo que solo se supera con el final que, a pesar de la tensión evidente del mismo, no resulta ni apasionante ni muy coherente y se limita a un desarrollo algo rutinario y efectista que funciona solamente a medias.

Si En la cuerda floja resulta medianamente interesante es gracias a la presencia de Clint Eastwood, productor de la cinta, que le da esa solidez característica a su personaje. Incluso hay quien cree que la dirección del film es también cosa suya, por un estilo ciertamente marcado que nos remite al actor. Además, el hecho de que de Richard Tuggle no abunden las noticias (no hay ni siquiera una foto suya y sus escasos trabajos están todos vinculados a Clint Eastwood) podría dar una pista de su verdadera identidad.

En la cuerda floja es definitivamente un film menor que tiene más sombras que luces, aunque se deja ver con agrado si te gusta este género y aún más la estética y el estilo de su época.

No hay comentarios:

Publicar un comentario